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Las grandes energéticas ganan más de 30 millones diarios y guardan 5.800 para inversiones verdes bonificadas fiscalmente

Los beneficios de las seis grandes compañías españolas de electricidad y gas caen un tercio en 2023 pero sus provisiones para inversiones, compras y riesgos aumentan un 15%.

Una torre de alta tensión cerca de aerogeneradores en Barranco de Tirajana, en la isla de Gran Canaria. REUTERS/Borja Suárez
Una torre de alta tensión cerca de aerogeneradores en Barranco de Tirajana, en la isla de Gran Canaria. Borja Suárez / REUTERS

Las compañías energéticas españolas mantienen un nivel de resultados netamente superior al que registraban antes del período inflacionista iniciado en la primavera de 2021, cuando la economía se empezó a recuperar tras la pandemia, e intensificado con las maniobras especulativas desatadas al socaire de la guerra de Ucrania.

Eso no resulta para nada contradictorio con el hecho de que sus ganancias netas hayan sido en 2023 un tercio más bajas que las del ejercicio anterior, cuando la electricidad y el gas alcanzaron precios récord en el mercado mayorista y en el minorista, ni con que esos beneficios se sigan manteniendo netamente por encima de los que registraban antes de la pandemia.

Los resultados del ejercicio de 2023 que en las últimas semanas han ido comunicando a la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) las seis principales empresas energéticas que cotizan en bolsa, Enagás, Endesa, Iberdrola, Naturgy, Redeia (antigua Red Eléctrica) y Repsol, todas ellas incluidas en el Ibex 35, suman unos beneficios netos de 11.627 millones de euros.

De la suma total, dos tercios corresponden a Iberdrola (4.345 millones) y Repsol (3.284 millones), que sufren sendos retrocesos de 1.700 y 3.500 millones respectivamente, por encima de los 1.600 de Endesa (951) y los 32,5 de Enagás (342,5). Mientras tanto, Redeia (719) y Naturgy (1.986) mejoran sus resultados en unos 160 millones de euros.

Esos resultados, inferiores en 5.511 millones de euros a los 17.138 que habían acumulado un año antes, pero superiores tanto a los 9.937 millones de 2021 como a los del resto de la década anterior, arrojan una cadencia de ingresos netos de 31,85 millones de euros diarios, 223,6 por semana, y resultan ilustrativos de cómo ha mejorado el negocio de la energía en los últimos dos años.

Las cifras del sector no incluyen los resultados de tres cotizadas como Grenergy, que ha anunciado unas ganancias netas de 51,1 millones; Solaria, que ha comunicado un beneficio de 107, y Acciona Renovables, que los publica este jueves. Entre enero y junio, la compañía acumulaba unos beneficios de 405 millones. Además, también quedan fuera los resultados de las no cotizadas Cepsa DISA, que todavía no han difundido su cuentas.

Esta buena salud operativa y financiera de las grandes empresas no acaba de discurrir acompasada con la de sus principales clientes, unos hogares cuyo poder adquisitivo se está viendo zarandeado por la confluencia de la inflación con la moderación salarial, cuyos inquietantes efectos ponía esta misma semana sobre la mesa la Encuesta de Condiciones de Vida del INE (Instituto Nacional de Estadística).

El 21% de las familias, es decir, una de cada cinco, no podía mantener su casa a una temperatura adecuada en 2022 (los resultados llevan año y medio de desfase), un dato que debería activar algunas alarmas cuando el exceso de frío y de calor ya se cobra casi 8.000 vidas al año. La tasa alcanza el 33,5% en los hogares monoparentales y el 25% en los unipersonales, la mayoría de ellos de pensionistas.

Los beneficios, los impuestos y las deducciones

Esas ganancias generaron una factura fiscal de 6.420 millones de euros, inferior en 573 millones a la de 2022, aunque incrementada al mismo tiempo por los 1.644 que media docena de empresas energéticas, las que facturan más de mil millones de euros al año, han tenido que aportar a través de la tasa extraordinaria.

