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El periplo de los trabajadores transfronterizos para recuperar su empleo en Melilla

La reapertura de la frontera de la ciudad autónoma con Marruecos permite la entrada de trabajadores, pero la reincorporación a su puesto de trabajo depende de si el empleador ha mantenido la vacante y de renovar la documentación.

Un vigilante de seguridad pide documentación a dos personas que pasan a España desde Marruecos en Ceuta, a 17 de mayo de 2022, en Ceuta (España).
Un vigilante de seguridad pide documentación a dos personas que pasan a España desde Marruecos en Melilla, a 17 de mayo de 2022. Antonio Sempere / Europa Press

La normalización de las relaciones entre España y Marruecos sigue adelante con la reapertura "gradual y ordenada" de la frontera de la ciudad autónoma de Melilla con el país vecino. Hace 15 días se abrió el paso fronterizo de Beni Enzar, tras 26 meses cerrado, para permitir la entrada y salida de ciudadanos españoles, extranjeros con permiso de residencia y con visado Schengen que permite la movilidad por cualquier territorio de la Unión Europea.

Esta pasada medianoche dio comienzo la segunda fase: ya pueden cruzar de un lado al otro de la valla los trabajadores marroquíes transfronterizos, pero solo los que tienen la documentación en vigor. De los 1.847 empleados transfronterizos en el año 2020, actualmente solo 80 cumplen todos los requisitos para reiniciar su vida en el punto en el que la dejaron hace dos años y dos meses, según los datos facilitados por Delegación del Gobierno en Melilla.

Quizás por esa razón, el movimiento a ambos lados de la frontera ha sido más que escaso, tanto durante la madrugada como a primera hora de este martes. Apenas han cruzado la verja unos pocos vehículos y alguna persona andando, aunque no eran trabajadores, han explicado a Público.

Latifa, Tarek, y Cherifa son tres trabajadores transfronterizos que han esperado esta reapertura desde que el 15 de marzo de 2020 Marruecos cerrara la frontera con Melilla de forma unilateral con motivo de la crisis sanitaria del coronavirus. La incertidumbre y las dudas les han acompañado durante todo este tiempo en el que su vida dio un vuelco al verse sin empleo e incluso atrapados en un país ajeno, lejos de su familia a la que solo veían por videollamadas. Sin embargo, solo uno de ellos puede retomar hoy su trabajo.

Latifa: "Lo peor de estar atrapada en un país que no es el mío es la distancia con mi familia"

"Realmente esperaba la reapertura de la frontera para poder regresar a casa y estar con los míos", cuenta Latifa. Esta mujer es empleada del hogar y en realidad no ha dejado de trabajar en estos dos años. El cierre fronterizo la sorprendió en casa de la familia para la que trabaja. "Me prepararon una habitación para mí y me acogieron como a una más", afirma. Latifa ronda los 50 años y lleva diez trabajando para la misma familia. Se encarga de limpiar el hogar de la señora mayor a la que cuida, también cocina y hace la compra. "Cumplo mi horario y luego el resto del día es para mí, pero con el confinamiento y la imposibilidad de volver a casa, no podía hacer mucho más".

Un hombre cruza el paso fronterizo de Beni Enzar, entre Marruecos y Melilla, este martes 31 de mayo.
Un hombre cruza el paso fronterizo de Beni Enzar, entre Marruecos y Melilla, este martes 31 de mayo. Victoria Lobo

Esta mujer aleja cualquier duda sobre sus empleadores y los rumores que corren en el sector del hogar y las internas: "Sé que hay quienes no tratan bien a sus muchachas, pero yo estoy muy contenta con los míos, nunca hemos tenido ningún problema y siempre nos hemos respetado". Ella es una de las pocas trabajadoras del hogar que tiene contrato, está dada de alta en la Seguridad Social y cobra algo más que el Salario Mínimo Interprofesional. Además, sus empleadores han ido renovando su permiso de trabajo a lo largo de todo este tiempo, por lo que tiene toda la documentación en regla. "Lo peor de estar atrapada en un país que no es el mío es la distancia con mi familia. Tengo a mi madre muy mayor y enferma y temía que se infectara de covid, muriera y no pudiera ir a su entierro", relata con la voz temblorosa.

