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Almeida y el Orgullo: una difícil y tortuosa relación con Vox siempre en el retrovisor

La edición de este año supone la culminación de un desencuentro que ha ido a más en los últimos años, desde que en 2019 Almeida llegó a la Alcaldía de Madrid. 

Almeida
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, este viernes en un acto público en Madrid. Chema Mota / EFE

Las primeras horas del Orgullo de 2022 de Madrid han estado marcadas por las críticas de sus organizadores al Ayuntamiento la ciudad y el cruce de reproches con José Luis Martínez-Almeida, el alcalde de la capital. "¡Almeida, capullo, devuélveme el orgullo!", el eslogan más coreado en el pregón de esta fiesta, simboliza a la perfección la tensa y conflictiva relación que el alcalde de Madrid ha mantenido siempre con los organizadores de este evento y por añadidura con todo el movimiento LGTBIQ.

Podría decirse que la de 2022 es la primera celebración al completo en Madrid con Almeida en la Alcaldía. En ese sentido, la edición de este año supone la culminación de un desencuentro que ha ido a más en los últimos años, desde que en 2019 Almeida se puso la frente de la ciudad.

En 2019 Almeida apenas llevaba unos días con el bastón de mando y no tuvo casi nada que ver su en organización, aunque llegó a tiempo para eliminar parte de la campaña institucional y promocional del Orgullo que había dejado preparada el anterior equipo municipal de Manuela Carmena

Aquel fue el primero de muchos desencuentros, pero al menos en 2019 Almeida permitió que la bandera arcoiris ondease en la fachada principal del Ayuntamiento, algo que no ha vuelto a ocurrir en los tres años siguientes.
La edición de 2020 fue cancelada por la pandemia y la de 2021 celebró una versión muy reducida. Pese a ello, en esos dos años Almeida ya se negó a colocar la bandera LGTBI en la fachada del Ayuntamiento en Cibeles. Un gesto muy revelador en el que sin duda mucho tuvieron que ver las presiones de Vox. Almeida se amparó en una sentencia del Tribunal Supremo pese a que cientos de Ayuntamientos en España sí colgaron la enseña.

Un gesto, el de vetar la bandera LGTBIQ, que se repitió este año. La cosa, sin embargo, no ha quedado ahí. Ha habido más encontronazos entre los organizadores del Orgullo y el Ayuntamiento madrileño. Encontronazos que han ido a más en las últimas semanas.

Para empezar, a mediados de junio los organizadores denunciaron públicamente la falta de previsión y "descontrol absoluto" en la organización del Orgullo de Madrid. "La guerra que han declarado contra las banderas de la diversidad ha sido solo la punta de lanza de una intervención municipal que busca desmontar el Orgullo desde la propia administración, haciendo inviable su normal desarrollo y funcionamiento", denunció la portavoz del Grupo Mixto-Recupera Madrid Marta Higueras ante la aparente desidia del Ayuntamiento. 

Unos días después, el pasado 21 de junio, durante la rueda de prensa en la que se presentaban los actos del Orgullo de este año, Uge Sangil, presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales (FELGTB) acusó al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, de "lgtbifobia" por no colgar la bandera LGTBIQ en Cibeles y dijera que este "no es el alcalde de todos los madrileños". Unas palabras que molestaron a los dos concejales del PP presentes en el acto, que se levantaron muy indignados y se fueron diciendo que "la bandera se lleva por dentro".

El siguiente campo de batalla fue el ruido. El nivel de decibelios siempre es una de las principales preocupaciones de los organizadores del Orgullo. En 2016, con Manuela Carmena como alcaldesa, el Ayuntamiento de Madrid declaró el Orgullo evento de "especial significación ciudadana e interés general para la ciudad de Madrid" y decretó una excepción a la subida de los límites sonoros durante los días del Orgullo. Una especie de amnistía sonora a laque este año 2022 se ha puesto fin: el Ayuntamiento de Madrid ha decidido ampliar los límites sonoros durante el Orgullo, pero no aplicará una exención en toda regla, como había acordado previamente el Pleno municipal en una proposición no vinculante.

Esta decisión no ha gustado nada a la organización del Orgullo de Madrid, que hace apenas tres días cargó de nuevo contra el Gobierno municipal de José Luis Martínez-Almeida por no suprimir los límites sonoros establecidos durante el evento, porque, "compromete seriamente la viabilidad y la celebración" del festejo "con todas las garantías de seguridad". 

La última piedra en el camino ha sido la cancelación a última hora y sin avisar con la suficientemente antelación de varios conciertos que se iban a celebrar durante este miércoles en la Plaza del Rey (rebautizada Plaza de las Reinas para la ocasión) en el centro de Madrid. Almeida aludió a razones de "seguridad" por unas obras colindantes. Para muchos, una excusa para entorpecer el normal desarrollo de la fiesta. Finalmente, los conciertos cancelados se van a celebrar en otra plaza céntrica de la capital, la plaza de Barceló.

"No hay ningún boicot y conviene no crear controversias artificiales", fue la respuesta del alcalde a quienes le acusan de entorpecer el normal desarrollo del Orgullo. Su argumento es que el Ayuntamiento es el patrocinador del Orgullo.

Almeida también respondió a los que en el pregón le llamaron "capullo". "Los insultos siempre sobran y no es necesario mostrar las discrepancias mediante el insulto o la denigración", dijo el jueves en un tono serio en el que quiso mostrar su lado más conciliador. Lo ha hecho otras veces: de cara a la afición, se muestra cercano y comprensivo con el movimiento LGTBIQ cuando tiene un micrófono cerca, pero luego sus actos van en la dirección contraria.

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