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Teresa Rodríguez: "Estamos construyendo esa habitación propia, esa casa común del andalucismo"

Teresa Rodríguez hace balance de sus ocho años de presencia institucional en esta entrevista con 'Público'.

Teresa Rodríguez.
Teresa Rodríguez. Laura León

Teresa Rodríguez (Rota, Cádiz, 1981) hizo este jueves por la mañana su última intervención en el Parlamento de Andalucía, siete años y unos meses después de la primera. Habló de la Cámara de Cuentas y se llevó un aplauso de todo el arco parlamentario, a excepción de la mayoría de diputados de Vox.

Rodríguez no deja la política, lo lleva en la sangre, pero sí una institución a la que llegó diciéndose a sí misma que tenía que poner "chinchetas en el escaño" para no acomodarse y de la que se va, después de cuestionarla desde la raíz, con un abrazo con el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla (PP).

En un día en el que ha cumplido con su palabra (no estar más de ocho años en las instituciones), a la Teresa Rodríguez de entonces, afirma, le hubiera extrañado "mucho" que la Teresa Rodríguez de hoy se despida "con un abrazo del presidente del Partido Popular, eso seguro" y añade que necesita tiempo para asimilar, con luces largas y perspectiva, todo lo que le ha sucedido en estos años.

Rodríguez tiene claro que Adelante Andalucía, el proyecto soberanista andaluz que ha contribuido a fundar, es heredero del 15-M y que es a esa obra colectiva, un refugio para las clases populares, a la que merece la pena dedicarse. "Estamos construyendo esa habitación propia del andalucismo", afirma a Público, utilizando como referencia el título del ensayo feminista de 1929, escrito por Virginia Woolf.

¿Cómo está después de haber cumplido con su palabra?

Estoy satisfecha, pero no puedo evitar sentirme también un poco atenta a los retos que tenemos por delante como organización y como proyecto político. También atenta a las reacciones, porque pueden ser ambivalentes. En general, estoy recibiendo buenas respuestas. Me parece que la mayoría de la gente ha entendido el motivo por el que me tengo que ir, que es un compromiso de fondo. Estoy convencida de que el proyecto político no va a sufrir consecuencias porque me sustituye una persona que lo hace muy bien, que es José Ignacio García, que junto a Maribel Mora [los dos diputados de Adelante] van a hacer un equipo estupendo. También tenemos tiempo de trasladar todo lo que en teoría yo representaba a lo que de verdad siempre ha sido [Adelante Andalucía], un colectivo de personas, una organización política que plantea una cosa muy sencilla: defender a las clases trabajadoras de Andalucía.

Han pasado ocho años y pico desde aquellas europeas de 2014. ¿Qué recuerda de aquello?

Ninguno esperábamos el surgimiento de Podemos. El hecho de que yo estuviera la segunda en la lista tampoco era esperado. No estaba en la quiniela de la dirección de aquel proyecto, ni de Pablo Iglesias ni de Íñigo Errejón. Hicimos unas primarias y me quedé de segunda. Siempre manejamos encuestas que nos daban 0-1 escaños. En ningún momento se esperaba que fuéramos a sacar cinco representantes. Me tuve que ir como como corriendo de mi entorno más cercano de militancia, de mi activismo, de mi profesión y desde entonces hasta ahora, todo ha sido como una carrera alocada, que no soy capaz todavía de analizar en términos personales. Han pasado muchas cosas en 8 años, que todavía no soy capaz de analizar desde fuera con calma, con cierta mirada larga. Ha sido emocionante. Fue un aprendizaje importante en mi vida. Algunas cosas que tendré que desaprender, la exposición a la política institucional que es muy dura, que no da buenas vibraciones precisamente, en términos personales. Y además salir también de eso que te dicen muchos que se retiran de la primera línea institucional, que es como desengancharse de ese espacio de atención pública que uno recibe. O sea que el teléfono dejará de sonar tanto, dejarán de llegar mensajes, habrá menos repercusión en redes… A lo mejor soy lo suficientemente creativa como para reconvertirme, pero eso pasará y yo creo que es importante vivirlo como algo positivo también.

