Público
Público

Puré sobre un Monet o sopa contra un Van Gogh, el último grito para alertar de la crisis climática

Futuro Vegetal asegura que hay que alejar el foco de la acción, ya que, según su criterio, los activistas no buscan dañar las obras de arte, “sino llamar la atención sobre problemas que nos afectan a todos”.

Dos manifestantes de Just Stop Oil protestan ante una pintura en la Galería Nacional de Retratos de Londres, a 06 de noviembre de 2023. Just Stop Oil / PA Media / dpa
Dos manifestantes de Just Stop Oil protestan ante una pintura en la Galería Nacional de Retratos de Londres, a 06 de noviembre de 2023. Just Stop Oil / PA Media / dpa.

Rocío Cruz

Dos jóvenes pegan sus manos a los marcos de Las Majas de Goya en el Museo del Prado. La imagen se hace viral y una pintada en la pared en la que pone "+1,5ºC" desvela que se trata de una protesta para denunciar el cambio climático. “No buscamos dañar las obras de arte, sino llamar la atención sobre problemas que nos afectan a todos”, declara a Público Jorge Zhou, activista de Futuro Vegetal, el colectivo que organizó esa acción en el museo.

El llamado “movimiento de desobediencia civil” ha protagonizado protestas climáticas en las que ha involucrado al arte. Su portavoz cree que más allá de las acciones que organizan lo que realmente quieren es llamar la atención sobre un problema y para ello hay que alejar el foco de la acción. “Nosotros utilizamos las obras de arte como medio de expresión ante la urgencia climática”. El impacto mediático y la protesta asociada a la obra explican las acciones en el arte para denunciar el cambio climático.

Los manifestantes contra el cambio climático han tomado los principales museos, no sólo de España sino de todo el mundo. Pero no todas las acciones son iguales. El artista Uriel Landeros denominó como “performance por la justicia social” el acto en el que utilizó un spray y una plantilla para pintar un toro y la palabra “conquista” en la obra Mujer en sillón rojo, de Pablo Picasso, en la Colección Menil de Houston (Estados Unidos). En 1985, cuando la conocida Dánae de Rembrandt fue rociada con ácido sulfúrico y acuchillada en el Museo del Hermitage de San Petersburgo, Rusia.

Sin embargo, las protestas contra el cambio climático no buscan dañar las obras en sí y, por ello, seleccionan las piezas a las que se pegan o sobre las que llevan a cabo las intervenciones. Es el caso, por ejemplo, de lo que ocurrió el pasado 6 de noviembre en la National Gallery de Londres. Dos activistas de la organización Just Stop Oil fueron arrestados por romper el cristal que protege la Venus del Espejo de Velázquez, pero no tocaron el cuadro. 

Lo mismo sucedió con el caso de Los Girasoles de Van Gogh, también en la National Gallery, o las protestas en el Museo Egipcio de Barcelona.“No puede haber arte en un planeta muerto”

“Queremos que se escuchen las demandas de los grupos climáticos porque no puede haber arte en un planeta muerto”, manifiesta a este diario Pere Joan, portavoz de Fridays for Future España.

Las obras de arte en las protestas no se eligen de forma improvisada. “Hacemos la elección en su mayoría por impacto mediático y, en ocasiones, elegimos basándonos en una asociación lógica”, explica Joan. El miembro del movimiento social reconoce que no es lo mismo protestar ante un cuadro de un museo importante que ante un artista menos relevante de una galería menor, ya que uno de los objetivos es el impacto de los medios.

En la mayoría de las ocasiones las obras están protegidas por cristales y los activistas intervienen fuera del perímetro de protección, procurando no dañar la integridad física de la obra. Los manifestantes tienen como objetivo la creación y difusión de imágenes impactantes.

La Fundación para el Avance de la Conservación y el Fondo Nacional para las Humanidades han señalado en un informe la necesidad de “actuar de inmediato” para hacer frente al cambio climático que amenaza el patrimonio cultural, las colecciones de arte y las instituciones. Incluso museos como el Americano de Historia Natural y el de Van Gogh de Ámsterdam han recibido presiones en los últimos años para que reduzcan la financiación que reciben de las empresas de combustibles fósiles, las que más contribuyen a la contaminación mundial por carbono.Obligar a los ciudadanos a reaccionar

“Hay dos interpretaciones de nuestros actos por parte de la ciudadanía. Unos criminalizan aún más a los activistas por atentar contra el patrimonio común —exento de la polémica del cambio climático—. Y otros, que conocen el mensaje de la protesta y saben que estas acciones no generan ningún daño material, entienden que estas demandas se utilizan para alzar la voz”, cuenta el representante de Fridays for Future.

“Cuando no se da una solución a la crisis climática, los movimientos sociales buscan otras vías de acción para protestar”

Pere Joan, en alusión a la Cumbre del Clima de Dubái (COP28), afirma que es probable el incremento de estas acciones. “Cuando no se da una solución a la crisis climática los movimientos sociales buscan otras vías de acción para protestar”, subraya el portavoz de la organización medioambientalista.

Futuro Vegetal reconoce que muchas veces se criminalizan estos movimientos “sin haber visto el conjunto de lo que se hace”. El colectivo social insiste en que en ningún caso se hace daño a las personas. “Nos imponemos porque hay leyes injustas que nos están llevado a una situación de mucho sufrimiento”.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias