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Los 109 campos de golf de Andalucía consumen el agua equivalente a más de un millón de personas en plena sequía

La Real Federación sostiene que el 70% es residual y regenerada. Expertos y ecologistas lo niegan y exigen frenar la construcción de nuevas canchas por su alto dispendio hídrico.

Una bola de golf en mitad de un campo, en una imagen de archivo
Una bola de golf en mitad de un campo, en una imagen de archivo. Pixabay

Andalucía lidera, de largo, el ranking de campos de golf en España. Sus 109 canchas representan una cuarta parte del total nacional, muy por encima de Castilla y León (46) y Cataluña (40). El dato no tendría mayor trascendencia si no fuera por el enorme consumo de agua que exigen este tipo de infraestructuras, particularmente en un área climática que registra elevadas temperaturas y sometida a frecuentes periodos de sequía cada vez más acusados.

Las cuentas no dejan lugar a la duda. Un metro cuadrado de césped necesita en regiones secas como Andalucía entre 1.500 y 2.000 litros de agua al año. De tal forma que un campo de golf de 18 hoyos consume el equivalente a una población de entre 10.000 y 15.000 habitantes, según el cálculo ofrecido por Santiago Martín Barajas, ingeniero agrónomo de largo recorrido en el activismo ecologista. En una extrapolación por su horquilla más baja, los 109 campos de golf gastan como mínimo la misma cantidad que una población superior al millón de personas cada año.

El consumo de agua ha experimentado un crecimiento exponencial en las últimas décadas. El mayor usuario del líquido elemento es la agricultura de regadío, a mucha distancia del resto. En torno al 70% de la capacidad hidráulica disponible se destina al cultivo. Le sigue el consumo humano, con más de un 20% del gasto. El uso recreativo acapara una cuota significativa y el golf es la actividad que fagocita el mayor volumen de agua de este capítulo.

La memoria de los Planes Hidrológicos 2022-2027, que se encuentran en tramitación administrativa, apuntan que el golf asume en torno al 2% del consumo total de agua de Andalucía. La demarcación hidrográfica de las Cuencas Mediterráneas, que incluye la Costa del Sol, integra 74 de los 109 campos de golf de la comunidad autónoma. Es también la que más gasto registra, en términos absolutos y relativos (2,4%).

El propio documento admite el "espectacular crecimiento" experimentado por el sector golfístico, sobre todo en la Costa del Sol occidental. En esta comarca, añade el informe, se registra la "concentración de campos de golf más importante del mundo".

La actividad deportiva representa un reclamo turístico de primer orden, a la vez que genera un impacto medioambiental notable en el contexto del cambio climático y la crisis hidráulica que se avecina en las próximas décadas. La Real Federación Española de Golf asegura que la mayoría de las canchas ya utilizan agua regenerada o desalada no apta para consumo humano. Un informe difundido en enero de 2019, y esgrimido ahora por una fuente de la RFEG consultada por Público, señala que el 80% de los campos menores de 18 hoyos usan agua de procedencia residual, mientras que en las praderas mayores ese porcentaje disminuye al 60%.

El informe se elaboró a partir de encuestas formuladas a los campos de golf de toda España. Se requirieron datos relacionados con las fuentes de extracción, tipo y calidad de agua, porcentaje de uso y regulación de fitosanitarios. Participó en el estudio el 58% de los clubes. El dosier señala también que el consumo de agua anual de un campo de golf fluctúa entre los 100.000 y los 300.000 metros cúbicos, en función de la extensión de césped.

El presidente de la RFEG, Gonzaga Escauriaza, ya argumentó entonces que el sector golfístico es el "primer interesado no solo en preservar sino en mejorar el medio ambiente". Y subrayó el "elevado número" de campos de golf que utiliza agua regenerada no apta para consumo humano. La RFEG sostiene que el volumen de agua destinada a uso deportivo es "residual" en comparación con otros sectores.

Los datos de la RFEG no concuerdan con la versión de expertos y ecologistas. El ingeniero agrónomo Santiago Martín Barajas niega que la mayoría de los campos de golf estén regados con agua regenerada. "No es verdad que se riegue con agua residual reciclada", declara a Público. "La gran mayoría están regando con agua de pozo. Digan lo que digan. Meten un diez por ciento de agua reciclada, que tienen que pagarla, y el resto es de pozo".

Martín Barajas cree que hay poner fin a la construcción de campos de golf en el sur de España, dadas sus severas condiciones climáticas y la escasez secular de recursos hídricos. "Son grandes consumidores de agua y contaminan el suelo con los productos fitosanitarios. Otra cosa son las zonas donde pueden regarse con la lluvia. Pero este es un consumo de agua que nuestro país no se puede permitir. Y con el cambio climático menos", asegura.

"Es un dislate", razona Rafael Yus, catedrático de Biología y coordinador local de Ecologistas en Acción en la comarca de la Axerquía malagueña. "No es una infraestructura aconsejable en nuestra climatología. Consume mucha agua y, además, en beneficio de una pequeña parte de la población".

Los campos de golf en la Costa del Sol se promueven asociados a proyectos urbanísticos de alto valor turístico. "Es un instrumento para prestigiar las urbanizaciones", indica. En la Axerquía hay solo dos campos de golf. Una tercera cancha está en fase de tramitación y ya ha suscitado las protestas vecinales y ecologistas. "Se quiere levantar en una propiedad del marqués de Larios [uno de los grandes latifundistas de Málaga]. Esta es una zona que ha funcionado desde el siglo XV como un sistema de pequeños huertos, en régimen de alquiler y muy repartidos. Con el campo del golf, todo esto desaparecería del mapa. Y eso es una barbaridad".

Con todo, Rafael Yus avisa que el problema principal para los limitados recursos hídricos no proviene de los campos de golf, sino de la agricultura de regadío. Precisamente, entre esta comarca malagueña y el sur de Granada se ha generado en las últimas décadas un creciente fenómeno de cultivos tropicales, que necesitan cantidades ingentes de agua.

Antonio Amarillo, responsable del Área de Agua de Ecologistas en Acción de Andalucía, participa de esta idea. "Desde la Junta de Andalucía se está mandando el mensaje de que el agua es solo un bien productivo. Y hay que determinar qué queremos hacer con el agua. ¿Lo consideramos como un recurso ilimitado? ¿Aumentamos el consumo sin límites de ninguna clase?".

En su opinión, en el futuro "no habrá agua disponible para todo". Y ya hay municipios sometidos a recortes en algunas comarcas de Andalucía, cuando, agrega Amarillo, es un "derecho humano reconocido". "No puede ser que se preocupen porque los campos de golf se puedan secar", afirmó en relación a las polémicas palabras del presidente de la Junta, "cuando hay ciudadanos sin acceso al agua".

La RFEG pone el foco en el dinamismo económico que genera la cultura del golf en Andalucía. Según un estudio de 2008, ya entonces facturaba 937 millones de euros y representaba un factor de "desestacionalización" del turismo y "revalorización inmobiliaria". Datos más recientes manejados por la Federación de Golf elevan esa cifra a 2.000 millones de euros.

La RFEG sitúa en 107 las canchas de Andalucía, dos menos que el recuento proporcionado por la memoria de los Planes Hidrológicos. Las licencias de golfistas a 31 de julio pasado ascienden a 289.028 en toda España, 48.858 de ellas en Andalucía.

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