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VISTALEGRE II Juan Moreno Yagüe, el 'sparring' de Iglesias

El diputado andaluz ha sorprendido a todos postulándose a la secretaría general de Podemos. Lleva consigo un inédito proyecto político para “revolucionar” el partido y la democracia española.

Juan Moreno Yagüe, diputado andaluz que se presenta a la Secretaría General de Podemos

DANIEL CELA

¿Quién osa plantarle cara a Pablo Iglesias? Juan Moreno Yagüe, diputado andaluz, vicepresidente tercero del Parlamento, es un malabarista de la política. Viene de la abogacía, un territorio donde se le buscan las vueltas a las palabras y a veces se usan las armas legales para vencer a la propia ley, “si la ley es injusta”.

Con esta premisa, Yagüe se hizo abogado, se hizo activista, se hizo político y diputado de Podemos, y ahora se presenta a la secretaría general del partido morado. No porque aspire a ser secretario general, sino porque era la única forma de que su documento político se debatiese en la asamblea estatal de Vistalegre II.

Atención: El diputado que pronuncia más palabras por minuto del Parlamento andaluz, de verbo aceleradamente hiperrealista, no quiere ser secretario general. Es más, hace unos meses presentó una propuesta de partido a las primarias de Podemos Andalucía en la que desaparecía la figura de secretario general y toda su ejecutiva, y se sustituía por un formato más horizontal, con más portavoces y menos jefes. Está aquí porque “no le ha quedado más remedio”.

El reglamento de Vistalegre II vincula la presentación de documentos a la existencia de candidaturas. Yagüe no tenía a 60 personas a mano para presentar una lista de candidatos al consejo ciudadano. “No existen 60 como él”, dice cariñosamente una de sus compañeras de bancada. Así que el carismático diputado concurre a la votación a secretario general, para la que sólo necesitaba un candidato: él. Y un avalista: su jefa, Teresa Rodríguez, líder de Podemos Andalucía. “¿Yagüe es el candidato de Podemos Andalucía?”, le preguntan los periodistas a la gaditana. “Yagüe representa a Yagüe”, bromea ella.

¿Quién es?, preguntará Pablo Iglesias sobre su inesperado contrincante, mientras éste empieza ya a acribillarle a mensajes en las redes sociales retándole a un cara a cara. Moreno Yagüe tiene 44 años, nació en Salamanca pero se crió en Sevilla. Es hijo de juristas, especializado en la lucha contra el fraude bancario, litigó en el caso Bankia contra las cláusulas abusivas, estuvo vinculado al 15M, al Partido X y más tarde entró en la lista electoral de Podemos al Parlamento andaluz, siendo elegido diputado por Sevilla, por detrás de Teresa Rodríguez. “No soy un friki de provincias”, dice él. No, no lo es. Yagüe no tiene el perfil de un sparring para Pablo Iglesias.

Probablemente es el diputado más hiperactivo, agitado e incombustible de todo el Parlamento andaluz. “Se las sabe todas”, admite un parlamentario socialista. Suele llegar a la Cámara a toda pastilla, casi volando, sobre uno de esos modernos patinetes eléctricos de una sola rueda. Es un fanático de la tecnología, de hecho, su propuesta política para Podemos vincula la democracia directa al uso de todos los aparatos electrónicos de comunicación.

En 2008 leyó en el periódico que una diputada de Valencia, de baja por maternidad, había votado por primera vez desde su casa los Presupuestos autonómicos, anticipandose al voto electrónico, que no se introdujo hasta 2011. Se le encendió una luz. “Yo también quiero”, se dijo. Dos años después, tras haberse empapado de toda la legislación al respecto, se presenta él solo en el Congreso y registra un escrito de 30 páginas (proyecto Democracia 4.0) solicitando participar en todas las votaciones desde su casa y argumentando por qué tiene derecho a hacerlo. “Aún no me han contestado”, recuerda.

Lo que le pasa a Yagüe es que, donde la gente lee un artículo, él ve una revolución. Le pasa con el artículo 23.1 de la Constitución Española: “Los ciudadanos tienen el derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes, libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal”. Aquí Yagüe lee en luces de neón fluorescente la palabra “directamente”. Directamente. Sin intermediarios.