La Teresa Rodríguez de entonces, ¿Qué pensaría de la Teresa Rodríguez de hoy?

No tengo ni idea, no tengo ni idea. Yo creo que le extrañaría mucho que me despidiera con un abrazo del presidente de la Junta de Andalucía del Partido Popular. Eso seguro. Y eso evidentemente pasa cuando uno lleva mucho tiempo en una institución. Cuando entramos, me decía: me voy a poner chinchetas en el escaño para no acomodarme porque las instituciones del Estado están a la medida de los poderosos y son un enemigo del pueblo como tal. Pero luego no puedes evitar venir aquí a trabajar cotidianamente y compartir espacios personales con otra gente que a lo mejor tiene otras ideas completamente distintas de las tuyas, pero que quizá comparte algunos valores, que intenta conseguir el bien a su propia manera. Que yo considero que no es, pero ahí se encuentran espacios, el ser humano es así, de empatía y de comprensión de las posiciones del otro. Eso a nivel personal también me lo llevo, haber conocido a una parte de la sociedad, la sociedad conservadora, que tiene algunos valores positivos que son interesantes, aunque no compartamos en absoluto cuáles son los problemas que sufrimos y las soluciones que hay que dar.

Y la Teresa de ahora, ¿Cómo ve a aquella de hace ocho años?

He intentado conservar lo mejor de aquella de 2014 y para eso me lo he propuesto. Esto de la limitación de mandatos es una vacuna que uno se pone antes de empezar a exponerse a espacios institucionales y mediáticos. Hemos hecho colectivamente ese ejercicio de intentar no perder nunca la conciencia de qué fue lo que nos trajo aquí: la movilización ciudadana, el 15M, las mareas, un montón de gente que sigue trabajando al otro lado de la reja de este Parlamento. Yo venía a este Parlamento y me movilizaba en la puerta y ahora volveré a hacerlo cuando toque. Entonces no perder nunca la dimensión de lo de afuera: ese tener un pie en las instituciones y mil pies en las calles es un ejercicio que compartimos en Podemos entonces y ahora en Adelante Andalucía. Creo que hemos hecho un ejercicio sistemático de no perder los mil pies en las calles.

¿Cuál es hoy el legado del 15-M en la política española? ¿Sigue viva esa llama de integridad?

Todos los que estamos venimos de ahí. Yo me siento heredera de eso. La ley trans que se aprobó hace muy poco es heredera de eso. Todas las cosas que conquistemos en el ámbito de la izquierda alternativa es producto todavía de aquella siembra. Claro que ha tenido impacto. Quizá las prácticas políticas, la voluntad de ser más asamblearios, de tener espacios más horizontales, de romper con las dinámicas institucionales, digamos, esos objetivos son más difíciles de cumplir, pero que sigamos conquistando avances, que sigamos existiendo, que sigamos vivos significa que aquello sigue produciendo su fruto. Adelante Andalucía también es fruto de eso.

Adelante Andalucía es hoy un proyecto independiente, de izquierdas y soberanista andaluz. ¿Se plantea participar de alguna confluencia en el ciclo electoral próximo? ¿Tal vez en Cádiz?

Lo hemos debatido colectivamente. Hemos hecho una asamblea como organización donde todos los militantes han tenido oportunidades de debatir sobre esto, de hacer propuestas de enmiendas, de votar. Y lo que hemos decidido entre todos y todas con posiciones diferentes, lo que hemos decidido mayoritariamente es que nuestra prioridad ahora es construir el espacio político del andalucismo. Entendemos que estamos en general en un momento de reflujo político y social para los valores progresistas y que es necesario rearmarse. Rearmarse para nosotros es hacer la aportación de la construcción de ese espacio andalucista de izquierdas. Por eso es importante presentar un proyecto autónomo que siga ofreciéndose a quienes piensan que Andalucía debe tener voz propia y al mismo tiempo que la solución a los problemas de Andalucía pasan por políticas progresistas.

