/ Cultura

Samantha Hudson, en la Gran Vía de Madrid. Foto: Jaime Morato.
Samantha Hudson, en la Gran Vía de Madrid. Foto: Jaime Morato.
Samantha Hudson, en la Gran Vía de Madrid. Foto: Jaime Morato.
Samantha Hudson, en la Gran Vía de Madrid. Foto: Jaime Morato.

Samantha Hudson: «Soy un producto nacional más exquisito que el aceite de oliva virgen»

Sevilla, Granada y Barcelona son solo algunas de las paradas que tiene pendientes la artista mallorquina para este otoño. Su nueva gira AOVE Black Label la trae de regreso a la capital en noviembre con un concierto en la sala La Riviera, tras convertirse en una de las grandes triunfadoras de la última edición del festival Sónar y sumar un séptimo ‘sold out’ en Madrid.

Aurora Muñoz

En una reciente entrevista con El Español, la actriz Anna Castillo se mojó: «Haría ministra de Cultura a Samantha Hudson«. Méritos no le faltan. Esta leonesa, criada en Magaluf (Mallorca), es uno de los grandes fenómenos pop del momento y el gran icono de la Generación Zeta. A sus 24 años, ya cuenta con reconocimientos como el premio ArcoIris que otorga el Ministerio de Igualdad, el Premio Tik Tok a personaje del Año, el Premio Ídolo a Creadora de Contenido del año y el Premio ODA a la visibilidad y diversidad en los medios de comunicación. Desde 2019, ha publicado cuatro álbumes con Subterfuge bajo este nombre artístico inspirado en «las señoras de la periferia de Estados Unidos» y ha pasado de actuar en los clubs más underground a teatros monumentales, grandes salas como La Riviera (Madrid) y festivales internacionales tan prestigiosos como Sónar.

Está en todas partes. Mires hacia donde mires, Hudson hace militancia. El pasado fin de semana pasó por el Festival Brava en IFEMA, donde estuvo acompañada en el cartel por gente como Inés Hernand, Luc Loren, Belén Aguilera o Vicco. Eso no le impidió acompañar en el escenario a Amaia Romero en su cierre de gira en el Wizink Center. Allí interpretaron juntas La canción que no quiero cantarte, que aprovechó para dedicar a la celebración, ese día, de la visibilidad bisexual. Política, poliédrica y queer, ella asegura que la provocación que se le asigna viene implícita en su propia existencia. «El punto de mi discurso –y el de mi generación– es la difuminación del límite», declaró en una entrevista concedida de 2022 para El Periódico y es que ​esta artista ni quiere ni puede dejar a nadie indiferente. Se dio a conocer en 2015, tras la publicación en YouTube del sencillo Maricón, que grabó como proyecto para una asignatura de cultura audiovisual en su instituto de educación secundaria en Palma. La canción provocó un gran impacto mediático por sus críticas explícitas a la Iglesia católica y su posición respecto a la diversidad sexual. A consecuencia de aquello, Hudson fue excomulgada por el obispo de Mallorca y comenzaron a lloverle entrevistas. Ocho años después es protagonista de un documental, Samantha Hudson, una historia de fe, sexo y electroqueer, e incluso hizo un monólogo en la gala de los VIII Premios Feroz, en 2021. Sin embargo, hay cosas que no cambian. Hace poco menos de un año, en las Fiestas del Rosario de Fuengirola, Vox pidió la cancelación de su concierto alegando que «sus letras podrían suponer un delito de odio tipificado en el Código Penal» hacia el colectivo de los que «profesan la fe cristiana» por temas como Dulce y bautizada. El Ayuntamiento desatendió la solicitud y, una vez más, la Cultura cerró filas en torno a Hudson. Actualmente está de gira con AOVE, su trabajo más ambicioso hasta la fecha. Se trata de un EP repleto de sonidos electrizantes, timbres maquineros y una mezcla eclectica que se pasea por estilos como el techno o el hardbass y homenajea la contracultura rave de la década de los 90. Este último trabajo inconformista, titulado con las iniciales de las cuatro canciones que lo componen —Adicta al Sonido, Otra Vez, Vodka Redbull y Es lo que hay—, la ha tenido de gira todo el verano; pero con el cambio de estación llega nueva música. La ‘vuelta al cole’ de Hudson suena a Peluchito, una empalagosa versión discotequera del nostálgico hit dosmilero de Snufi Schnuffle que nos teletransporta directamente a la cultura del politono de la era pre-smartphone. Solo unos pocos afortunados podrán escucharla en vivo durante el mes de octubre en recintos como la sala Cartuja Cite de Sevilla (27 de octubre), la sala Aliatar de Granada (28 de octubre) y en noviembre, en las míticas La Riviera de Madrid (18 de noviembre) y Razzmatazz, en Barcelona (25 de noviembre). En esta entrevista, la artista desglosa algunas de las claves de su directo y repasa con Público momentos más representativos de su carrera discográfica.

