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La Isla de las Tentaciones lo ha petado por completo
Claudia y Álvaro, protagonistas en esta edición de La Isla de las Tentaciones (Fuente: Mediaset).

¿Por qué lo ha petado ‘La Isla de las tentaciones’? Un cóctel de relaciones tóxicas y adicción a la desgracia ajena

El programa estrella de Telecinco llama la atención por su inmoralidad, por el voyeurismo que despierta en los espectadores por ver las desgracias ajenas y por representar el ejemplo claro de cómo no debe ser una relación. Este combo de ingredientes ha llevado a La Isla de las tentaciones a ser uno de los programas más vistos de la parrilla actual.

Helena Celma

La quinta temporada de La Isla de las tentaciones está en pleno auge, con infidelidades por ahí y cuernos por allá. A pesar de ser uno de los “placeres más culpables” de Telecinco, la verdad es que nos atrae de una forma irremediable. Hemos acabado cayendo en sus redes hasta los que en la primera temporada nos negábamos a verlo porque nos parecía un programa despreciable.

Tranquila, si te pasa. No estás sola. En los últimos días la propia actriz Anna Castillo hacía estas declaraciones durante la presentación de su última película en La Script: “Yo recuerdo hacer Girasoles silvestres, que estaba todo el día llorando y todo el día con el dolor en el cuerpo, llegar a mi casa, poner La Isla, pedirme una pizza y sentirme feliz de poder ver algo que no tiene nada que ver conmigo, que me resulta lejano y que me hace salir de mí”. La actriz catalana es una espectadora del millón y medio que se planta frente al televisor cada jueves, ya que acumula un 15% del share.

“Hay dos cosas que mueven al ser humano de forma inherente: huir del dolor y producirnos a nosotros mismos bienestar y placer. Esto provoca que, si yo huyo del dolor, también quiera ver cómo es el dolor de los demás para conocer la experiencia con distancia psicológica, que es la que te produce estar en casa viendo a gente que no conoces de nada en una pantalla”, nos explica Elena Daprá, psicóloga Sanitaria, experta en coaching y vocal de Sección del Colegio Oficial de la Psicología.

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Si has entrado en este artículo es porque sabes de qué programa hablamos, pero si por casualidad vives en otro planeta y aún no has descubierto esta joya televisiva, aquí va su funcionamiento. El objetivo del reality es que las parejas consigan sobrevivir a las tentaciones. Spoiler: cada vez sucede menos porque la gente se olvida de que tiene un proyecto de futuro con alguien en cuanto ven pasar a algún chico o chica. Ya lo dice el refranero español: “dos tetas tiran más que dos carretas”.

Cinco parejas llegan a la República Dominicana para estar dos semanas separadxs en villas diferentes. Los chicos se van con diez solteras y las chicas se van con diez solteros. Durante las dos semanas, se sucederán citas, actividades y, sobre todo, fiestas con mucho alcohol para establecer vínculos más fuertes y así saber si de verdad son capaces de resistir a la tentación. Y si no lo hacen.. ¡UIIIIING! Suena la alarma en la villa contraria para alertar que alguien ha sobrepasado los límites previamente marcados, pero sin indicar quién lo ha hecho, para que así se coman más la cabeza y tú disfrutes desde tu casa de la tortura psicológica a la que son sometidos. 

La alarma es una de las protagonistas del programa.
La famosa alarma que revuelve los estómagos de todos los concursantes. (Fuente: Mediaset)

Un espectador desde fuera puede pensar: “¿Quién en su sano juicio se va a una isla con tentaciones por todos los lados para poner a prueba su amor?”. Hay formas más normales y eficaces de superar baches y salir reforzados. Se puede ir a una terapia de pareja, por ejemplo, pero eso no da tanto dinero ni tanta fama después, punto clave para acabar aceptando participar en la Isla. Y si no, que se lo digan a los participantes, que en cada edición hay siempre alguien que viene del mundo Mediaset, como Hugo Paz (Mujeres y hombres y Supervivientes), Hugo Pérez (Gran Hermano) o Melyssa Pinto y Tom Brusse, relación que nació en Mujeres y hombres.

Y lo más gracioso de todo es que se van al programa reconociendo en el vídeo de presentación que han cometido una infidelidad anteriormente. Cariño, ¿qué te hace pensar que si te ha engañado antes, no lo hará cuando esté rodeadx de tentadorxs que buscan su atención? Mala jugada la de venir a un programa donde cada vez hay menos credibilidad en las historias de amor que se presentan.