Eso es la tarea que nos toca a nosotros. Y en eso nos vamos a poner sin enfrentarnos a lo que otros piensan que es su tarea. No sé si me explico. Creo que desde que tenemos el proyecto autónomo que tenemos, pequeñito, tal y como es, con la representación institucional que tiene, con las asambleas de base y la organización territorial, tenemos mejor relación con el resto de las izquierdas que cuando nos empeñábamos en esa confluencia a garrotazos que hemos vivido con tanta dureza desde el principio de la construcción de Podemos hasta la confluencia con Izquierda Unida, hasta su expresión en Andalucía. Hasta el último día ha sido durísima. Sin embargo ahora podemos mirarnos a la cara con mucha naturalidad y proponernos objetivos comunes sin necesidad de agredirnos.

¿Y Cádiz tiene alguna particularidad?

Hemos aprobado una estrategia para toda la organización. En esa estrategia son posibles alianzas a nivel local, pero siempre que no tengamos que diluirnos en proyectos políticos de ámbito estatal. Para nosotros es importante esa habitación propia que estamos construyendo, esa casa común del andalucismo. Cuando la tengamos terminada ya desde ahí podremos ver si compartimos patio o calle o incluso un patio de vecinos, que es muy andaluz, pero primero tenemos que construir nuestra propia habitación.

En su partido, que, podría decirse, tiene algo de partido de autora, existe vértigo ante su marcha del Parlamento. ¿Son tiempos para el colectivo o esta sociedad obliga a tener referentes, liderazgos?

Teresa Rodríguez.
Teresa Rodríguez. Laura León

Es muy habitual en momentos de reflujo de la movilización. Cuando hay hervor máximo en la calle nadie busca un referente con nombre y apellidos. Cuando las huelgas feministas potentes de 2017 y 2018 ¿Había una portavoz de aquello que paralizó al país en torno a demandas y reivindicaciones feministas? No la había. Y precisamente por eso tuvo un impacto especial. Y de lo que se sembró entonces vienen ahora también los frutos institucionales. Por tanto, sabemos que los liderazgos desempeñan un papel especialmente en momentos de desmovilización y sabemos también que los cambios reales de verdad nunca los van a llevar a cabo líderes en solitario. Jamás, ni aunque tengan una organización detrás. Va a haber cambios que se producen en la sociedad, cambios de sentido común, como pasó con el 15M. Y para eso hay que construir movilización desde abajo. Es así. No hay atajos para eso. Los liderazgos cumplen su papel, pero no sustituyen nunca a la gente. Esto es como una máquina de vapor, un dicho de Trotski. Una máquina de vapor puede fabricar vapor, pero si no hay una turbina, que le da forma al vapor, no hay movimiento, pero, sin duda, la turbina no se va a mover si no está el vapor. Ahora que además hemos retrocedido mucho en términos de valores culturales progresistas, que hay una cierta hegemonía que nos disputa desde abajo, desde los institutos, desde los barrios, los valores progresistas que consideramos completamente consolidados, de sentido común, de consenso total, tenemos que volver a alimentar el sentido común alternativo de los valores de igualdad, de justicia, de libertad, entendida como la libertad de respetar al otro. Y no hay atajos para eso. No vale con lidercillos carismáticos donde me incluyo yo. Cuando hablo de lidercillos muchas veces los medios interpretan que estoy hablando de Pablo Iglesias. Yo no estoy pensando en Pablo Iglesias. Estoy pensando, por ejemplo, en mí. Es muy fácil invisibilizarnos o hacernos desaparecer o defenestrarnos justo antes de que podamos ser un riego real. Las cosas de verdad se cambian desde abajo.

Llega después de las europeas al Parlamento andaluz y Podemos tiene una capacidad entonces, en las elecciones de 2015, de influir en políticas, pero se produce una oposición dura al socialismo hegemónico, que pacta con Ciudadanos. ¿Se perdió una oportunidad de influir en decantar políticas hacia la izquierda o era lo que había que hacer?

