Este artículo se publicó hace 2 años.
Sin pruebas ni aislamientos, pero aún en pandemia: la nueva estrategia ante la Covid-19
Desde este lunes no se realizan pruebas a las personas con síntomas leves o asintomáticas, que tampoco tendrán que aislarse. Hay consenso en que la pandemia no ha terminado, pero se trata de un paso para avanzar en la normalización del virus. Sin un recuento exhaustivo de los contagios, entra en juego la vigilancia del sistema centinela, que los expertos piden que se refuerce lo antes posible.
Emma Pons Valls
Barcelona-
Después de meses en los que progresivamente han ido cayendo todas las restricciones por la Covid-19, desde este lunes las personas con síntomas leves o asintomáticas no tendrán que someterse a ningún test ni tampoco aislarse. Es quizá la noticia más esperada desde hace dos años, pero ¿significa que hemos llegado al final de la pandemia? La respuesta prácticamente unánime es que no, aunque se deje atrás el recuento exhaustivo de los contagios y se empiece a trabajar en base a estimaciones. "Estamos en plena pandemia todavía, pero hemos entrado en una fase diferente", afirma el epidemiólogo Antoni Trilla, consultor senior del servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona y vocal del Col·legi Oficial de Metges de Barcelona (COMB).
Trilla: "Estamos en plena pandemia todavía, pero hemos entrado en una fase distinta"
Eliminar los aislamientos es una decisión bastante única en Europa, aunque hay una tendencia compartida hacia una progresiva relajación de las medidas. La eliminación de las cuarentenas de positivos asintomáticos o con síntomas leves de Covid-19 responde sobre todo a dos factores: la vacunación y la menor gravedad de la variante mayoritaria, ómicron. Actualmente, el 86,5% de población mayor de 12 años tiene la pauta completa, una de las tasas más elevadas de la Unión Europea. Más de la mitad se han puesto también la dosis de recuerdo. "Habrá altibajos, porque perdemos inmunidad, pero la vacuna aguanta muy bien la protección frente a los casos más graves", sostiene Trilla.
Esto, en combinación con la variante actual, hace que la mayoría de los casos sean leves y se haya reducido la presión sobre los hospitales, una de las cuestiones que más ha preocupado a lo largo de estos dos años. "Esto hace pensar que se pueden relajar las medidas, pero no quiere decir que el virus no esté", insiste el epidemiólogo.
El sistema centinela, una vigilancia distinta pero conocida
Una de las bases de esta nueva fase en la gestión de la pandemia es el llamado sistema centinela, que permitirá mantener la vigilancia epidemiológica mediante estimaciones de los casos activos, lo mismo que se hace con la gripe y otras infecciones respiratorias. "Debemos ser cuidadosos con este sistema, porque si no lo reforzamos pueden aparecer sorpresas desagradables", advierte Jordi Mestres, médico de familia y vocal de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (CAMFiC).
Reclaman reforzar el sistema de vigilancia para evitar pasos atrás drásticos
Se trata de un sistema ya implantado, pero los expertos reclaman mejorarlo y dotarlo de más recursos porque asumirá más trabajo que el habitual y es necesario que pueda hacerlo bien para evitar pasos atrás drásticos: "Nos preocupa un poco que tanto la Generalitat como el ministerio hablen de reforzarlo en futuro", reconoce Trilla. Aunque la época de mayor trabajo se concentra normalmente en otoño y en invierno, los dos médicos piden a las autoridades que controlen que realmente esté funcionando correctamente. "Si se ha tomado esta determinación [eliminar los aislamientos], es que está previsto que el sistema de vigilancia funcione", añade Mestres.
El objetivo es que este sistema permita monitorizar indicadores clave para detectar de forma precoz cambios en la situación que puedan requerir implantar medidas de control. "Todas las decisiones tienen un riesgo, eso debe aceptarse. Es un riesgo calculado, pero si las previsiones son equivocadas, se puede volver atrás y tomar medidas", apunta Trilla.
Con el fin de los aislamientos, habrá más contagios, pero las previsiones son que sean leves y por tanto esto no recaiga ni en la atención primaria -que dejará de hacer pruebas generalizadas- ni en los hospitales. Sin embargo, ningún experto se atreve a afirmar que ya no volverán a adoptarse restricciones: "Es importante hacer una buena gestión de la incertidumbre y las expectativas, porque volver atrás no es descartable, no por los datos actuales, sino por lo que hemos visto en los últimos dos años", dice Mestres.
