Una nueva batería de datos de coyuntura conocidos este miércoles ponen en evidencia que la incertidumbre sigue siendo el rasgo más característico de la evolución de la economía española. La producción industrial dio señales de franca mejoría en noviembre, tras un mes de octubre preocupante, pero al mismo tiempo la confianza del consumidor, clave para anticipar la tendencia del consumo, se desplomó en diciembre y la actividad comercial también flojeó.

La industria, en efecto, se recuperó del bache de octubre, que llegó a preocupar seriamente en el Banco de España, y saldó noviembre con un crecimiento interanual, corregido de calendario (es decir, depurando los efectos estacionales que dificultan la comparación), del 2,3%, lo cual permite al índice recuperar la senda positiva, después de dos meses de signo negativo. El promedio de aumento de los 11 primeros meses es del 0,8%. En noviembre, la principal novedad fue que la producción de bienes de equipo, que es un termómetro de la inversión empresarial, creció un 1,4%. Los bienes intermedios mantuvieron el pulso, mientras los bienes de consumo son los más rezagados, en especial los de carácter duradero (automóviles, ropa, electrodomésticos, muebles, etc.), que siguen en tasas negativas de cerca de dos dígitos.

La producción de bienes de equipo, señal positiva en noviembre

Frente a estos datos positivos en su conjunto, la actividad comercial experimentó signos crecientes de fatiga en diciembre, al registrar la caída más fuerte desde el mismo mes de 2009, según un estudio publicado por Markit Economics. De los seis sectores que cubre el estudio, el de hoteles y restaurantes registró el mayor declive de actividad.

Pero más preocupante es si cabe el desplome del índice de confianza del consumidor que elabora mensualmente el Instituto de Crédito Oficial (ICO) y que en diciembre bajó 5,4 puntos, hasta los 64 puntos, su nivel mínimo desde mayo de 2009. El ICO atribuye el descenso al impacto de las tensiones en el mercado de deuda pública durante diciembre. Se trata de una encuesta de opiniones, y por tanto sin una repercusión inmediata en los índices de actividad, pero el estado de ánimo del consumidor suele anticipar movimientos futuros en el gasto de los hogares.