Empecemos por una obviedad: nadie puede escapar de los algoritmos. ¿Crees que este EP logrará vencer en Google al aceite de oliva virgen?

Lo conseguimos con Liquidación total, que ya se las traía, pero lo que nos viene ahora es controvertido, ¿verdad? A mí siempre me ha gustado complicarme la vida, no soy una chica sencilla y al mismo tiempo, también soy un poco del montón. Son contrastes. AOVE es un reto, pero creo que no tendré problema en desbancar a ese producto patrio tan explícito, porque yo soy un producto nacional aún más exquisito.

 

 
 
 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

Una publicación compartida por Samantha Hudson (@badbixsamantha)

Otra vez ha sido el arranque de tu nueva era musical, un temazo electrónico que nos hace regresar en bucle al mantra «no hay un puto taxi». ¿Qué debe tener una canción para viralizarse?

Caray, si lo supiera estaría en Los 40 Principales. [Risas]. Mis canciones tiran mucho del recurso nemotécnico de la repetición, de reiterar estrofas y melodías bastante simples, pero muy efectivas. Al final es de lo que se trata, el pop no es nada complejo. De momento me funciona, no me puedo quejar. Esa, en concreto, tiene un bajo que hace que retumbe el suelo y unos timbres tan máquina que hacen buena combinación, pero la clave del éxito nadie la conoce, aunque supongo ser una tía tan mega guay del Paraguay también me sirve un poco de caña para ir tirando.

Con esa ironía que ya es marca de la casa, en su letra defines a tus amigas como «un grupo de salvajes» que no te dejan parar. En el año 83, Cindy Lauper lo petó con aquel alegato de que las chicas solo quieren divertirse. ¿Esta podría ser su versión siglo XXI?

Esta chica ya no quiere divertirse más, porque cuando te mudas a una gran ciudad como Madrid, empiezas en un bucle de empalmar un evento con otro. Vas de una fiesta de cumpleaños de una tía que acabas de conocer y después enlazas con un ‘acompáñame, que me da vergüenza ir sola’… ¡Madre mía! Hay veces que no sé qué voy a hacer, de repente tengo millones de cosas. Eso está demasiado asimilado por el gran público, pero creo que hay que ser más asocial.

Ya dejé el sexo atrás, ahora me gusta la castidad. Estoy cansada ya de ser una PR [relaciones públicas] y community manager. Quiero ser una ermitaña y vivir enclaustrada en un chamizo de madera en el bosque, porque la verdad es que no aguanto más. Si al menos funcionase bien el trámite para transitar de un sitio a otro, casi me valdría, pero me paso toda mi vida metida en un taxi: cuando no es al aeropuerto, es a la estación de tren y nunca están disponibles. Cuando más los necesito, que es en ese momento en el que ya tengo el aspecto del guardián de la cripta y estoy ardiendo en deseos de regresar a mi casa, no hay tu tía.

De ese homenaje al bakalao, pasamos al hardcore tecno de los noventa con Adicta al sonido. El concepto recuerda a aquel Slave To The Rhythm de Grace Jones. Si enlazamos esta referencia ochentera con tu respuesta anterior, tocaría preguntarse dónde está el límite. ¿En qué momento de la fiesta hay que bajar de revoluciones? 

