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Europa empuja para poner a Ucrania en el centro del G20 en una cita marcada por las grandes ausencias

A India no viajarán Vladimir Putin, Xi Jinping, Volodimir Zelenski ni Pedro Sánchez. La clave es si habrá comunicado final en un foro con miembros divididos sobre la condena a Rusia.

Un agente de las fuerzas de seguridad indias hace guardia junto a un cartel decorado con flores en una acera en las vísperas de la Cumbre del G20 en Nueva Delhi (India). REUTERS/Amit Dave
Un agente de las fuerzas de seguridad indias hace guardia junto a un cartel decorado con flores en una acera en las vísperas de la Cumbre del G20 en Nueva Delhi (India). REUTERS/Amit Dave / REUTERS/Amit Dave

La cumbre que la Unión Europea y los países de América Latina y el Caribe celebraron en Bruselas en julio quedó eclipsada y monopolizada por la insistencia de los europeos en condenar la guerra de Rusia en Ucrania. La UE se topó con la resistencia de muchos latinoamericanos, que se negaban a convertir su primera cita en 15 años en un encuentro sobre la contienda de Europa.

Y así dejaron constancia vetando la participación de Volodimir Zelenski. Dos meses después, esta fotografía se replica en otro foro internacional: el G20, que arranca el sábado en la capital india.

La cita de Nueva Delhi destaca por sus importantes ausencias. Vladimir Putin no participará, como tampoco lo hizo el año pasado en Bali. La representación rusa la llevará el ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov. Tampoco asistirá Pedro Sánchez en nombre de España -al dar positivo en covid-, que es país invitado. El presidente del Gobierno en funciones dio el jueves positivo en coronavirus.

El primer ministro Narendra Modi no ha extendido la invitación al presidente Zelenski, en su estrategia de reducir la atención sobre Kiev e intentar aunar consensos entre las partes enfrentadas del G20. Pero la baja más destacada es la del presidente chino Xi Jinping, que se ausentará por primera vez de la cita. En línea con la política cada vez más hermética con la que lidera el gigante asiático, desde su entorno no han dado ninguna explicación ni motivos. Pero tampoco es un acontecimiento muy sorpresivo.

En Bruselas lo leen como la constatación de que Pekín tiene poco o ningún interés en este foro, al que ve crecientemente fagocitado por los intereses de Estados Unidos, su gran competidor. El hecho de que no sea Xi sino su primer ministro el que aparezca en la foto de familia es visto en la capital comunitaria como la confirmación de que China no participará de facto en el encuentro. De hecho, su maquinaria diplomática está manteniendo un perfil muy bajo en las reuniones previas de preparación.

Desde la revalidación de su mandato, Xi solo ha abandonado su país en dos ocasiones. Una para reunirse con Putin en Moscú, en el marco de su "amistad sin límites". Y la otra hace unas semanas para asistir a Sudáfrica a la cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), que en una decisión "histórica" añadió a seis nuevos miembros: Argentina, Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Irán y Emiratos Árabes Unidos.

Si el sur global se alía en torno a la idea de mantener una postura no alineada sobre la guerra en Ucrania, para el bando transatlántico que encabezan la Unión Europea y Estados Unidos la condena a Rusia y apoyar a Ucrania continúa en lo alto de sus prioridades nacionales y globales.

Comunicado en el aire

Poco antes de despegar rumbo a India, el presidente estadounidense Joe Biden ha mostrado sus reservas y dudas sobre la posibilidad de poder alcanzar un acuerdo para la declaración conjunta. Con los temas sobre estabilidad financiera o cambio climático encarrilados, el foco de disputa es ya solo los párrafos sobre Ucrania.

La Unión Europea sabe que todo este esfuerzo, tiempo y energía desvía la atención sobre otros problemas y desafíos no pocos importantes, pero 19 meses después del estallido de la guerra los europeos continúan dispuestos a pagar ese alto precio. Su objetivo final continúa siendo la derrota de las filas de Vladimir Putin sobre el terreno. Misión para la que han destinado más de 70.000 millones de euros en asistencia financiera en el frente humanitario, económico y militar.

Otros países como India, China o Brasil tienen otras prioridades y comienzan a acusar la fatiga de que estos encuentros se transformen en oportunidades perdidas para avanzar en otros temas globales por la fijación transatlántica de poner a Ucrania en el centro. India, que ostenta la presidencia del foro que reúne el 80% del PIB del mundo, ha dejado claro que su intención es poner el foco en otras regiones como el sur global.

La delegación india continúa trabajando a contrarreloj para encontrar un terreno aceptable para todos, pero por lo pronto para los europeos las fórmulas barajadas no van lo suficientemente lejos en la condena a Rusia y en la defensa del Derecho Internacional. Sí sería más aceptable alguna alternativa que se cristalizase en un 19+1 dejando a Rusia sola y visibilizando su ostracismo internacional. Pero Nueva Delhi, que es uno de los países más cercanos a Moscú, quiere lograr un lenguaje común y está redoblando los contactos con el G7 y con Lavrov. Y Sudáfrica, México o Brasil tienen sus dudas.

El año pasado, la declaración conjunta de Bali encontró la solución sobre la fórmula de "la mayoría de los países condenan firmemente la guerra en Ucrania y recalcan que está causando un sufrimiento humano inmenso, además de exacerbar las fragilidades de la economía global". En el párrafo siguiente se hizo referencia a la necesidad de respetar el Derecho Internacional y los pilares del multilateralismo, pero sin hacer mención expresa a nadie.

El G20 vio la luz en 1999 como un foro para abordar los desafíos económicos del planeta. Pero en los últimos años ha estado eclipsado por las crecientes tensiones globales. A sus miembros no solo los divide la guerra en Ucrania. India y China llegan en uno de sus momentos más bajos en relaciones diplomáticas por los conflictos fronterizos. Turquía está intentando erigirse como el mediador entre Rusia y Europa haciendo ojitos a ambos bandos.

Existe una batalla de fondo sobre el liderazgo de las economías emergentes y de fondo colea la gran lucha que marcará el presente y futuro de la geopolítica global: la competencia entre Estados Unidos y China por la hegemonía global.

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