Este artículo se publicó hace 3 años.
La Policía no logra poner freno al auge de las fiestas ilegales en Madrid
Las asociaciones de vecinos denuncian la laxitud y la sensación de "barra libre" del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso ante la extensión de estos eventos en la capital, mientras fuentes policiales tienen claro que estas actividades seguirán mientras haya restricciones. Pero el delegado del Gobierno asegura que "el peso de la ley caerá sobre los responsables".
Jorge Otero Maldonado
Madrid-Actualizado a
Desde hace ya al menos tres meses, la escena se repite, invariable, un fin de semana tras otro: cada lunes los medios de comunicación informan del importante aumento de fiestas ilegales detectadas por la Policía en Madrid, una ciudad que sigue cercada por la pandemia y que todavía presenta una incidencia acumulada de casos por cada 100.000 habitantes de 559 y casi el 50% de sus camas UCI ocupadas por enfermos de covid. Ni siquiera la tercera ola ha conseguido frenar el ocio nocturno ilegal en Madrid, una ciudad percibida, sobre todo por los turistas extranjeros, como el centro de la fiesta.
Las cifras son irrebatibles: Madrid es una fiesta casi permanente. Sólo este pasado fin de semana, la Policía Municipal de Madrid canceló 418 fiestas ilegales en domicilios y otros locales que incumplían claramente la normativa contra la pandemia, sin mascarillas y sin distancia de seguridad. Además, los agentes municipales impusieron 450 sanciones por hacer botellón y otras 1.055 por saltarse el toque de queda. Por si esto fuera poco, la Policía Nacional detuvo a otras 53 personas, identificó a 4.500 y puso 1.200 propuestas de sanción en toda la comunidad autónoma.
Lamentablemente, no son hechos aislados. La tendencia ha ido claramente a más desde que a principios de noviembre el Gobierno de Pedro Sánchez decretara la prórroga del Estado de Alarma hasta el 9 de mayo de 2021. Sin embargo, desde principios de año se ha acentuado el problema. Sirva como ejemplo lo ocurrido los dos fines de semana anteriores a este: el primero de febrero fueron 395 las fiestas ilegales en locales y domicilios detectadas por la Policia Municipal, y el último de enero, 437. Sólo en lo que va de año 2021 la Policía Municipal de Madrid ha intervenido en casi 2.500.
La magnitud del problema es enorme porque no se trata sólo de reuniones en casas de amigos. Son fiestas con varias decenas de personas, muchas en pisos turísticos, pero hay otras en restaurantes, bares o locales destinados a otro uso, como pueden ser un almacén. Las autoridades se ven desbordadas ante este aluvión fiestero. Solo el temporal de nieve del pasado mes de enero fue capaz de parar el alud de fiestas durante unos días.
"Este es un problema que se está empezando a vivir de manera acuciante desde principios de este año. Cada vez se utilizan más los pisos turísticos para hacer este tipo de fiestas que afectan gravemente a la salud pública y que pueden incurrir en delitos graves", resumía el pasado viernes Quique Villalobos, presidente de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) tras reunirse con el delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco para encontrar soluciones a este asunto que les afecta por un doble motivo, especialmente en el centro de Madrid: además del riesgo sanitario, está el ruido y la imposibilidad de descansar.
Todo ello ocurre pese a que la Policía Municipal ha intensificado los controles con un dispositivo especial formado por 218 agentes, complementados con los turnos ordinarios de las unidades integrales de distrito (UID) y con drones. También la Delegación del Gobierno en Madrid se ha comprometido a tomar cartas en el asunto y a colaborar con la Policía Municipal de Madrid. Así lo anunció el delegado del Gobierno en la región, José Manuel Franco, el pasado viernes tras su reunión con representantes de las asociaciones de vecinos.
Tras ese encuentro, el delegado del Gobierno en Madrid, además de reiterar su disposición a colaborar, puso el dedo en la llaga al señalar que las fiestas ilegales en Madrid, sobre todo en los pisos turísticos, "son una auténtica desvergüenza que tiene que ver con fines económicos. Incluso, me dicen los vecinos, se organizan excursiones para asistir a estos pisos". Franco dio a entender que existen redes de "profesionales" que se dedican a organizar fiestas en el centro de Madrid.
Las fuerzas de seguridad también advierten de que algunos empresarios de la noche -no son todos, dejan claro- están detrás de estas fiestas. "Tienen sus locales cerrados pero tienen la infraestructura. Desde sus equipos de música, a camareros o DJ. Buscan otros lugares menos controlables y abren el negocio", dicen a la agencia Efe.