Yo creo que se debe hacer como los empresarios de Wall Street y Silicon Valley: toma el LCD en micro dosis. Con esta metáfora, no estoy animando a la gente que tomes estupefacientes, sino a que se dosifique. [Risas].  Ahora, en cuanto la agenda ya se empieza a abultar un poco, se acabó la recopilación de anécdotas y de experiencias, cerramos la fiesta. A las once estamos todas en la cama y a madrugar como una señora.

En esta canción se plantea el dilema entre la opción de quedarte bailando frente a la cabina del DJ u optar por darle por darle bola al posible rollete de turno. En un reel que colgaste en Instagram defendías el derecho a estar solos, a formar parte de esa resistencia. ¿Somos aún más adictas al amor romántico que a cualquier otra cosa?

Yo creo que estamos muy saturadas, muy sobrecargadas y tenemos muchos problemas. No tenemos una agencia para solucionarlos y cuando no es la energía, es el tiempo o el dinero, incluso las tres al mismo tiempo. Ahí ya, apaga y vámonos. Creo que gran parte de nuestros sentimientos y de las emociones de nuestras relaciones se han construido desde la carencia de los primeros años. Todos hemos vivido muchos rechazos, bullying y comentarios descalificativos. Mucha gente crece en familias totalmente disfuncionales, por esa consagración absurda de la familia nuclear monógama estereotípica tradicional como la máxima institución. Eso produce una mezcla entre el contexto y el background particular que nos fuerza a suplir todas esas carencias y buscar desesperadamente una pareja sexual afectiva o varias.

No todo el mundo quiere ese príncipe azul, hay gente que simplemente tiene muchas relaciones y a veces es algo saludable. Ese puede ser un modo de vida e incluso un mecanismo de autodefensa para superar los sinsabores a los que nos exponemos en nuestro día a día. Yo estoy en ese grupo. Es algo que nunca me ha hecho nada de bien. Tengo bastantes traumas sexuales y es un campo en el que me cuesta mucho desenvolverme de una manera cómoda. Por eso, he abogado por el celibato y la castidad más pulcra y austera, como Isabel la Católica. Al mismo tiempo, soy muy ravera. Así que como digo en la canción, será que el sonido es mi único amante.

Este tema es muy bailongo, muy de pasárselo bien, pero creo que también tiene una retórica casi de alabanza a la muerte de una misma y a no permitir que nadie te pase por encima. Si estás sola, no es que seas una desgraciada, es que te gusta mucho hacerle el amor a los estrobos y nadie es capaz de seguirte el ritmo.

 

 
 
 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

Una publicación compartida por Samantha Hudson (@badbixsamantha)

Al presentar este nuevo EP, en mayo, contabas a tus seguidores por Instagram que «ya no eres castiza, sino una cosa mucho más moderna». Decías: «Ahora soy memes, soy random, soy inteligencia artificial». Desde luego, te has pasado Internet, pero ¿le recomendarías ese camino a alguien que empieza en redes?

Esto es como los manuales sobre cómo superar una crisis romántica o cómo alcanzar el éxito en diez sencillos pasos. Odio el concepto, porque te hace entender que hay una única manera de llegar a ese objetivo y eso es totalmente una falacia. Lo que debes tener muy en mente es quién eres tú, quién es tu público y cuál es tu contexto. Puede que jugando con esos tres conceptos encuentres una fórmula que te haga sentir cómoda y que te proporcione lo que estabas buscando, pero lo que funciona para Samantha Hudson no es lo mismo que le puede funcionar a otra persona y lo que busco yo para avanzar no tiene que ser para nada lo que busque otra persona, quizás su público es gente taurina que lleva chaleco y una tobillera de conchas…

 

 
 
 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

Una publicación compartida por Samantha Hudson (@badbixsamantha)

Precisamente una de las máximas que proclaman las agencias de representación de influencers es que no conviene posicionarse en temas religiosos, pero en el late show de Marc Giró recordabas hace unos meses cómo la Iglesia católica fue clave en tu despegue. ¿Qué queda de aquel proyecto de instituto que se convirtió en campaña de marketing involuntaria?

