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Subida de luz Así se dispara el precio de la luz sin que el Gobierno pueda hacer (casi) nada por evitarlo

La combinación de una mayor demanda por la ola de frío y el recurso para producir energía al gas, con la cotización al alza como materia prima y la generación gravada por los bonos de CO2, desatan una tormenta perfecta en el bolsillo de los consumidores con un bien de primera necesidad y precio artificial.

: El precio de la luz seguirá disparándose puntualmente hasta que los combustibles fósiles sean desterrados del mix energético.
El precio de la luz seguirá disparándose puntualmente hasta que los combustibles fósiles sean desterrados del mix energético. Paula Hanna / Reuters

 Una 'tormenta perfecta', en la que el inusual aumento de la demanda provocado por la meteorología ha confluido con los deberes a medio hacer y las tareas pendientes del sistema energético, ha provocado un roto puntual en los bolsillos del grueso los consumidores de electricidad españoles, tanto domésticos como productivos, que han visto cómo el precio del kilowatio.hora llegaba a triplicarse en solo una semana.

Esa situación, que comenzó a amainar este viernes con una leve caída de los precios a la que este sábado le seguirá otra bajada del 15%, va a seguir ocurriendo de manera puntual hasta que concluya en el sistema energético español el proceso de transición ecológica que debería desterrar en unos años los combustibles fósiles.

¿Cuánto ha subido la luz?

El precio máximo de la energía eléctrica ha llegado a triplicarse en solo una semana, del 1 al 7 de enero, si se atiende a la máxima cotización, que pasó de 5,9 a 18 céntimos por kilowatio.hora, según los datos de OMIE, el operador del mercado eléctrico en la península Ibérica.

Los precios mínimos del kilowatio.hora han estado cerca de duplicarse al pasar de 3,4 a 5,4 céntimos, mientras que los medios se han doblado con creces al subir de 4,6 a 10,7.

¿Y eso es mucho?

Esas cifras se refieren al llamado "precio final de la energía", que viene a suponer una tercera parte del recibo  que pagan los hogares. La potencia contratada, cuyo componente principal son los peajes por el transporte desde la central hasta el electrodoméstico, tiene un peso similar. Y a eso hay que sumarle el alquiler del contador (1,5 euros mensuales) y el impuesto a la electricidad, que grava con un 5,11% tanto la parte fija como la variable. A la suma se le aplica un IVA del 21%.

Pese a que el factor energía queda diluido en un sistema de precios plagado de componentes más políticos que económicos, un aumento de precios como el registrado estos días dispararía en casi un 20%  el recibo de un hogar estándar, que pasaría de 66,67 a 80,71 euros en un mes según una estimación de la organización de consumidores Facua.

El precio medio de 10,75 céntimos por kilowatio.hora registrado el jueves 7 de enero está cerca de triplicar los 3,87 en los que se situó el promedio del año pasado, duplica los 5,34 del anterior y supera con claridad todos los registros de 2010 a 2020, que en ningún caso llegaron a los seis céntimos y medio.

¿Eso afecta a mucha gente?

A la gran mayoría de los consumidores domésticos, ya que el porcentaje de hogares que optan por una tarifa plana resulta "poco significativo" según el último Informe de Supervisión del Mercado Minorista de Electricidad de la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia).

Los contratos contemplan la repercusión de las variaciones de precio de la energía a sus usuarios, algo que tiene un efecto especialmente intenso para los de carácter industrial, para los que el peso de "los componentes asociados exclusivamente al aprovisionamiento de la energía (…) llega a representar hasta un 65% en los casos de mayor consumo".

¿Y por qué ha subido tanto el kilowatio?

Los desorbitados precios de estos días se deben a una combinación de factores en la que destacan la meteorología, el precio del gas y los costes asociados a su utilización como fuente energética.

Por una parte, la llegada de la tormenta Filomena ha provocado un desplome de las temperaturas que ha disparado el consumo de electricidad para calentar los hogares y los centros de trabajo al tiempo que un anticiclón reducía la aportación de las renovables, más baratas.

Y, por otra, el sistema energético ha recurrido a las centrales térmicas de gas para cubrir esa demanda, lo que ha provocado un aumento del precio final como consecuencia del peculiar sistema de ‘subasta marginal’ que se aplica en España: se aplica a toda la energía que llega a la red el precio de aquella cuya producción es más cara y entra en último lugar en el mix, y esa es, hoy por hoy, el gas.

El suministro de energía producida a partir del gas ha crecido de una manera notable en la primera semana de enero, según indican los datos diarios de Red Eléctrica , la compañía pública que gestiona la malla de distribución en todo el país: su presencia se duplicó entre los días 1 y 7, en los que pasó de suponer apenas el 10% del total a copar el 22,5% y desplazar de los primeros puestos tanto a la hidráulica, que subió del 15,3% al 21%, como a la nuclear, que bajó del 23,9% al 22%.