Es imposible saber lo que hubiera pasado si hubiéramos actuado de otra manera, pero recuerdo los motivos por los cuales tratamos de mantener una posición autónoma del PSOE. Recuerdo que veníamos de haber visibilizado de forma traumática los casos de corrupción más duros que ha sufrido esta Comunidad Autónoma. Veníamos de una sensación de cierta asfixia con las redes clientelares, especialmente en los municipios más pequeños respecto del PSOE, donde había gente que te decía: es que es mejor que gobierne el PP. Gente de izquierda. Porque es que aquí no hay quien se mueva si no es con el permiso del partido. Yo lo recuerdo muchas veces, al hombre le pitarán los oídos cada vez que lo nombro, pero me acuerdo del alcalde de La Algaba diciéndo que todo el mundo tenía que estar a los pies del partido y que los contratos se daban porque el PSOE lo decidía.

Entonces ese era el ambiente. Nosotros queríamos cambiarlo todo. Entonces cambiarlo todo en Andalucía también era plantear una alternativa al PSOE de los EREs, de los cursos y de las redes clientelares y de los recortes. Hay que recordar que también veníamos de ahí, igual que el PP a nivel estatal, pero aquí en Andalucía los aplicaba la Junta: veníamos de movilizaciones muy potentes contra el despido de profesores, contra los recortes en Sanidad. Entonces para nosotros era completamente contra natura colocarnos del lado del poder. Veníamos a impugnarlo. Eso por un lado y por otro lado, hay anécdotas concretas que explican también un estado de ánimo dentro de una organización. Yo creo que ellos, el PSOE, interpretaron que nosotros éramos el enemigo a batir. Me acuerdo que hubo unos audios que trascendieron del responsable del PSOE en Málaga que estaba haciendo un curso de formación con las Juventudes Socialistas y les dijo: el PP es el adversario, pero Podemos el enemigo, porque creo que el PSOE entendía que su supervivencia consistía en hacernos desaparecer a toda costa y por eso ahora estaba más cómodo gobernando con Ciudadanos. ¿Qué hubiera pasado si hubiéramos llegado a un acuerdo de investidura con Susana Díaz y hubiéramos influido en las políticas en esos años? No lo sé.

¿Qué le pasó a Podemos en estos ocho años? Un proyecto que está a punto de dar un 'sorpasso' histórico, que se queda a muy poco de un vuelco histórico, que hubiera escrito un nuevo guion y que después se parte, se divide. ¿Los ataques recibidos por tierra, mar y aire, la impaciencia, la inexperiencia, los egos?¿Cuál es el factor decisivo que explica lo sucedido?

Ha sido una mezcla de todo eso. Por un lado, un ataque sistemático de los poderes fácticos de este país. Botín poco antes de morirse, en una cena de periodistas diciendo que lo que más le preocupa políticamente es Catalunya y Podemos; el presidente del Banco Sabadell apostando y diciendo que hacía falta un Podemos de derechas; los medios de comunicación al servicio de los poderes que los financian, y un trabajo sistemático para impedir que Podemos pudiera cambiar la realidad. Y luego errores propios porque al menos podríamos haber conservado una organización con una enorme implantación territorial. En aquella época todo el mundo quería ser de Podemos. Todo el mundo quería constituir un círculo de Podemos en su pueblo y en su barrio y en su centro de trabajo y de estudio y sin embargo, sistemáticamente, se despreció todo ese potencial.

O sea, yo creo que en términos organizativos después del 15M lo más importante a nivel de gente que de su casa se va a organizarse en algo que vaya más allá de sus intereses personales y familiares fueron los círculos de Podemos. Pero hubo un desprecio sistemático por todo eso desde la dirección entonces de Podemos, desde el núcleo de la Complutense. Lo hubo. Se entendía que era como una especie de rémora porque no permitía que el mensaje se diera exactamente como se tenía que dar para intentar no sufrir los ataques de los medios de comunicación. Era una tarea imposible y en el camino de alguna forma se despreció todo ese vapor.

En su experiencia, ¿para qué sirve un Parlamento como el andaluz? En su vídeo de despedida, aparece como una institución que cambia al que entra, que le domestica, tal vez, pero ¿Cambia la vida de la gente? ¿Tiene capacidad para hacerlo?