De alguna manera, eso fue la semilla de un matorral de espinas que me ha convertido en la mujer que soy hoy. Ya se venía gestando Samantha Hudson, pero aquello fue un parto muy doloroso y traumático. Desde entonces, ese bebé ha ido evolucionando hasta convertirse en esta yegua adulta. Me estáis escuchando ahora mismo, así que le estoy muy agradecida a mi historia personal. Creo que muy pocas artistas tienen el privilegio de haber tenido una irrupción en escena tan guay. Es muy chulo poder decir: «¡Hola! Empecé en la música con 15 años porque me excomulgó la Iglesia Católica». Con eso, perdóname, pero me he cagado en el legado de todas las artistas la industria española. Aquel vídeo fue el comienzo por accidente de una carrera y todavía queda Samantha para mucho rato.

 

 
 
 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

Una publicación compartida por Samantha Hudson (@badbixsamantha)

Hablemos de la última etapa de esa aventura. A, O,  V y E son las cuatro letras que se corresponden con la inicial de las canciones que conforman este EP. ¿Qué lo convierte en un producto tan exclusivo como el oro líquido que tenemos ahora a precios prohibitivos en las estanterías de los supermercados?

AOVE es mi trabajo más profesional, mejor realizado y masterizado. Será una evolución en el sonido y yo lo siento como un punto más maduro en mi trayectoria. Lo contemplo como algo más enfocado a un concierto y a una apuesta musical conjunta, porque Liquidación Total y Los Grandes Éxitos de Samantha eran una gamberrada extrema, más enfocados a un show en directo y a esa faceta de neo cabaret de variedades contemporáneo. Ahora me siento una tía chula y punto.

Aquí hay temas muy destroyer, de esos que hacen saltar la advertencia en el móvil de que deberías bajar el volumen, porque si no vas a tener serios problemas de oído. Ese es el rollo. También tienen cabida las canciones house que hubieran hecho una actriz porno o una modelo en la época en la que empezó a despuntar el autotune y aún no estaba muy bien considerado. Yo podría ser una de esas petardonas rubias, sexis y mega altas que salían a cantar sobre el dinero y las maravillas de estar en Ibiza tumbada en un yate. Total, que nos lo vamos a pasar muy bien.

Nadie diría que en tus recuerdos de niñez está una canción como Luz de luna, de Chavela Vargas. ¿Cuál fue la banda sonora de tu infancia?

Escogí aquella canción en El Faro, el programa de Mara Torres en La Ser, por una historia sobre la luna, mi abuelo y mi primo pequeño, que cuando no la veía llena, pensaba que él podría arreglarla con su martillo de albañil y una escalera alta.

Entonces yo no le prestaba todavía demasiada atención a la música. Me conformaba con escuchar los grandes éxitos que ponía a mi padre en la radio y eso podía ser Mecano. De adolescente, me gustaban Mónica Naranjo, Extremoduro y Marea, pero el gran momento melómano fue descubrir a Lady Gaga. Me dije: «Querida, para ti el mundo no va a ser tomarte un café latte en otoño con un sombrero de ala ancha y un fular, no es ese tu rollo. Tú eres Lady Gaga, así que ve preparándote». Ahí empezó una especie de hecatombe catártica que obtuvo como resultado el parto infame del monstruo que tienes sentado aquí a tu lado.

Hay otra Samantha en la industria, llegada de Operación Triunfo, que ha publicado también nuevo trabajo con pocos meses de diferencia con respecto al tuyo. Se llama Harta de mí. ¿Has llegado a cansarte de ti misma en algún momento con tanta promoción?

No, fíjate. Hasta hace más bien poco, la mayoría de las entrevistas que me hacían casi nunca eran de promoción de mi trabajo. En realidad, se limitaban a plantear una pregunta sobre mi carrera y luego querían que les explicara mi opinión sobre Irene Montero. Aún así, nunca me ha disgustado. Yo siempre he sabido jugar mis cartas y me siento muy privilegiada de poder trabajar en lo que me gusta y dedicarme a esto.

Siempre hay mucha controversia y mucha especulación. He oído cientos de veces una misma cuestión: «¿Eres el mismo personaje cuando llegas a casa?». Ante eso, agradezco mucho que crean que tengo tanto talento y la fuerza de voluntad suficiente como para ejercer el papel de esta mujerona las 24 horas del día. Si realmente no estuviera convencida de lo que hago, no tendría energía para hacer esa Samantha Hudson, pero no me cuesta trabajo ser tan extremadamente guay, ni subirme al escenario y entretener una vez más a mi público.