En ese sentido, los representantes vecinales del centro de Madrid denuncian que se están ofertando en internet paquetes por 150 euros que incluyen viaje desde Francia a Madrid en avión y fiestas en pisos turísticos. Calculan que al menos la mitad de las fiestas que se celebran pasan desapercibidas y que al menos 300.000 personas han acudido a estos eventos ilegales.
Sin embargo, los vecinos, no culpan a la Policía, sino que más bien señalan a las autoridades de la Comunidad de Madrid por la sensación de "impunidad" que se vive en la capital ante esas fiestas. La laxitud de las medidas contra el coronavirus centran el foco del debate. "Esto forma parte de un fenómeno superior que a nuestro entender tiene que ver con el mensaje que se está trasladando de manera irresponsable por la Comunidad de Madrid en el sentido de que da la sensación de que en Madrid se puede hacer cualquier cosa, de que hay barra libre para este tipo de eventos", declaraba el viernes Villalobos.
Una barra libre que implica un efecto llamada, sobre todo entre turistas franceses, que en las últimas semanas llenan las calles de Madrid los fines de semana. En Francia las restricciones contra la pandemia son muchísimo más severas que en Madrid. En París, por ejemplo, el toque de queda es a las seis de la tarde y la hostelería, museos y otros centros de ocio permanecen cerrados desde el pasado mes de noviembre. Un caldo de cultivo perfecto para que los jóvenes franceses vengan a airearse a Madrid, sobre todo si les ofrecen un paquete completo por 150 euros para todo el fin de semana.
Precisamente este pasado lunes, la prestigiosa revista Paris-Match publicaba un reportaje bajo el ilustrativo titular de Madrid: el escalofrío y la fiesta en el que se hacía eco de la difícil situación de la pandemia en Madrid, pero al mismo narraba como la ciudad vive como si el coronavirus casi no existiera, con las terrazas llenas, los bares y restaurantes abiertos, aunque sea hasta las nueve de la noche, junto a los teatros, cines, salas de concierto y museos. Y un toque de queda hasta las diez de la noche. Sorprendida por la laxitud de Madrid, la revista recoge el testimonio de varias turistas francesas, alegremente sorprendidas por las medidas en Madrid: "Aquí tengo la impresión de revivir. Hace una semana estaba encerrada en veinte metros cuadrados", dice una de ellas en el reportaje.
Según los últimos datos del Ayuntamiento de Madrid, los turistas procedentes de Francia han pasado a ser el grupo más numeroso entre los que visitan Madrid. El pasado mes diciembre representaron el 11% del total de turistas que llegaron a la capital de España. "Acogemos cada fin de semana a nuevos turistas que quieren escapar a las restricciones. Los franceses representan algo más del 10% de los nuevos visitantes", confirma a Paris-Match Héctor Coronel, director de turismo del Ayuntamiento de Madrid. Y muchos de ellos acuden a fiestas en pisos turísticos.
"Aquí tengo la impresión de revivir. Hace una semana estaba encerrada en veinte metros cuadrados", dice una turista francesa
En su artículo, Paris-Match crítica la actitud del Gobierno regional de Isabel Díaz Ayuso ante una situación que "no es mejor que en otro lugares". La revista francesa coincide con las asociaciones de vecinos de Madrid y acusa acusa a la presidenta madrileña de fanfarronear con el covid. En este sentido, ni a los vecinos ni a Paris-Match les falta razón: el pasado 6 de febrero el consejero madrileño de Hacienda y Función Pública, Javier Fernández-Lasquetty, defendió la apuesta por "mantener Madrid abierto", y celebró la afluencia de turistas franceses detectada en las últimas semanas, aprovechando que aquí las limitaciones derivadas del coronavirus son menores que en su país. "Nos alegra muchísimo si en este momento están viniendo ciudadanos de Francia, lo peor sería que sucediera lo contrario", declaró Lasquetty al tiempo que indicó que Madrid demuestra "que se puede luchar eficazmente contra la pandemia sin llegar al cierre total".
"Hasta las últimas consecuencias"
Quien no fanfarronea, o al menos eso pareció el pasado viernes, es el delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco. Ajeno a la polémica de la laxitud de las medidas, Franco quiso enviar un mensaje contundente: "Vamos a investigar y llegar hasta las últimas consecuencias. Hay un registro de pisos turísticos en Madrid y hay que ver quiénes son los propietarios que alquilan estos pisos y hay que ver a quién se alquila estos pisos. Luego también hay ver lo que sucede dentro de estos pisos. La situación es muy complicada, pero vamos a investigar desde quién promueve estas fiestas hasta las condiciones en que se alquilan estos pisos. El peso de la ley caerá sobre los responsables".