Debería poderse cambiar la vida de la gente desde el Parlamento. Lo que pasa es que existe una especie de corsé en torno a la posibilidad que tienen las instituciones democráticas de cambiar las cosas. Ese corsé se llama políticas europeas. En Grecia decidieron colectivamente que no iban a someterse a las políticas de austeridad, una amplia mayoría de griegos decidieron que no, aquel referéndum, y los poderes financieros a nivel europeo, le dijeron a Grecia que no tenía derecho a hacer eso, a tomar esa decisión democráticamente. Este techo no es de cristal. Este es de hormigón. Si un gobierno de verdad quiere cambiar las cosas democráticamente desde un Parlamento se va a chocar con ese techo y va a tener que someterse a una presión brutal. Por eso es tan importante que la gente tenga conciencia de los procesos. No vamos a cambiar las cosas de carambola, como parecía que era Podemos. Era, uy, mira que nos hemos puesto primeros en las encuestas en intención directa, que podemos gobernar. No.

Para cambiar de verdad las cosas, la realidad, la gente tiene que ser consciente de que va a destruir un régimen de privilegios, de gente que no quiere renunciar a ellos, y que tiene armado un sistema económico, judicial, político de toda índole, nacional y supranacional, que no va a permitir cambios reales. Por tanto, puede cambiar algunas cosas un Parlamento, pero se va encontrar, si de verdad quiere cambiar las cosas, como hace falta en esta Comunidad Autónoma, con ese techo de hormigón. Sin embargo, hay que ensayar ese chocarse contra ese techo. Es una forma de hacer pedagogía. Hace falta algo más que ir a votar. Te tienes que organizar. Los sindicatos están también interesadamente defenestrados por los poderes fácticos. Al empresario le interesa muchísimo que los sindicalistas parezcan todos unos rateros. Si te están explotando en tu trabajo, te tienes que organizar y que sindicarte. Busca a la gente más honrada que haya en tu puesto de trabajo. Hay muchos sindicalistas honrados, que se juegan su puesto de trabajo. Si no tienes servicios suficientes en tu barrio, te tienes que organizar. ¿Acaso las aceras, las escuelas cayeron del cielo? ¿Acaso el poder gracioso dijo, todos los barrios tienen que tenerlas? No. Fue la pelea de gente que se jugó la libertad y la vida por todo eso.

Entonces el Parlamento está bien, es un sitio donde hay que estar, donde hay que proponer cambios, pero abandonar lo otro es un error garrafal, es dejarte seducir por los cantos de sirena de quienes construyen esos techo de hormigón. Tú ponte aquí y te distraes, pon una enmienda, otra por aquí, vamos a aprobar una PNL, enhorabuena por la PNL que has aprobado hoy Una PNL no sirve para nada más que para el ratito de debate y ocupa un tercio del debate parlamentario. Vente a la Comisión un ratito. Ponle un tweet. Y está uno súper distraído aquí, como un ratón en una rueda. Hay que estar muy atentos a eso porque te puede parecer que lo que se hace aquí es lo más importante del mundo. Y no es verdad.

Entró en una Andalucía en la que el PSOE era hegemónico. 8 años después, tenemos una mayoría absoluta del PP. ¿Cómo hacer oposición a Juanma Moreno?

Las formas han cambiado mucho. Casi 40 años de gobierno del PSOE los había convertido en un partido muy soberbio, habían perdido capacidad de diálogo con el resto de la sociedad. Confundieron la Comunidad con el partido, con el Gobierno, con la administración. Eso les llevó a sufrir la corrupción. Cuando hay un cambio después de tantos años, pues evidentemente hay como una sensación de coger un poquito de aire. Y el PP se está trabajando mucho esa cosa del diálogo, de la negociación, de las buenas formas y demás.