No sé si voy a estar cansada algún día, pero ahora tengo síndrome de la impostora. Nunca me había pasado y de repente… ¡Pum!. Quizás sea que me lo tomo más en serio. Yo quiero ser muy original y normalmente, cuando estás arrancando, es cuando te da inseguridad. Mira por dónde, ahora que ya soy una artista consolidada, me vienen las dudas sobre si lo estoy haciendo bien. Tampoco me importa el fracaso o caer de nuevo en el anonimato, pero estos pensamientos me vienen de noche. El otro día leí que a partir de las 21.00 horas no debes hacer caso a tus opiniones sobre tí misma y a lo mejor va a ser un buen consejo. Lo mismo hay una especie de regla, que no conocemos, y es preferible evitar darle al cerebro a partir de entonces. Soy Mari Rayaditas Mentales.

@josemulero95 Discurso de Samantha Hudson recogiendo su premio Ídolo. #premiosidolo #CapCut #samanthahudson @Samantha Hudson ♬ sonido original – Jose Mulero

Esa vocación de ser distinta puede que tenga poco encaje con las academias televisivas, pero ¿qué te parece la vuelta del formato de Operación Triunfo? ¿Te imaginas como jurado de un concurso de covers?

No, no me gusta nada juzgar ni decirle cosas feas a la gente. Entiendo el trabajo y lo valoro muchísimo. Creo que hay que tener mucho coraje para ser así de crítica y hacerlo de una manera apropiada, sin desmoralizar a los candidatos, pero yo no sería capaz. No tengo esa visión de que haya una manera correcta de hacer las cosas y que tengas que enfocar toda tu energía en cumplir con un estándar de lo que es ser un artista musical.

Me da mucha lástima que se critique tanto el fracaso o que se ensalce el éxito meritocrático. Considero que las nuevas generaciones viven un mundo que les permite muy poco margen de error. Todo va tan rápido y se esperan unos resultados tan inmediatos que no se te permite el lujo de equivocarte. Poder rectificar es una parte fundamental del proceso creativo y del transcurso vital de cualquier persona. En lugar de eso, tienes que hacerlo bien a la primera. Si no eres capaz de demostrar todo lo que vales en el primer momento, te descartan. Es una rueda que va girando a 8.000 revoluciones y exige que te adaptes o quedas fuera de juego. Es una pena. Me parece fantástico ir echa un espanto y de pronto, encontrar algo con lo que te sientas cómoda. No está tan mal hacer algo y cambiar de idea, cansarte de ti misma y ser otra cosa. Me gusta mucho la metamorfosis y creo que, aunque no tengas claro quién quieres ser en la vida, lo mismo sí sabes qué no quieres ser. Tienes que ir probando y descartando. Me entristece realmente que nos hayan robado eso.

@personaje_madeinspain Aguante Samantha Hudson 😂😂😂 #humor #comedia #risa ♬ sonido original – Personajes Made In Spain

En su docuserie, Georgina Rodríguez dice que su aspiración es llegar a mocatriz. Ese objetivo ya lo tienes cumplido, pero ¿qué retos te quedan por afrontar? Cerremos con una lista de sueños para este año.

Todavía me queda mucho por demostrar en las tres disciplinas que constituyen mi vocación principal: la comunicación, la música y la interpretación. Contra todo pronóstico, no está hecha ya toda mi carrera. De momento, me voy a centrar la música y en seguir haciendo que este AOVE retumbe en las pistas de baile. Debo fidelizar a mi público y evangelizar a esa gran masa para los cuales Samantha Hudson todavía es un concepto abstracto y no saben muy bien a qué se dedica. No los culpo, yo tampoco lo tengo muy claro, pero… ¿Quién sabe? Las posibilidades son infinitas. Soy una chica ambiciosa. Lo mismo te hago un cambio de ruedas en un Fórmula 1, que me atrevo con un bypass gástrico o un programa de televisión. Estaría muy bien presentar algo en una plataforma de contenido. Tampoco me importaría tener la oportunidad de escribir o de dirigir. Yo soy como la Barbie, valgo para cualquier profesión.