Schadenfreude, una de las claves de nuestra adicción 

Existe un término alemán que responde a la perfección por qué ver La Isla de las tentaciones es adictivo: Schadenfreude. ‘Schaden’ significa “desgracia” y ‘freude’ significa “alegría”, por lo que hace referencia al sentimiento de alegría o satisfacción que se genera por el sufrimiento, la infelicidad o la humillación del otro. 

Ver cómo alguien pone los cuernos nos hace sentir mejor porque nos invade una especie de superioridad moral muy placentera. “Yo nunca haría eso, mi amor”, le dices a tu pareja al lado mientras te regocijas de la infidelidad televisiva. 

Además, un elemento común es que nos posicionamos normalmente con la persona que más sufre. “Es verdad que nos sentimos más cercanos a la persona que creemos que es más vulnerable en la pareja y acabamos ejerciendo como castigadores. Si el dolor ajeno me hace posicionarme por encima de esas personas moralmente, entonces me proporciona cierto bienestar”, aclara la psicóloga experta. 

Otro de los elementos que nos mantiene enganchados a la tele es la sensación de poder ver las intimidades del resto de parejas. Es como si te convirtieras en un voyeur con acceso directo hacia los pensamientos y sentimientos de estos jóvenes. Sin ir más lejos, gran parte de España disfrutó sádicamente del grito “¡Estefanííííía!” de Christopher, en la primera edición, y lo llegó a reproducir en una gala de Operación Triunfo y hasta en una entrega de los Goya, sin llegar a pensar que realmente le estaban partiendo el corazón al pobre muchacho.

Los momentos virales son otra de las claves para que La isla de las tentaciones haya adquirido tal fama. Más allá del grito de Christopher, un claro ejemplo es «la manita relajá» que le dijo Lucía a Manuel en la tercera temporada. Millones de usuarios empezaron a utilizar el momentazo en Tik Tok, famosos incluidos, como por ejemplo Edurne.

@edurnity Las palomitas son sagradas!!!🍿😬 #antojos #real #palomitas #cine #parati #humor #foryou #foryoupage ♬ La manita relaja slitaspain – Tik Toker

Además, partimos de la base de que es un programa basado en la pura superficialidad, donde parece que chicos y chicas estén todos cortados por el mismo patrón, algo que provoca en nosotros una reacción positiva o negativa. “Hay gente que se identifica porque quiere ser como esa persona o porque directamente es como esa persona y tiene algo en común con ella, o bien lo que hace es rechazarla y sentirse por encima para hacer el juicio de valor”, comenta la experta. Además, la diversidad sexual brilla por su ausencia en un programa basado en la heteronormatividad. El único atisbo de participación LGTB fue cuando Álvaro Boix hizo el primer trío del programa con dos solteras.

Ejemplo de todo lo que no debes hacer 

En La isla de las tentaciones es fácil ver que las relaciones que hay ahí son bastante tóxicas, en líneas generales. Los celos son prácticamente la base de ese programa, porque es el sentimiento que los impulsa a liarla parda. Sin olvidar el alcohol que se pimplan cada noche en las fiestas, claro, que da el empujoncito necesario para traicionar la confianza de su amadx. Si un miembro de la pareja tiene un mínimo acercamiento con algún tentador o tentadora, la reacción natural del afectado es devolver el daño con la misma moneda de cambio. ¿Que tú me la lías? Pues yo te la lío el doble. 

Además, ver la desgracia amorosa ajena nos atrae más que ver cómo les va bien a las parejas. Es por ello que Sandra Barneda, la presentadora del reality, les dice a todos los concursantes que sean “ellxs mismos y se dejen llevar” en cuanto ven que se acuerdan demasiado de sus parejas, ya que en esta ecuación televisiva, los cuernos son iguales a audiencia.

Sandra Barneda presenta el programa desde la segunda edición.
Sandra Barneda, la presentadora actual de La Isla de las Tentaciones. (Fuente: Mediaset)

Por lo tanto, la gran mayoría de parejas se convierten en un ejemplo claro de lo que no debería ser una relación de pareja, ya que la desconfianza y los celos nunca pueden formar parte de los cimientos de la unión entre dos personas que se quieren.

Al final es como cuando cocinamos y utilizamos buenos ingredientes: el resultado final no puede decepcionar. La isla de las tentaciones, tiene todos los puntos necesarios para que se acabe convirtiendo en un programa que no te puedes perder.

¡ATENCIÓN! Por muy adictivo que sea este programa, desde Público te invitamos a reflexionar sobre la calidad de las relaciones que se presentan y los comportamientos tóxicos que se muestran.