Pero, claro, todo eso se va al traste cuando te fijas en lo que de verdad importa, que son las políticas que se hacen. Y en esta Comunidad Autónoma el PP va camino de destrozar completamente todo lo que sustenta la solidaridad social y el apoyo comunitario con su política fiscal. Han decidido que les regalemos a las grandes fortunas de esta tierra mil cien millones de euros entre las farmacéuticas y las rebajas fiscales cuando tenemos una situación en la sanidad en la que uno no sabe cuándo va a poder llevar su hijo al pediatra por primera vez desde que yo tengo uso de razón. A lo mejor en los 80 la sanidad estaba hecha polvo, pero desde luego la sanidad de los 90 no era una donde uno no sabía si podía llevar a su hijo al médico cuando tenía una bronquiolitis, cuando no se planteaba ir a las urgencias. Y en este momento en el que la sanidad está padeciendo esto, al mismo tiempo le estamos regalando, miles, cientos de millones de euros a las grandes fortunas de Andalucía. Y otra cosa que está haciendo el PP es vender nuestro patrimonio común a los fondos de inversión. Esto también es un riesgo. O sea, la intención del PP, atraer inversión de fuera venga lo que venga, como si esa inversión en si fuera a traer bienestar para la sociedad andaluza, no es verdad. No todas las inversiones traen bienestar.

De hecho el objetivo de las inversiones no es traer el bienestar al entorno donde se implantan, es obtener la mayor tasa de beneficios y por tanto ofrecen empleos muy precarios, se lleva la renta y la riqueza fuera, depredan el medio natural si es necesario. No ofrecen a cambio nada a la sociedad. No tiene cara amable el poder económico Y eso es un trabajo sistemático que está haciendo también el Partido Popular: la apuesta por que los fondos de inversión se queden con todo lo que somos. Se queden hasta con el sol del campo, para para gloria del oligopolio eléctrico.

Siempre hablamos de que el PP blanquea a Vox, pero puede que haya sucedido al revés, ¿que Vox haya blanqueado al PP? Dicho de otra manera, ¿que le haya quitado aristas, asperezas y lo haya empujado al centro del tablero?

Claro. Los del PP son más guapos al lado de Vox. Digamos que antes para nosotros los fachas totales eran los del PP. Ahora de repente son gente simpática conservadora, neoliberal, pero no son los fachas de siempre. Sí. Puede ser que Vox haya blanqueado al PP.

Andalucía no converge con el resto del país en PIB per cápita. Es la última CCAA, según los últimos datos del INE, pero otras Comunidades, como Extremadura y Galicia, sí lo han hecho en estas décadas. ¿Por qué sucede eso?

Yo creo que hay un renovado impulso del extractivismo en Andalucía. El extractivismo es el problema de base de la economía andaluza. Todos los problemas que sufre Andalucía en términos de divergencia en riqueza, en desempleo, en producción industrial, en todos los indicadores que indican desarrollo económico, tienen que ver con una forma de producir que ofrece los salarios más bajos, los trabajos con menos valor añadido que, por tanto, generan menos riqueza. El latifundio y su forma de producir se trasplanta al resto de los sectores productivos. Grandes propietarios, muchos de fuera, rentistas que no hacen inversiones productivas y que no permiten tampoco liberar los medios de producción, en este caso la tierra.

También en la hostelería podemos hablar de latifundios hosteleros. Las rentas la mayoría de las veces se van fuera por esa lógica de Bienvenido Míster Marshall que ha sido siempre el formato que los gobiernos andaluces y estatales han pensado para Andalucía. Que venga mucha gente a invertir. Eso es lo que hay ahora: fondos que buscan nuevos nichos de negocio, por ejemplo en el acaparamiento de tierra; en el sector hostelero; en la vivienda turística; en el transporte urbano, en muchos sectores. Hasta en los invernaderos se están colando, en las placas solares.

Eso hace que no tengamos ninguna capacidad de decisión sobre hacia dónde dirigir nuestra economía. No tenemos soberanía económica en ningún sentido, mientras hay otros territorios que por no haber sufrido tanto esa especie de latifundismo económico sí han podido tomar decisiones sobre sus sectores productivos. Han tenido más margen de maniobra. No hay ninguna voluntad de salir de esa senda de divergencia con el resto de España y de Europa. En el resto de España, también en comunidades autónomas, ha habido esa voluntad por reconducir los sectores productivos para tener capacidad de generar renta y que se queden en el territorio.

Y además hay cierta tendencia a recuperar políticas sociales después de la pandemia, que aquí no hemos visto. Un nuevo keynesianismo postpandémico que aquí no ha tenido absolutamente ningún ningún impacto.

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