Y es que si algo nos ha enseñado el coronavirus es que es imprevisible. A finales de 2021, ya con altas tasas de vacunación y los hospitales en la mejor situación en meses, la llegada de ómicron y la multiplicación de contagios forzó a recuperar restricciones estrictas en las puertas de la Navidad. Una reacción que no fue exagerada, según Trilla, que afirma que se preveía una situación "complicada" y había que ver qué impacto tendría en los hospitales. "Puede volver a ocurrir, este virus nos ha enseñado que es difícil de prever. Pero no volveremos a la casilla de salida", apunta el epidemiólogo.
Menos saturación de la atención primaria
Los centros de atención primaria (CAP) seguirán realizando pruebas a las personas mayores de 60 años y a las más vulnerables, como los inmunodeprimidos o con enfermedades crónicas. "Dejaremos de hacer muchísimas pruebas porque se harán sólo en casos seleccionados bajo criterio clínico", afirma Mestres. La atención primaria ha sido uno de los ámbitos sanitarios que ha sufrido mayor saturación, especialmente en las últimas oleadas, en las que ha tenido que centrarse en el diagnóstico de Covid-19 y tramitar miles de bajas para casos leves, por ejemplo.
Se seguirán haciendo pruebas de la Covid-19 a las personas mayores de 60 años ya las más vulnerables
La nueva fase permitirá "recuperar la actividad habitual de forma más completa", aunque se mantendrán, por el momento, ciertos circuitos separados por las enfermedades respiratorias y de otros tipos. Mestres pide "paciencia" a la población en estos primeros días de cambio de protocolo y reconoce que es probable que haya cierto "conflicto" para que la gente no entienda por qué no se les hace la prueba.
Se pasa de una atención generalizada a solo la de personas vulnerables, en caso de Covid-19, pero Mestres apunta que hay un pico de gripe que habrá que controlar. Esto, sumado al "mal crónico" de falta de personal y recursos hace que la primaria vea con cierto escepticismo la nueva fase. Además, Mestres reclama que aunque la Covid-19 "se dé por superada", es necesario mantener algunas medidas, como la separación de pacientes de enfermedades respiratorias con los de otras afecciones.
¿Y la mascarilla, hasta cuándo?
Por el momento, la obligatoriedad de las mascarillas en interior se mantiene, también en las escuelas, uno de los lugares donde ha suscitado más críticas. "Hay evidencias científicas que muestran que se podría realizar una retirada gradual. Ayudan a no contagiar pero no creo que sean absolutamente necesarias", afirma Trilla. En Catalunya hay "consenso" entre la comunidad científica para empezar a retirarla, pero es una decisión que depende del Gobierno.
En Catalunya hay "consenso" entre la comunidad científica para empezar a retirar la mascarilla en las escuelas
La opinión mayoritaria es que las mascarillas dejarán de ser obligatorias en interiores antes del verano, quizá en las inmediaciones de Semana Santa. Sin embargo, se seguirá pidiendo su uso en transporte público y hospitales, así como a la población vulnerable en general.
El cambio de estrategia no ha sido aceptado de forma unánime por la comunidad científica. Investigadores como el físico Alex Arenas o el epidemiólogo Oriol Mitjà han rechazado la eliminación de los aislamientos. Arenas afirmaba que debe perderse "el miedo" al virus "pero no el respeto". "Con estas acciones 'pasamos' del control epidemiológico, y eso es un grave error con un virus tan transmisible, todavía mutante y sin solución definitiva", lamentaba en un tuit. Mitjà se reconocía "helado": "No hay nadie al volante".
Trilla reconoce que la falta de consenso científico es normal y que las decisiones adoptadas van más allá: "No son meramente científicas, entra en juego la economía y la presión de la sociedad, entre otras". En cualquier caso, la conclusión es clara: "Esto no ha terminado. Que se retiren las medidas no quiere decir que estemos libres del virus, porque debemos seguir conviviendo con él, pero la gravedad clínica está bastante más controlada", afirma Trilla.
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