Sábado, 10 de febrero. Los bomberos del Ayuntamiento de Madrid acuden al portal del número 56 de la calle Ocaña, en el barrio de Aluche, distrito de La Latina. Los vecinos habían llamado a emergencias pasadas las 9.00 horas, después de varios días notando un fuerte olor en las zonas comunes. Cuando llamaban a la puerta, nadie contestaba. Se imaginaban lo peor, ya que hacía tiempo que no se cruzaban con los los moradores, aunque nadie podía prever el grado de tristeza que aguardaba detrás de la puerta.

Los bomberos tuvieron que forzar la cerradura y, ya dentro, se confirmó una tragedia por partida doble: los dos ocupantes de la casa, una mujer de 87 años y su hijo de 54, llevaban días muertos, aunque no fallecieron a la vez. Según publica ABC, la Policía esbozó rápidamente la primera hipótesis. El hombre fue hallado en la cocina, donde habría muerto tras un fuerte golpe contra un mueble en una desafortunada caída. Peor era el caso de la madre, sin apenas movilidad y totalmente dependiente, que murió días después en su propia cama, sin comer ni beber en todo ese tiempo, ya que era su hijo el que se encargaba de atenderla.

Los policías nacionales que también se personaron en la casa comprobaron que los cuerpos llevaban posiblemente varias semanas fallecidos, ya que presentaban signos de descomposición. No apreciaron signo de actividad externa o delictiva. El hombre presentaba una gran brecha en la cabeza que, según las primeras hipótesis, le provocó un traumatismo craneoencefálico severo y mortal.

Según ABC, la comisión judicial ordenó la retirada de los cadáveres, ya en un avanzado estado de descomposición. La autopsia no revela signos de violencia, por lo que gana fuerza la hipótesis del accidente y su combinación con la soledad de la familia.

Prestaciones a la dependencia

El suceso ha conmocionado a los vecinos y es una clara muestra de la precariedad de cientos de personas dependientes y de la soledad no deseada en las grandes ciudades.

En España, según los datos oficiales, hay cerca de 1,5 millones de personas con algún grado de dependencia reconocida y más de 130.000 esperan una valoración con la que acceder a alguna prestación, que no siempre es económica. La ayuda a domicilio o una plaza en residencias asistidas son un pilar básico para que estas personas y los familiares que se encargan de ellas puedan vivir con dignidad y más facilidades. Pero este soporte no siempre llega.

La Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales denuncia que en 2022 murieron más de 45.000 personas dependientes que esperaban para recibir prestaciones a las que tienen derecho según la Ley de Dependencia. El Ministerio de Derechos Sociales, apunta esta organización, fue ampliando su presupuesto para la dependencia durante la pasada legislatura y habría logrado revertir hasta en un 90% los recortes sufridos tras las crisis de 2008, pero la situación sigue siendo complicada por diversos factores, entre los que denuncian la compleja burocracia, las trabas de algunas comunidades autónomas o, directamente, su falta de interés por ejecutar todo el presupuesto que les transfiere el Estado.

La Comunidad de Madrid no es la que peor gestiona sus recursos para la dependencia, aunque según la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, tarda más de un año en tramitar las solicitudes.