Este artículo se publicó hace 2 años.
Los vaivenes estratégicos del PP en la campaña de Castilla y León revelan su inquietud por la caída en las encuestas
De emular la estrategia de Isabel Díaz Ayuso a desprestigiar a las formaciones de la España vaciada, el Partido Popular ha desplegado una campaña definida por las contradicciones de sus representantes y la corrupción.
Madrid-Actualizado a
El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, convocó el pasado 20 de diciembre de 2021 elecciones anticipadas con el argumento de que su socio, Ciudadanos, podría estar trabajando en una supuesta "moción de censura" pactada, entre otros, con el PSOE y Podemos. Sin embargo, el líder de la formación naranja en la región, Francisco Igea, desmintió las afirmaciones del representante del PP y criticó el adelanto electoral: "Una persona que celebra elecciones en este momento (...) pone en riesgo a la población por un interés partidista".
Estos pasos, casi al pie de la letra, se han visto antes en la Comunidad de Madrid. Primero, Isabel Díaz Ayuso anunció la disolución de la Asamblea de Madrid. Después, acusó a Ciudadanos de andar detrás de una posible moción de censura y de generar "inestabilidad" en el Gobierno regional. Finalmente, el líder de los naranjas en la comunidad, Ignacio Aguado, aseguró que la presidenta regional "mentía".
Ambas convocatorias se produjeron bajo las mismas premisas por parte del PP: Ciudadanos no es un socio del que fiarse y, por lo tanto, lo mejor es convocar elecciones bajo el calor de los datos positivos de las encuestas. El objetivo es comerse a la formación naranja y conseguir gobernar en solitario. Ayuso lo consiguió, aunque necesitó el apoyo de Vox. Ahora, está por ver si Mañueco llega a la misma meta.
Ayuso, como referente
Tras la convocatoria de Mañueco, el clima estaba definido por las tensiones entre Pablo Casado y Ayuso por el control del PP en la Comunidad de Madrid. El presidente castellanoleonés optó por una estrategia similar a la de la mandataria madrileña. Personificó la campaña en su imagen, con un lema sencillo y con su nombre presidiendo la cartelería electoral. El adversario escogido no fue ningún actor político interno de la comunidad, sino el Gobierno central en general y el presidente Pedro Sánchez en particular. "Nuestro único adversario es el 'sanchismo'", defendió el candidato popular.
El primer paso fue extender un bulo sobre unas declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, compartiendo una noticia falsa de un portal web cercano a la industria cárnica. Mañueco aseguró que Garzón había atacado a los ganaderos de Castilla y León —cosa que desmentimos en Público—, por lo que reclamó la dimisión del representante del Gobierno. El PP, entonces, construyó un marco muy parecido al de "Comunismo o libertad" de Ayuso. Esta vez fue "Más ganadería, menos comunismo".
Mantener el efecto luna de miel
La victoria de Ayuso en Madrid generó un efecto luna de miel para el Partido Popular y, por lo tanto, para su líder, Pablo Casado, a nivel nacional. Los sondeos comenzaron a señalar que Casado tenía amplias posibilidades de llegar a la Moncloa con el apoyo de la ultraderecha de Vox. Sin embargo, ese efecto luna de miel se fue diluyendo y las distancias entre el PP y el PSOE comenzaron, de nuevo, a acortarse. Era necesario otro revulsivo.
Las alusiones a los intentos de hacer llegar al PP a la Moncloa han sido constantes durante la campaña en Castilla y León. Para los populares, estos comicios son un termómetro que les indicará, además, si pulsar el adelanto electoral en Andalucía. De hecho, el propio presidente andaluz, Juanma Moreno, dijo: "Estas elecciones no son cualquier cosa, tampoco para mí, que voy después". Llegó a afirmar que el próximo encuentro electoral es "como una prueba en la que uno va nerviosito perdido". "Yo estoy así. Venga, Alfonso, tú ve primero. Pero ya que va primero lo importante es que salga bien, a ver si me voy a encontrar con un susto el 13 de febrero", bromeó el presidente de la Junta de Andalucía.
Sin embargo, en la campaña también ha participado el expresidente del Gobierno José María Aznar, que no dudó en criticar esta estrategia. "Muchas veces oigo decir que hay que ganar para que llegue no sé quién a la Moncloa. Oiga, y la pregunta es para hacer qué. La respuesta es que se gana para construir. Yo os quiero decir que construir es integrar, no fraccionar, es unir fuerzas, no dividir", sentenció Aznar.
El miedo a la España vaciada
Las diferencias discursivas entre unos representantes y otros se han visto acentuadas por los actuales sondeos, que posicionan al PP muy lejos de alcanzar su objetivo de conseguir la mayoría absoluta. Si en un principio, su principal adversario era Sánchez, en este último tramo de la campaña, Mañueco ha mostrado su preocupación por los partidos de la España vaciada: "Los localismos en Castilla y León son como los separatistas en España, generan inestabilidad, generan incertidumbre y generan ineficacia. Y lo que necesitamos ahora más que nunca es lo contrario, un Gobierno fuerte que ofrezca experiencia".
La corrupción persigue al PP
Al mismo tiempo, el PP, que lleva gobernando la región casi 35 años, se ha visto salpicado por la corrupción. Este periódico informó en exclusiva de la existencia de un informe anónimo que implica directamente a Mañueco y que fue admitido por el juez que instruye el caso de una supuesta trama de financiación ilegal del Partido Popular en Salamanca. El documento sostiene que Mañueco pagó con dinero negro las cuotas de miles de afiliados para que le apoyaran en las primarias del partido.
Los vaivenes en la campaña explican la tendencia a la baja en las encuestas, que no solo alejan a Mañueco de lograr la mayoría absoluta, también abren la puerta a que la izquierda pueda hacerse con el Gobierno de la región. Aunque las posibilidades son remotas, este escenario provocaría un vuelco en el PP nacional y, probablemente, en el liderazgo de Pablo Casado.
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