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Médicos de familia quemados en Catalunya: "Estoy decidiendo si volver a la consulta o no"

El estrés sostenido que ha supuesto la pandemia y sus consecuencias sobre un sistema sanitario ya tensionado previamente provoca un empeoramiento de la salud mental de los profesionales sanitarios, sobre todo en la atención primaria, y hace que cada vez más lo dejen o se planteen hacerlo.

Una professional de l'atenció primària de l'ICS Girona atenent una consulta per telèfon.
Una profesional de la atención primaria de l'ICS Girona atiende una consulta por teléfono. Imagen cedida de l'ACN para l'ICS

La pandemia ha impactado en la salud mental de toda la población, pero los profesionales sanitarios lo han vivido de forma agravada por un volumen de trabajo que ha ido creciendo a cada ola y las consecuencias que ha tenido sobre un sistema sanitario ya tensionado previamente. Prácticamente dos años después, las carencias estructurales no se han corregido y el personal está cada vez más al límite. La presión y el estrés no cesan, existen pocas perspectivas de cambios en el horizonte y eso está haciendo que cada vez más profesionales se planteen si quieren seguir con su trabajo, especialmente en la atención primaria.

Según un estudio, el 60% de médicos de familia sufrían burnout a finales de 2020

En este ámbito, prácticamente un 60% de profesionales sufrían burnout a finales de 2020, según un estudio de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (CAMFiC). Era en plena tercera ola. Ahora ya estamos en la sexta y la situación ha empeorado.

Blanca de Gispert lleva casi medio año sin pasar consulta después de 15 años de ser médica de familia en un centro de salud de Barcelona. Después del verano decidió acogerse a una excedencia voluntaria y por el momento no se plantea volver. "Me sentía muy desmotivada, tenía mucha tensión y estrés. Seguramente burnout. Yo veía que no mejoraba, la situación seguía siendo muy adversa, y no remontaba", explica en una videollamada con Público.

Tensión, frustración, cansancio, estrés y alerta constante son algunas de las sensaciones con las que los profesionales se identifican. La médica señala que antes de la Covid la situación de la primaria ya era precaria, pero que con la pandemia el aumento del volumen de trabajo ha sido exponencial. A cada ola ha sido peor, y entre ellas no han podido descansar en el intento de recuperar todo lo que había quedado en pausa. "Decidí parar, necesitaba un cambio", afirma.

Y no es la única, sino que después de hacerlo público, muchos compañeros se le acercaron para transmitirle una situación similar: "Somos muchísimos". La "resiliencia" de este colectivo profesional es muy elevada, explica, y esto hace que los profesionales aguanten y pongan cada vez más de su parte: "Para mí ha llegado un punto en el que no lo vale todo. Tiene un coste que no es asumible, ni a nivel personal ni para los pacientes".

Más casos y más complejos

Antoni Calvo, psicólogo y director de la Fundación Galatea, apunta a que la demanda de ayuda de profesionales sanitarios crece, pero, sobre todo, "se incrementa la complejidad" de los casos. Esto ha hecho que durante la pandemia haya un 30% más de derivaciones a la Clínica Galatea, que atiende a los casos más graves. Esta fundación, creada en 2001 por el Consejo de Colegios de Médicos de Catalunya, vela por la salud mental y emocional del colectivo y ofrece diferentes tipos de atención psicológica y psiquiátrica.

De Gispert pudo pedir una excedencia porque tiene plaza fija, pero no es la realidad mayoritaria, además de lo que supone no ingresar un sueldo a fin de mes. Con la inestabilidad laboral que hay en el sector, pedir la baja es en muchos casos la única opción, aunque se interponen otras barreras, como el estigma. "Cuesta mucho porque tenemos muy interiorizada nuestra vocación. Nos cuesta mucho parar, admitir que todo tiene un límite y aceptar que no podemos más", dice la médica. "Las profesiones sanitarias están muy educadas para ayudar a los pacientes, pero poco para la conciencia de su propio sufrimiento emocional", añade Calvo.

Seis de cada 10 profesionales atendidos trabajan en la primaria

El hecho de que el resto del equipo vaya saliendo adelante, y, sobre todo, la sensación de dejarlo en la estacada si se marcha, también supone un freno. En este contexto de pandemia es muy difícil encontrar a sustitutos. De Gispert no sabe si volverá a la consulta. No quiere dejar la medicina, pero sí se plantea realizar un cambio: "Estoy decidiendo si volveré a la consulta o no. Se me hace muy difícil".

La Fundación Galatea ha atendido a más de 2.200 profesionales en estos casi dos años, con más de 5.600 intervenciones psicológicas. Actualmente, casi seis de cada diez profesionales atendidos trabajan en la atención primaria. Hasta hace unos meses se trataba del 50%. La mayor parte son mujeres, género mayoritario del sector, y ha habido un incremento del 12% de profesionales jóvenes, por ejemplo, médicos residentes.