Franco apuntaba, entre otros a los propietarios de los pisos turísticos. Desde Madrid Aloja, una de la principales asociaciones de particulares, gestores y propietarios de alquiler vacacional de la Comunidad de Madrid con más de 5.000 miembros, apelan a la tranquilidad: no se consideran responsables de lo que ocurre dentro de los pisos, entre otras cosas porque cumplen con la normativa vigente en Madrid que regula este tipo de establecimientos y porque firman un contrato que les protege. Sin embargo, los propietarios son conscientes de que puedan estar en el punto de mira: "Si ahora alguien te alquila el piso por un día o dos, hay más probabilidades de que sea para liarla", reconocen.
"Si ahora alguien te alquila el piso por un día o dos, hay más probabilidades de que sea para liarla"
"La realidad es que los propietarios o los gestores de los pisos deben tener firmado un contrato con los inquilinos, que en cualquier los casos deben estar perfectamente identificados. La Policía Municipal va a pedir a los propietarios los datos de la persona que viene a alquilar la casa. Si ese contrato no existiera, irían contra el propietario. El contrato es el camino para abrirle un procedimiento sancionador o lo que sea a la persona que ha organizado la fiesta o en su caso el arrendatario", afirma el portavoz de Madrid Aloja.
Madrid Aloja confirma que en los últimos "dos o tres meses" se ha detectado un aumento en el alquiler de pisos turísticos tras unos meses de paralización casi total del negocio, así como una mayor afluencia de turistas franceses entre sus clientes. Su portavoz achaca este repunte, que está muy lejos del nivel normal sin pandemia, a lo que ya algunos psicólogos han bautizado como "fatiga pandémica": "Notamos que poco a poco, a medida que va avanzando la pandemia, el nivel de cansancio de la gente por las restricciones es mayor. Ahora la gente está empezando a convivir con la pandemia, pero es verdad que desde el mes de noviembre ha habido un ligero aumento, sí".
Sea por lo que sea, lo que ahora está sobre el tapete es encontrar fórmulas para frenar esta pandemia de fiestas ilegales. La acción policial no parece suficiente y muchas de las fiestas parecen escapar a su radar. La ley en este sentido es muy garantista para el inquilino, recuerdan desde Madrid Aloja. Además, desde esta asociación señalan la dificultad de hacer que los extranjeros paguen las multas que pueden recibir los asistentes a estas fiestas, que pueden llegar a los 2.400 euros: "Si un extranjero va a una de estas fiesta, no paga la multa siquiera, pues no hay convenio con muchos países o la Policía no tiene manera de comprobar su domicilio habitual".
Tampoco la Policía puede entrar en un piso así como así, ni siquiera en pleno Estado de alarma: necesitaría la orden de un juez para comprobar si hay más gente de la permitida en un piso, y si no hay una orden, solo puede hacerlo si el titular o inquilino les da permiso. La Policía también puede entrar si tiene pruebas de que se esté cometiendo un delito flagrante, pero las reuniones de más de seis personas en principio no lo son, aunque si se considerara un delito contra la salud pública, los agentes podrían actuar y tener más medios.
"La situación es muy complicada", reconoce el delegado del Gobierno en Madrid
Fuentes policiales consultadas por Efe tienen claro que estas fiestas alternativas seguirán existiendo mientras haya restricciones, porque hay demanda entre algunos jóvenes en los que no caló el mensaje de la responsabilidad.
El propio José Manuel Franco radiografió la situación mejor que nadie el pasado viernes: "Si estamos hablando de establecimientos que tengan un carácter público, la labor de la Policía sería más fácil a la hora de entrar en estos locales, pero esto hay que verlo con mucho rigor porque la situación es muy complicada".
Unas palabras en las que Franco reconocía implícitamente que no es tan evidente que la Policía pueda acceder. Mientras tanto, en muchas fiestas, cuando la Policía acude a las llamadas de los vecinos, los que están dentro, bajan la música y muchos se esconden, para que los agentes, desde el umbral de la puerta, no les puedan ver mientras el organizador o el inquilino da la cara. Los agentes se van, la noche es joven y la fiesta en Madrid parece infinita.
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