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Movilidad en Madrid Almeida devuelve el asfalto a Arenal y Montera para mejorar la circulación rodada en calles peatonales

El Ayuntamiento de Madrid destina 2,5 millones para modificar el pavimento de dos importantes calles comerciales del centro. El equipo de Gobierno niega que se trate de una despeatonalización y señala a la necesidad de mejorar la movilidad del transporte de mercancías.

Imagen de las obras de repavimentación de las calles Montera y Arenal.
Imagen de las obras de repavimentación de las calles Montera y Arenal. CEDIDA/Ayuntamiento de Madrid

La calle Arenal y la calle Montera, en el centro de Madrid, están siendo remodeladas por el Ayuntamiento, que ha apostado por el asfaltado de estas dos emblemáticas vías cuyo pavimento estaba compuesto por adoquinado. La actuación costará 2,5 millones de euros y no supondrá el tránsito continuado de coches a las dos arterias que nacen de la Puerta del Sol, según indican fuentes del área de Gobierno de Obras y Equipamientos, que especifican a Público que el suelo no quedará cubierto de asfalto como tal, sino de un "microaglomerado con árido granítico".

Desde el Consistorio dirigido por José Luis Martínez-Almeida explican que el motivo de las obras no guarda relación con la vuelta del coche a estas calles, las cuales fueron peatonalizadas por Gallardón hace más de una década, sino a la necesidad de mejorar el mantenimiento de un pavimento muy desmejorado por el paso constante de camiones y furgonetas que nutren a los comercios de la zona. "Ayudará a reducir el ruido de rodadura", dicen fuentes municipales, y "se incrementará la comodidad del tránsito peatonal al tratarse de un pavimento sin juntas".

La obra de la calle Arenal tiene un coste total de un millón de euros y sustituirá el pavimento por este microaglomerado desde el principio de la avenida hasta la plaza de Isabel II, en Ópera. Por su parte, las reformas de la calle Montera tendrán un coste de 1,5 millones de euros, que serán cubiertos a medias por el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad de Madrid –750.000 euros cada Administración–.

Las primeras imágenes han levantado polémica en colectivos ciudadanos, que han interpretado las obras como una vuelta al asfalto. Si bien, desde el Ayuntamiento inciden en la idea de que los coches no volverán a circular por esta zona, salvo aquellos con autorización para carga y descarga de mercancías, las organizaciones ecologistas cuestionan la medida. Adrián Fernández, ingeniero de Obras Públicas y miembro de Greenpeace, reconoce que el pavimento que había antes presentaba grandes problemas para su mantenimiento, pero pone en duda el material elegido por el Ejecutivo municipal. "Podrán decir que no es asfalto, pero en el momento en que se separan dos segmentos de una vía lo que se está haciendo es favorecer la despeatonalización", expone, en referencia a la diferenciación de tramos cn dos colores diferentes que dejarán las obras, con una calzada central por donde circularán los vehículos de transporte y unas aceras en los laterales.

Daniel Azurza, experto en planificación urbana, considera que este tipo de intervención puede ser "muy negativa para el peatón", puesto que se está generando un espacio de circulación en el que "va a predominar el vehículo de carga y descarga" y se va a dar facilidad a "que entren coches a los aparcamientos" del centro, además de bicicletas y patinetes. "Aunque no circule ningún coche, con esta estructura, la inercia es la de caminar en los laterales en las aceras y dejar el centro a los vehículos".

"No nos parece bien", critica Juan Bárcena, portavoz de Ecologistas en Acción. "Una cosa es que haya necesidad de arreglar baches en estas calles, pero es brutal que se cambie así el pavimento de calles que llevaban muchos años siendo peatonales, no creo que sea lo más adecuado", agrega.

Aunque el Ayuntamiento niega que se trate de una despeatonalización, la estructura de la calle abre la posibilidad a que los coches puedan moverse con mayor facilidad. Más allá de camiones y furgonetas de reparto, las dos calles se ubican en pleno centro de la capital en un área comercial importante con parkings como el de la Plaza del Carmen, paralelo a Montera, o el aparcamiento de Las Descalzas, paralelo a Arenal. Además, ambas vías son cercanas al Corte Inglés de la Puerta del Sol y Preciados, que dispone de servicio de aparcamiento privado, por lo que las obras desplegadas por el Ayuntamiento podrían favorecer la circulación de coches privados para acceder a estos centros de estacionamiento. A ello se suma la suspensión de Madrid Central que deja en el aire la entrada de vehículos contaminantes en esta zona de la capital.

Fernández pone el foco en "algo más profundo" como el "problema que Madrid arrastra con el sistema de carga y descarga de mercancías". Para el experto, hace falta una planificación diferente que impida el tránsito constante de vehículos pesados por calles peatonales como estas. Aunque a priori pueda no parecer guardar relación con el cambio del pavimento de estas calles, el propio Ayuntamiento reconoce que las obras llegan por los desperfectos generados en el pavimento adoquinado por parte de los vehículos pesados que llevan mercancías a los comercios y bares de la zona. En ese sentido, Fernández reclama una transformación hacia "un modelo de reparto basado en la micro logística" de proximidad. "Es algo que requiere un cambio completo, habilitando puntos de suministro cercanos para garantizar que el reparto se pueda hacer con vehículos más pequeños, incluso con bicicletas, que tienen capacidad de carga de hasta 140 kilogramos", añade.


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