Uno de ellos es Amaia Erraiz, residente de cuarto año. En mayo habrá terminado la especialidad y podrá ejercer como médica de familia, pero no sabe si querrá. Actualmente está de baja y en tratamiento con una psicóloga de la Fundación. "Empezaba el día con una lista de 85 pacientes y me di cuenta de que ya no quería trabajar así. No quiero, no puedo", explica en una videollamada con Público.

"Hay una parte de mí que se plantea no ser médica. No es como yo entiendo la medicina"

Después de años estudiando, trabajar, hacer el MIR y la residencia, se plantea si realmente pasar consulta en este sistema que "no funciona" es lo que quiere. "Hay una parte de mí que se plantea no ser médica. No es cómo yo entiendo la medicina", dice.

Listas inacabables de pacientes, visitas telefónicas, meses sin realizar seguimiento a pacientes crónicos, retrasos diagnósticos y en el tratamiento son algunas de las cosas que más preocupan a Erraiz y que la llevaron a pedir ayuda psicológica. En su centro, de 14 médicos sólo hay seis trabajando, ya sea por excedencias o bajas -de maternidad u otros tipos- que no se han cubierto. "Pensé: ‘O paro o se me lleva por delante’. Cada vez hay más gente en esta situación. Nos quisieron poner un punto de 'superhéroes' que no es real, somos personas", apunta.

La sensación de no poder hacer bien su trabajo y la desesperación que esto le causaba, incluyendo ataques de ansiedad, la impulsó a ponerse en contacto con la Fundación Galatea. Erraiz señala que durante los años de formación y estudio sabía que el sistema público acumulaba años de recortes y falta de inversión, pero que la sanidad pública en nuestro país, a pesar de tener deficiencias, era "un sistema que funcionaba" y referente en todo el mundo. Sin embargo, en los últimos dos años se ha empezado a cuestionar si se puede hacer algo: "Desde dentro ves que no funciona".

La necesidad de ver señales de cambio en el sistema

El director de la Fundación Galatea señala que al inicio de la pandemia, las principales patologías que detectaban eran cuadros de ansiedad, estrés y depresión "vinculados al miedo al contagio, a dejar el equipo en la estacada, a contagiar la familia"... También por no disponer de protocolos ni equipos de protección. Ahora ha evolucionado y perciben "frustración, agotamiento, rabia" y "una gran necesidad de ver señales en el propio sistema de salud" de que existen opciones de cambio. La falta de ellos es lo que en última instancia provoca que muchos profesionales se vean obligados a parar, ya sea de forma temporal o no.

Según la CAMFiC, un 36% de médicos de primaria se plantea dejar la profesión

Calvo señala la importancia de pedir ayuda cuando se detecta el problema porque sino "se va consolidando el sufrimiento" y resulta más difícil tratarlo. En algunos casos, puede derivarse en un trastorno mental. El sufrimiento emocional también se relaciona con un mayor riesgo de consumo de sustancias que crean adicción, algo que no es nuevo entre los profesionales sanitarios.

"El sistema sanitario ya estaba tocado de base desde 2008. Tenía sus limitaciones, que con la pandemia se constataron aún más", dice Calvo. La falta de reformas "estructurales" tiene también un impacto en el bienestar de los profesionales, saturados, muchas veces, por cuestiones como la burocracia a la que se enfrentan a diario. La gestión de decenas de bajas por Covid les aleja de la atención médica, denuncian. "Los profesionales necesitan ver señales de mejora dentro del sistema. Después de dos años existe una incomprensión, tensión, frustración y cansancio que mucho más tiempo no se podrá aguantar", añade Calvo.

Según la Fundación, en el verano de 2020 un estudio apuntaba a que entre un 3% y un 5% de profesionales se planteaban dejar la profesión. Lejos de ser una cifra menor, Calvo advierte que ante la falta generalizada de profesionales el sistema no puede permitirse perder ni uno. Según el estudio de la CAMFiC, entre los médicos de primaria esta proporción ascendía al 36% a finales de 2020.

Para Gispert y Erraiz, es una opción. La segunda se plantea dedicarse a la medicina rural para seguir con la atención primaria, pero a otro ritmo, aunque también piensa en dejarla y trabajar haciendo guardias en un hospital. Ambas conocen a profesionales que se han marchado del país hacia otros con mejores condiciones laborales. "Estamos cansados de trabajar así, lo hemos hecho mucho tiempo y ahora no debería hacer falta. Debería haberse previsto, pero no se ha hecho nada", concluye Erraiz.

Atención psicológica al alcance

La Fundación Galatea ofrece en Catalunya diferentes tipos de apoyo a los profesionales sanitarios, ya sea de manera individual o grupal, presencial y virtual, y también realiza intervenciones en los equipos. El teléfono para solicitar atención psicológica es el 900 670 777.

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