A Cherifa nunca le han hecho contrato y ahora no puede cruzar la frontera

Hoy ya puede abrazarla, recuperar su rutina, sus horarios y regresar a su casa en la localidad marroquí de Beni Enzar. El régimen de trabajadores transfronterizos les obliga a pernoctar en su país de origen y abandonar Melilla pasadas las diez de la noche, sin embargo el cierre de frontera la obligó a permanecer en la ciudad. Esta situación excepcional evitó que ella, así como otros tantos ciudadanos marroquíes atrapados recibieran la orden de expulsión que se daría en circunstancias normales.

La historia de Cherifa es radicalmente opuesta. En su caso, la frontera se cerró estando en su casa, en la pequeña localidad de Taurirt. Comparte su testimonio mediante audios de WhatsApp, en los que mezcla el castellano con algo de francés. Cherifa tiene cerca de 60 años y también es empleada del hogar, lleva más de la mitad de su vida trabajando para diferentes familias melillenses, pero nunca le han hecho contrato. "Gracias a Dios tengo salud, mi marido y yo estamos bien, pero yo he perdido mi trabajo y la tienda de mi esposo da lo justo para ir tirando", relata.

Cherifa: "No tengo nada"

Para Cherifa, la frontera de Melilla sigue cerrada a pesar de ser realmente una trabajadora transfronteriza. Sin contrato de trabajo no puede cruzar a la ciudad autónoma para retomar su empleo. No tiene ningún documento que acredite su experiencia como empleada del hogar porque las familias para las que trabajaba le pagaban en efectivo. "No tengo nada", suspira. Su mayor consuelo es que desde la reapertura de la frontera de hace dos semanas, sus hijas y nietos, todos ellos melillenses, han podido cruzar a Marruecos para visitarla. "Se acabaron las videollamadas", sonríe.

Como esta mujer no cumple ningún requisito para acceder a España, deberá esperar hasta el 15 de junio, fecha hasta la que se extienden las actuales condiciones de entrada a Melilla, para conocer si decaen o si se prorrogan. Ella es solo una de las miles trabajadoras transfronterizas que trabajaban de forma irregular en Melilla. Según estimaciones de CCOO, la cifra de empleados sin contrato podría duplicar la de trabajadores legales, ya que a ellos hay que sumar las mujeres porteadoras que también perdieron el empleo con el cierre fronterizo y cuyas imágenes con fardos cargados sobre la espalda son "escenas del pasado", según Sabrina Moh, delegada del Gobierno.

En Melilla, la cifra de empleados sin contrato podría duplicar la de trabajadores legales

Entre un extremo y el otro se encuentra Tarek, un joven treintañero, vecino de Farhana, que trabajaba para una pequeña empresa haciendo reparaciones de fontanería y electricidad en Melilla. Tarek sí tenía contrato y permiso de trabajo, documentación que ha caducado en estos dos años. "Ahora empieza el papeleo", dice entre risas en referencia a los requisitos para renovar los permisos y reincorporarse a su empleo.

El periplo de Tarek sigue una serie de pasos para regularizar su situación y renovar los papeles: deberá obtener un visado especial en el consulado de España en Nador, válido solo para un día, entrar a Melilla, cumplimentar todos los impresos en Extranjería y realizar la toma de huellas dactilares requerida para conseguir una nueva tarjeta de identidad de extranjero (TIE), que es el documento que lo acredita como trabajador transfronterizo. "En el fondo tengo suerte", dice Tarek, "porque mi empleador quiere que vuelva al trabajo". Ha pasado estos dos años con alguna que otra reparación entre sus vecinos, lo justo para ir tirando porque "aquí (en Marruecos) no hay dinero".

Estos tres testimonios son solo una pequeña muestra de la situación que viven los trabajadores transfronterizos de Melilla y las circunstancias a las que se enfrentan por tener o no un papel, que en ocasiones depende de la voluntad del empleador y puede marcar la diferencia a la hora de seguir adelante.

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