Este artículo se publicó hace 2 años.
Ya es posible manipular el cerebro de una persona para cambiar su comportamiento
Nuevos estudios han descubierto cómo actuar sobre el cerebro de una persona para influir en su comportamiento con las técnicas de estimulación neuronal.
Madrid-Actualizado a
Había una vez una pandilla de hámsteres que vivían tranquilos en su jaula de laboratorio. Comían, se paseaban, parían, olisqueaban... y alguna vez los machos se peleaban, pero nada grave. Entonces, a Elliott Albers, jefe del director del Centro de Neurociencia del Comportamiento de la Universidad de Georgia, en EEUU, se le ocurrió probar un experimento con la tecnología de cortapega molecular CRISPR-Cas9 que se usa para modificar instrucciones genéticas. ¿Qué pasará si bloqueamos la acción de un receptor neuronal en el cerebro (el AVpr1) que se activa con la vasopresina (una hormona ligada a las relaciones sociales)? El resultado fue que tanto hembras como machos empezaron a relacionarse con más intensidad... y con mucha más agresividad, según publicaron los autores en la revista científica PNAS en mayo de este año.
Los hámsteres se suelen usar como modelo científico para experimentar fármacos o tratamientos porque su respuesta permite anticipar lo que pasaría con individuos humanos
Los hámsteres y sus tristes peripecias de laboratorio nos importan, porque estos animalitos se suelen usar como modelo científico para experimentar fármacos o tratamientos porque su respuesta permite anticipar con bastante fidelidad lo que pasaría con individuos humanos. Es decir, si es posible manipular las instrucciones genéticas de los roedores para que sean más o menos agresivos, con mucha probabilidad también será posible hacerlo en humanos. No hoy, porque los científicos todavía no han aprendido a dominar la técnica del todo, pero tal vez mañana.
No hace falta toquetear los genes
Lo que sabemos seguro es que ya es posible actuar sobre el cerebro de una persona para influir en su comportamiento con las técnicas de estimulación neuronal. Aquí no se trata de toquetear los genes, sino de orquestar determinados circuitos neuronales mediante impulsos eléctricos o magnéticos. Estos inducen en el cerebro una corriente capaz de activar o inhibir las señales nerviosas responsables del estado de ánimo, el dolor, facultades cognitivas, resistencia física, problemas motores...
Técnicas no invasivas como la estimulación magnética transcraneal (EMT) o la estimulación transcraneal de corriente directa (tDCS), y otras que precisan de un implante con neurocirugía, como la estimulación cerebral profunda (dBS), se vienen empleando desde hace más de una década en el tratamiento de trastornos mentales como el trastorno obsesivo-compulsivo, la esquizofrenia, el párkinson, el alzhéimer, las adicciones o la depresión, para mejorar el estado de ánimo, la capacidad de planificación o de autocontrol del paciente.
Pero la curiosidad científica es difícil de contener y varios experimentos apuntan que estos trucos pueden usarse más allá de su contexto médico. "La habilidad para tomar buenas decisiones, la prudencia, la flexibilidad de pensamiento o la honestidad pueden potenciarse (o bloquearse) con el uso de estimulación cerebral. Los resultados de las investigaciones actuales no son determinantes, pero creo que, al final, aprenderemos cómo promover estas cualidades de la inteligencia con tecnología", apunta el sociólogo James Hughes, profesor en la Universidad de Massachussets y director del Instituto para la Ética de las Tecnologías Emergentes, en EEUU.
Estimular la honestidad y la justicia
Sabemos, por ejemplo, que sobreactivar el córtex prefrontal (CPF) dorsolateral del cerebro (encargado del pensamiento reflexivo y racional) tiene un efecto en el autocontrol de la persona. También nos hace estar más dispuestos a repartir beneficios de forma justa y reduce los sesgos cognitivos, asegura este experto. Al revés, inhibir la ínsula y la amígdala hace que baje nuestra tendencia a ser inflexibles, a hacer juicios morales y al racismo.
El Ejército norteamericano ha probado la tDCS para potenciar la atención de sus soldados para mantenerlos alerta en estado de privación de sueño
El tratamiento podría servir, incluso, "como sustituto a la cárcel para criminales violentos", sugiere Hughes. Por el momento, varios experimentos han demostrado que las personas que reciben una corriente eléctrica en determinada zona del córtex prefrontal medial se vuelven más propensas a mostrar gratitud. La misma técnica se empleó en otro trabajo dirigido por Christian Ruff en la Universidad de Zúrich para activar un punto en el lado derecho del CPF de los voluntarios mientras tenían que tomar una decisión que ponía en la balanza el interés propio y la honestidad. El resultado fue que mentían menos.
El Ejército norteamericano no se queda atrás y ya ha probado la tDCS para potenciar la atención de sus soldados, y hasta para mantenerlos alerta en estado de privación de sueño. Los que recibían solo un miliamperio en el sitio exacto del cerebro, mantenían sus facultades mentales mejor que el grupo de control y que los que tomaban cafeína.
¿Quién decide qué comportamiento hay que cambiar?
¿Combatiremos plagas actuales como la ansiedad y la depresión desde dentro de la cabeza?
Un mar de posibilidades, con gran potencial para salirse de madre ¿Combatiremos plagas actuales como la ansiedad y la depresión desde dentro de la cabeza? ¿Servirá para crear sociedades más justas y amables? ¿O nos convertiremos en esclavos de alguien que dicte instrucciones a nuestra mente desde fuera? Mientras expertos como Hughes abogan por "descriminalizar el uso voluntario de la neurotecnología y poner límites claros para regular su aplicación involuntaria", otros se muestran más escépticos. Como comenta Álvaro Pascual Leone, catedrático de Neurología de la Universidad de Harvard y director del Centro de estimulación cerebral no invasiva, "hay que tener en cuenta aspectos éticos muy difíciles. Si hay un comportamiento más moral, más socialmente adaptativo... ¿quién decide cuál es? Pero que eso tiene un correlato cerebral es seguro y que se puede modificar ese correlato biológico para cambiar el comportamiento ya lo hemos demostrado".
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