¿Por qué el gas encarece tanto la ecuación?

"La subasta marginal refleja el precio del gas a nivel internacional", cuya cotización ha llegado a duplicarse en solo tres días según los datos del Mibgas o Mercado Ibérico del Gas para alcanzar máximos históricos, explica Sara Pizzinato, consultora especializada en temas energéticos, que recuerda que "el gas, además, tiene asociado otro incremento de precios por sus consecuencias ambientales".

Se refiere a los bonos de CO2 con los que se grava en la UE la emisión de gases de efecto invernadero, y que suponen 34,64 euros por tonelada lanzada a la atmósfera, más de cinco veces por encima del coste que conllevaban hace tres años. "El precio empieza a reflejar los efectos de quemar combustibles fósiles para generar energía", anota.

El encarecimiento de esos bonos como medida disuasoria de la producción contaminante fue una de las claves, aunque no la única, por las que las eléctricas avanzaron el cierre de las centrales de carbón, que dejaron de ser competitivas. Esa menor presencia del carbón en el mix también tira al alza del precio final de la electricidad, que se está deshaciendo de uno de su componente más nocivo para el planeta.

¿Y no hay nada más?

Tardaremos un tiempo en saberlo: tanto el Ministerio de Consumo como el de Transición Ecológica han pedido a la CNMC que investigue si las compañías eléctricas han vuelto a hacer trampas en perjuicio de los consumidores como ya ocurrió en el invierno de 2016 a 2017, cuando tanto Naturgy como Endesa, a las que multó con 19,5 y 5,8 millones de euros, alteraron los precios elevando artificialmente la actividad de varias centrales de gas. Años antes había sancionado a Iberdrola con 25 por una conducta similar, en este caso con centrales hidroeléctricas.

El ministro de Consumo, Alberto Garzón, anunció vía tweet  que "hemos pedido a la CNMC que investigue si ha habido irregularidades en el mercado. Estamos buscando soluciones definitivas para una tarifa regulada que proteja especialmente a las familias más vulnerables".

Por su parte, fuentes del Miteco (Ministerio para la Transición Ecológica) explicaron que ese departamento, que gestiona las competencias en asuntos energéticos, "pedirá a la CNMC que en circunstancias extraordinarias como esta vigile y acredite de forma transparente si todo ha funcionado bien".

"Las compañías intentan maximizar su negocio por horas, y aunque las estrategias a largo plazo son otra cosa, esas son las reglas", anota Pizzinato en referencia al sistema de subastas.

¿Puede hacer algo el Gobierno?

"Los españoles pagamos mucho menos en nuestro recibo, en dos años casi un 40% menos. Sin embargo, el modo en que el derecho europeo establece la forma de fijar precio en los mercados eléctricos hace que en ocasiones puntuales de mucha demanda y poca renovable el precio se dispare, como es el caso de esta situación", explican fuentes del Miteco.

Las normas generales sobre el cálculo del precio vienen impuestas, aunque eso no sería en ningún caso un obstáculo para actuar sobre otros componentes del recibo, ya que los peajes los establece el Gobierno español, que también es quien determina la presión fiscal que soportan los consumidores de electricidad.

Esta supera el 27% al aplicarse el IVA del 21% sobre los costes fijos y variables ya gravados con otro 5,11% de manera consecutiva en lugar de simultánea, algo que bajaría el recibo más de un 1%.

No obstante, el efecto de esa medida siempre sería menor que el que tendrían la aplicación del IVA superreducido de los productos básicos (4%) o el intermedio (10%), ni la suspensión, de nuevo, del impuesto a la electricidad, una medida que ya ahorró más de 720 millones de euros a las familias y empresas españolas entre octubre de 2018 y marzo de 2019.

La otra medida clave es el cierre de la transición ecológica del sistema energético con el destierro de los combustibles fósiles y el despliegue de las renovables, cuya progresiva entrada en servicio ya está tirando a la baja tanto de las emisiones contaminantes como del precio de la luz, aunque todavía falta trecho en ese proceso. "La transformación del sistema energético está siendo muy positiva en evolución de precios, pero hasta que no se haya completado es difícil evitar que en un mercado marginalista no haya algún episodio puntual como este", señalan fuentes del Miteco.

¿Qué dicen los consumidores?

Facua calificó este viernes de "salvajada tarifaria" la subida de precios de la electricidad "en plena ola de frío", que está suponiendo un encarecimiento interanual del 31%, y exigió al Gobierno "que no mire hacia otro lado" y "emprenda medidas regulatorias urgentes para frenar la especulación".

La organización de consumidores reclama una reforma del "sistema de fijación de tarifas mayoristas del mercado eléctrico, consistente en una subasta que fomenta la especulación", y pide también "una bajada en el IVA que se aplica en el recibo de la luz de las familias, que sumado al impuesto especial sobre la electricidad provoca que los impuestos indirectos encarezcan la factura un 27,2%".

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