El diputado andaluz está convencido de que la Constitución avala su derecho (el de todos) a participar “directamente” en todas las votaciones del Congreso, del Senado, en los Parlamentos autonómicos y en los ayuntamientos, participar en todas las votaciones legislativas desde casa, con un móvil. “Cuando se redactó la Carta Magna, nadie pensó que un día existiría Internet. Internet es un derecho fundamental”, dice. Yagüe no quiere ser líder de Podemos, pero tiene un Podemos revolucionario en la cabeza, un país utópico en la cabeza, y está deseando tratar todas sus ideas con Pablo Iglesias de tú a tú. Que le escuchen y se vote en Vistalegre II. El otro pilar de su documento es casi más radical que el primero: Eliminar el sistema de pago bancario, fulminar los bancos como administradores del dinero de la gente, y que cada uno deposite sus ahorros en la nube (otra vez Internet). “Mi documento político es más revolucionario que el del resto de candidatos”, advierte.

Fidel Castro y marihuana

Yagüe se toma muy en serio aquel lema de “Democracia Real Ya”. Cree que los principios políticos de la “Revolución Francesa están obsoletos”, y no es la primera vez que lo dice. Busquen en You Tube: “¡Quítense las pelucas!”. Encontrarán uno de sus más famosos yagüismos, neologismo acuñado en el Parlamento andaluz para describir su personalísima forma de entender la política. El diputado sube a la tribuna para defender la ley de Participación Ciudadana de IU, el mismo asunto que llevará a Vistalegre, y que considera “núcleo central del sistema democrático”.

Nada más subir a la tribuna, durante una sesión plenaria, se coloca una una peluca blanca simulando ser un diputado de la época victoriana, y ante todos promulga que el Parlamento es un ente oxidado y arcaico como institución de representación ciudadana. “Esta peluca es la que llevaban los parlamentarios en el siglo XVIII y XIX. Me la pongo porque aquí todos seguimos llevando pelucas, y lo que quiero pedirles es: ¡Quítense las pelucas!”.

Le pasa a todos los diputados de Podemos, pero quizá a Yagüe más que a ninguno, que el Parlamento, con sus tempos y sus reglamentos, se le antoja una camisa de fuerzas. Las instituciones se mueven despacio y aparatosamente, la calle va a un ritmo más acompasado con los problemas reales de la gente, pero también es lenta. Las redes sociales, en cambio, son el hábitat natural de Yagüe. A toda pastilla. Bajo el seudónimo @hackbogado en Twitter, lanza perlas a cuenta gotas, y muchas veces convierte sus 140 caracteres en noticia. Como cuando defendió la legalidad de la marihuana o cuando sacudió a la bancada de Podemos al celebrar la muerte de Fidel Castro, icono de la izquierda ortodoxa. “Otro dictador que muere en la cama. Uno menos”, escribió, poniendo en el aprieto a sus compañeros y, de paso, a los convergentes de IU. En otra ocasión cabreó a su compañera en la Mesa del Parlamento, la vicepresidenta segunda y diputada del PSOE, Verónica Pérez, que sufrió las chanzas de muchos cuando en plena guerra interna del Comité Federal socialista dijo aquello de: “Yo soy la única autoridad”. A los pocos días, Yagüe fue al pleno con una camiseta donde se leía aquella misma frase. Ya por entonces se había extendido el uso del yagüismo.

Consciente de haber creado un personaje difícil de encasillar, ahora pelea por que su propia personalidad no haga sombra a sus ideas. Porque él lo que quiere es debatir de ideas en Vistalegre. Ha votado a más mujeres que a hombres en su lista al consejo ciudadano, ha votado a Iglesias y a Errejón. Si le preguntan si es pablista o errejonista, responde que él es yagüista, pero como ahora lidera una lista con un solo nombre, y detesta los liderazgos, se apresura a lanzar un aviso a navegantes: “La primera regla del club de la lucha de Yagüe es que sólo puede haber un miembro. Sólo yo soy yagüista”.

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