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España renunció al combustible del reactor 3 en 1983

El gigante francés Areva niega que su 'gasolina' con plutonio reciclado sea un riesgo adicional

MANUEL ANSEDE

Poco más de un mes antes de que el tsunami barriera la central japonesa de Fukushima, el gigante atómico francés Areva sacaba pecho por alimentar con MOX a la unidad 3 de la planta. Este combustible atómico es la estrella de la nueva política energética japonesa. El objetivo era, y sigue siendo, alcanzar 15 reactores con esta gasolina, fabricada con el uranio reciclado del combustible gastado en las centrales y con el plutonio generado en la reacción nuclear. La industria presume de que el MOX permite ahorrar hasta un 30% de uranio. Y el precio del elemento se ha multiplicado por diez en los últimos cinco años. Además, reduce drásticamente el volumen de los residuos radiactivos, dividiendo su toxicidad por diez. Todo ventajas.

Sin embargo, las ONG ecologistas contienen la respiración mirando a la unidad 3. Según Greenpeace, 'si el combustible se derrite, el riesgo de una reacción nuclear espontánea es mayor con el combustible MOX'. Sería, dicen, 'el peor de los casos'. El reactor 3 estaba en funcionamiento el 11 de marzo, cuando el terremoto sacudió la central. El lunes, una fuerte explosión de hidrógeno dejó tambaleándose el edificio del reactor. Anoche, helicópteros militares regaban la planta desde el aire.

En Francia, 21 reactores emplean el mismo fuel que en la central nipona

Pese a las alarmas, Areva niega que su fuel suponga un peligro mayor. Anoche, en conversación telefónica con Público, la portavoz de la fábrica francesa que envía el MOX a Fukushima, Nathalie Bonnefoy, rechazaba las críticas de Greenpeace. 'Según nuestros expertos científicos, en el estado actual no hay ningún riesgo particular en el reactor 3 porque utilice MOX', aseguraba. Sus contratos con las operadoras eléctricas japonesas siguen en pie. Areva, con 1.700 toneladas de MOX fabricadas hasta la fecha, es el mayor productor del planeta. En Francia, 21 reactores queman este combustible.

España, no obstante, renunció a reciclar plutonio en 1983, en plena Guerra Fría. Entonces, el Gobierno de Felipe González, recién llegado al poder, adoptó un nuevo Plan Energético Nacional, que imponía una moratoria en la construcción de nuevas centrales y consideraba el combustible gastado en los reactores como basura. El presidente estadounidense Jimmy Carter había tomado la misma decisión. Francia, por el contrario, optó por seguir estrujando el uranio de los residuos radiactivos. 'En Alemania llevan 40 años utilizando MOX y en Francia llevamos 25', señala Bonnefoy.

Las eléctricas españolas también han lanzado alabanzas al MOX rechazado por el primer Gobierno socialista. En 2008, Elías Velasco, entonces consejero director general de Unión Fenosa (copropietaria de las centrales de Almaraz y Trillo), decía: 'Con la generalización de esta tecnología [el MOX] se habría acabado en términos prácticos con el problema de los residuos de alta actividad de las centrales nucleares, asegurando, además, el suministro de uranio para las nuevas generaciones de reactores'. Para el exconsejero del Consejo de Seguridad Nuclear Agustín Alonso es una solución 'ventajosa'. Estados Unidos está construyendo una fábrica de MOX a partir de bombas nucleares en Carolina del Sur.

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