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La sátira de Brüno se come las pantallas

El estreno de la última película de Sacha Baron Cohen copa las taquillas de cine entre títulos más humildes pero de buena calidad

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Brüno

DIRECTOR: Larry Charles

GÉNERO: Falso documental

REPARTO: Sacha Baron Cohen, Anthony Hines, Dan Mazer

DURACIÓN: 83 minutos

Crítica de Gonzalo de Pedro

La risa

Rían, rían. Pero piensen de dónde viene y a dónde va esa risa incontrolable: como todo en esta vida, una carcajada puede ser conservadora o revolucionaria, subversiva o reaccionaria, conformista o irreverente. No hay más que rastrear la cantidad de comedias complacientes que llenan los cines para entender uno de los estigmas que arrastra el humor: el de ser una puerta a la evasión, un (es)tupido velo sobre lo más incómodo de la vida, una manera de distraer al respetable mientras las tropelías se cometen en la sala contigua. Por eso son tan bienvenidas propuestas como Brüno: comedias que reivindican su lado más salvaje e incómodo, y que, contradiciendo al teórico oficial del humor posmoderno, Gilles Lipovetsky, demuestran que el humor contemporáneo no es 'desenfadado e inofensivo, sin negación ni mensaje', sino más bien un potente hachazo en los lugares comunes de lo políticamente correcto.  

La pluma

Aunque más que un hachazo, en el caso de Brüno es un gigantesco golpe de pluma (gay) con el que Sacha Baron Cohen y su director, Larry Charles, emprenden, de la mano de un falso presentador de homosexualidad explosiva, la cruzada contra todo lo que se les aparece por el camino: la moda, la televisión, las razas, la religión, el ejército, el ‘show-bussiness’, los famosos, los cantantes comprometidos, la lucha libre…

Muchos se empeñan en definir la serie The Wire como la gran novela (audiovisual) sobre la norteamérica contemporánea, cuando quizás sea Brüno (y su predecesora, Borat) quienes, por la vía paródica del falso documental, extraigan el verdadero jugo del ‘contemporary way of life’ y logren uno de los retratos más perversos, sarcásticos y divertidos de todo un sistema de cultura occidental. Porque sí: aunque nos cueste aceptarlo, Brüno no ataca solamente las bases del estilo de vida estadounidense, sino que pone en cuestión todo un conjunto de valores compartidos y asumidos, tanto en EEUU como en Europa, y lo hace sin moral ni ética ni propuestas alternativas. Como el auténtico humor desestabilizador, reduce a escombros lo visible, toma postura, pero rehúye la reconstrucción. Y quizás ahí es donde choca y molesta de verdad: su crítica no es constructiva, su risa no es edificante, su parodia no aporta elementos al debate ni datos para el juicio racional, y sólo busca la risa igualadora por lo bajo: como los grandes humoristas clásicos, Brüno nos hace tropezar, y hace tropezar a los protagonistas de sus películas, nos baja y les baja del pedestal y nos iguala a todos en el tropezón, en la caída absurda que rompe máscaras y deja ver lo que éstas esconden. Al contrario que Michael Moore, Sacha Baron Cohen no juega la baza de lo correcto ni de la ideología en eslóganes. Y si lo hace es, precisamente, para reírse de ellas, sin piedad.

Lo documental

¿Es ‘Brüno' un documental, una ficción, un falso documental, una falsa ficción? Desentrañar los secretos de rodaje de Brüno sólo sirve para constatar que la mención del término documental despierta otros en el subconsciente: objetividad, verdad. Y quizás ya va siendo hora de desterrar, de una vez por todas, el mito de que el documental ha de decir la verdad y, además, ser aburrido. Y en esas está Baron Cohen.  

DIRECTOR: Gus Van Sant

GÉNERO: Drama

REPARTO: Gabe Nevins, Jake Miller, Lauren McKinney

DURACIÓN: 85 minutos

Crítica de Eulália Iglesias

Comentario

Ya habíamos agrupado Gerry, Elephant y Last Days bajo la cómoda etiqueta de Trilogía de la muerte, cuando Gus Van Sant aparece con una coda, Paranoid Park, otra radical inmersión en un universo adolescente perturbado por la inesperada aparición de la muerte. Aunque la sinopsis oficial desvela sin manías el argumento, Van Sant rehúye cualquier estructura lineal para desarrollar una historia que se reconstruye a lo largo del metraje a partir de la propia subjetividad del protagonista, Alex, un joven aficionado al monopatín. Como pocas películas antes, Paranoid Park consigue adentrarnos en ese mundo con coordenadas propias llamado adolescencia.

La irrealidad

La desvinculación total de Alex de su entorno se ve subrayada por el punto irreal que tienen muchas de las escenas y por lo abrupto del proceso a través del que acaba asumiendo las consecuencias de sus actos. Como Gus Van Sant ante un adolescente, Paranoid Park nos deja fascinados, intrigados, conmovidos y extrañados. Una de las joyas semiocultas (su estreno es tardío y minoritario) de lo que va de año.

DIRECTOR: Anne Fletcher

GÉNERO: Comedia

REPARTO: Sandra Bullock, Ryan Reynolds, Malin Akerman

DURACIÓN: 108 minutos

Crítica de Ruben Romero

Comentario

Sandra Bullock se despelota. Así se resume de cara al espectador una película que parte del mismo argumento (boda para evitar la deportación) que Matrimonio de conveniencia(1990), del maestro Peter Weir, y lo mezcla con el vodevil familiar de Los padres de ell' (Jay Roach, 2004). Ni llega a reflexionar sobre el matrimonio y su relación con el amor como la primera ni divierte como la segunda. Lo peor es que miente de raíz: Bullock se desnuda, algo que tendría su morbillo en una actriz que ha sido el epítome de la puritana, pero no deja una micra de sombra de parte pudenda para solaz del espectador. Para ver en vuelos transoceánicos y gracias.

La secundaria del oro

La película merece la pena ser vista por la encantadora presencia de una muy mayor (ya tiene 87 años) Betty White, la inocente Rose del mítico Saint Olaf de Las chicas de oro. Cada vez que aparece en pantalla el filme sube los enteros que ha perdido Bullock, a la que creíamos alejada de la comedia romántica tontorrona tras Crash (Paul Haggis, 2004) y la magnífica Historia de un crimen (Douglas McGrath, 2006).

DIRECTOR: Cesc Gay

GÉNERO: Comedia urbana

REPARTO: Andrés Herrera, Vicenta N'Dongo, Paul Berrondo

DURACIÓN: 87 minutos

Crítica de Eulália Iglesias

Comentario

Desde En la ciudad, el director catalán Cesc Gay rueda películas sobre lo que mejor conoce: personajes de su generación, en sus treintaymuchos, barceloneses y con trabajos ligados al mundo del audiovisual o la cultura. En V.O.S. vuelve a este apunte de retrato generacional pero con un tono diferente al que utilizó en En la ciudad y Ficción. Esta es una película que tiene mucha vocación de comedia romántica con cierto trasfondo amargo. La historia de dos parejas rozando la cuarentena que se plantean qué hacer con su vida está presentada con una frescura, una falta de pretensiones y una naturalidad desarmantes.

La frescura

Desde el uso del catalán, el castellano y el vasco (¡aunque existe versión doblada de V.O.S.!), al juego entre diferentes niveles de ficción, pasando por el retrato de la crisis de los cuarenta o el no esconder su origen teatral... en V.O.S. se esquiva la solemnidad en todo momento. Hasta el punto que esta falta de densidad también se convierte a veces en el peor enemigo de un filme en el que se ve un potencial no del todo desarrollado.

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