La factura del Impuesto de Sociedades está relacionada con los beneficios declarados, lo que la vincula directamente, al mismo tiempo, con las provisiones que las empresas efectúan para cubrir contingencias en el futuro, un aspecto en el que se han dado movimientos interesantes en el sector energético. La suma de los beneficios y las provisiones de las seis principales empresas cotizadas ha pasado de un año para otro de 22.161 a 17.427 millones de euros, lo que supone una merma del 21,3%, es decir, entre la cuarta y la quinta parte.

Las ganancias declaradas, sin embargo, cayeron un 32,1% al pasar de 17.138 a 11.627 millones de euros, mientras el aprovisionamiento de dinero aumentaba un 15,4%, de 5.023 a 5.799 millones. De haber discurrido acompasados, los beneficios habrían ascendido a 13.418 y las provisiones se habrían quedado en 3.902 millones, es decir, unos 1.800 más en el primer apunte y otros tantos menos en el segundo.

Ese tipo de decisiones contables tiene consecuencias en varios ámbitos entre los que destacan el de generar una menor factura en el Impuesto de Sociedades y mejorar las expectativas financieras de las empresas, que reducen su necesidad de acudir a la financiación bancaria para acometer inversiones con los tipos de interés en el 4,5%.

¿Un incentivo para primar iniciativas ya comprometidas?

Hay una tercer efecto que va a aplicarse a lo largo de este año si el Gobierno logra sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado: una rebaja de la tasa extraordinaria, que pasará a convertirse en un impuesto estable, para las empresas energéticas que realicen inversiones en transición energética.

Ese es uno de los objetivos del aumento de los recursos destinados a provisiones por las principales empresas del sector energético español, que coinciden también en el anuncio de magras inversiones para los próximos años por parte de la mayoría de firmas. La quinta disposición adicional del último decreto de prórroga de las medidas de alivio recoge el compromiso pactado por el Gobierno y el PNV para establecer en la Ley de Presupuestos Generales del Estado "un incentivo que resultará de aplicación en el sector energético para las inversiones estratégicas realizadas desde 1 de enero de 2024".

"¿Hay que darles un incentivo para que realicen esas inversiones cuando tienen que hacerlas sí o sí porque se han comprometido a reducir sus emisiones y a descarbonizarse?", plantea Íñigo Macías, responsable de Investigaciones de Oxfam-Intermón, que tiene claro que el debate es más profundo. "La tasa sobre los beneficios extraordinarios viene a ser un parche para un impuesto como el de Sociedades, que no funciona. Cada año suben los beneficios contables y bajan la base imponible y la recaudación", explica.

"Van a aprovechar para reducir su factura fiscal"

Alfons Pérez, del Observatorio de la Deuda y la Globalización, llama la atención sobre otro aspecto de esas inversiones: "Si están aprovisionando no es porque quieran hacer una inversión de uno a uno, sino porque aprovisionan una parte del dinero que necesitan para proyectos de transición verde como los Next Generation, que se ejecutan con un modelo de cofinanciación con diferentes porcentajes en función del programa". 

"En función de lo que tengan provisionado pueden traccionar más, optar a más fondos de cofinanciación", explica. Macías, por su parte, anota que la aplicación de las rebajas fiscales por inversiones en la tasa extraordinaria no dejaba de ser algo "previsible" visto el diseño que ha tenido esa figura tributaria en otros países europeos, como Reino Unido. El Gobierno británico incluía ya de partida "una cláusula que permite aplicar deducciones con ciertas inversiones de determinada magnitud". 

No obstante, los expertos advierten del riesgo de que se vayan a poner en marcha unos incentivos en forma de rebaja fiscal para inversiones en el ámbito de la transición energética que, en realidad, son "compromisos que esas empresas ya tienen, pero que van a aprovechar para reducir su factura fiscal". 

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