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Alfonso Rueda: de perfil bajo a perfil propio

El político que avanzó en su carrera como segundo de Feijóo tiene como reto dibujarse un perfil propio y asentar su figura como líder sin depender de nadie.

22/1/24 - El presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, en una foto de archivo del 10 de octubre de 2023, en Madrid.
El presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, en una foto de archivo del 10 de octubre de 2023, en Madrid. A. Pérez Meca / Europa Press

El poder de predicción de Los Simpson está hoy fuera de toda discusión. Desde el asalto al Capitolio en el 2021 hasta la iluminación navideña de Málaga, la popular serie ha hecho las delicias del público adelantándose a numerosos acontecimientos de la historia reciente. Sin embargo, en Galicia tenemos nuestra propia versión literaria en la poesía de Rosalía de Castro. En ella aparecen la salud mental, la violación, el tomarse la justicia por la mano, el encaje en determinados estereotipos de género, la pobreza, el abuso de los que tienen dinero, la emigración... Da igual el tema, seguramente la escritora gallega por antonomasia ya lo ha dicho antes. Y lo ha dicho bien.

Tanto es así que la llegada a la presidencia de la Xunta de Galicia de Alfonso Rueda (Pontevedra, 1968) parece el inicio de uno de sus poemas más famosos: Este vaise y aquél vaise, e todos, todos se van. Se fue Núñez Feijóo, su antecesor, y se llevó con él a muchas personas de su corte, porque Madrid puede ser España y España, Madrid, pero allí cada vez se habla más con acento gallego. Su eterno delfín se quedó.

Alfonso Rueda era un conocido desconocido en Galicia. De hecho, en las anteriores elecciones se presentó como número 3 por Pontevedra. Casi no llega ni al podio. Parecían no gustarle los focos al hombre que había ostentado la Consellería de Presidencia, Administracións Públicas e Xustiza del 2009 al 2020, la de Presidencia, Xustiza e Turismo de 2020 a 2022 y la vicepresidencia de la Xunta del 2012 al 2020, además de haber sido secretario general del Partido Popular de Galicia del 2006 al 2016.

Queda más que claro que cuando Feijóo lo nombró su sucesor, el actual presidente de la Xunta no era nuevo por allí. Sin embargo, la campaña del partido de cara a los comicios del 18 de febrero se centra, principalmente, en potenciar su figura. Su puesto le da visibilidad, pero no la suficiente. La sombra de funcionario gris que arrastra es demasiado alargada, y la penumbra que proyecta el hiperliderazgo de su antecesor, demasiado ancha.

La referencia a Delibes podría cambiarse, en Galicia, por otra del mestre Agustín Fernández Paz: las voraces sombras de Rueda. En 2010 el escritor vilalbés, dos años después de recibir el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, rechazó el Premio da Cultura Galega de la Xunta remitiendo al manifiesto Rosalía de Castro nunca aceptaría este Premio. En él se denunciaba que el Gobierno gallego había legislado por primera vez en contra de nuestra lingua, algo a lo que no se atrevió ni Fraga una vez sentado en el Pazo de Raxoi. Ese mismo Fraga que le dijo a un joven Mariano Rajoy que si quería prosperar en política tenía que hacer dos cosas: casarse y aprender gallego.

A la vista está que Rajoy siguió el consejo a medias. Rueda, ya casado, terminó de ponerlo en práctica una vez erigido presidente, pues hasta ese momento sus redes sociales estaban en castellano. Incluso, el presidente gallego se había manifestado en contra de una supuesta "dictadura lingüística" en nuestra comunidad de la mano de la asociación Galicia Bilingüe, ahora integrada en Hablamos Español.

Fue precisamente su perfil bajo el que interesó a Feijóo allá por 2005, cuando le encomendó reconstruir el partido tras el Prestige, la marcha de Fraga y la pérdida del gobierno gallego. En aquella época, Rueda era el presidente de Nuevas Generaciones de Pontevedra y había sido jefe de gabinete de Xesús Palmou y director general de Administración Local de la Xunta, desoyendo el consejo de su padre: "No te metas en política".

Quizás ahí radique su querer pasar desapercibido y su comodidad en los segundos planos: su progenitor, concejal, senador y vicepresidente de la Deputación de Pontevedra, cayó en desgracia al alinearse con
el vicepresidente Xosé Luis Barreiro en el enfrentamiento que este mantuvo con el presidente de la Xunta Fernández Albor. Fiel a Barreiro, se afilió a Coalición Galega y fue su número 2 en las listas de 1989 por
Pontevedra. Su hijo Alfonso le votó e incluso hizo de interventor para el partido, pero no salió elegido.

Pocos años después, a principios de los 90, Rueda "el joven" ya formaba parte del PP de Galicia. Se licenció en derecho, sacó las oposiciones y ejerció como secretario municipal de diversos concellos hasta que la vocación política llamó a su puerta. Y hasta ahora.

En el ámbito privado, el presidente de la Xunta tuvo dos hijas con su novia de la universidad y estas navidades ha releído Ollos de auga, primer libro de la trilogía del tristemente fallecido Domingo Villar. También es amante del running, por lo que la foto corriendo en la jornada de reflexión no será forzada. Estuvo a punto de dejar la política porque sentía que no dedicaba a su vida familiar el suficiente tiempo. Los que le conocen dicen de él que es una persona que gana en el trato directo.

En contra de lo que sus proyecciones públicas dan a entender, afirman que es mucho más afable y callejero que Feijóo, que se movía bien en el discurso de masas, pero que tuvo que trabajar mucho su imagen más cercana de cara a los y las votantes. La jugada salió bien: el ahora presidente del PP a nivel estatal tiene a su alrededor un aura de bonhomía que no es innata como la de Rueda, pero que luce mucho más que la de su eterno escudero.

Quizás por eso comenzaron a movilizar el autobús preelectoral ya en octubre y lo volvieron a sacar en el vídeo de felicitación de Navidad del PP de Galicia, porque saber facer / a propia casa / fai tamén pobo (porque saber hacer / la propia casa / hace también pueblo), escribió María Reimóndez en su poemario Galicia en bus.

El presidente de la Xunta necesita levantar su propia casa sobre los cimientos feijooístas, evitando el ladrillo importado de Madrid, que aparece en el vídeo haciendo un cameo en un cartel en el que puede leerse "me gusta la fruta". Y esto a pesar de que Rueda afirmó en diciembre que no iba a hablar en "clave nacional" en esta campaña, para añadir después que Pedro Sánchez era "su gran rival".

Lo que está claro es que el político que avanzó en su carrera como segundo de Feijóo tiene como reto dibujar perfil propio y asentar su figura como líder sin depender de nadie. Ya no son Os dous de sempre, que diría Castelao (salvando todas las distancias con el argumento de la novela): es solo Alfonso Rueda, el candidato del Partido Popular de Galicia, sin tutelas ni tutías. Dispuesto a ser presidente de la Xunta por méritos propios (las encuestas dicen que roza la mayoría absoluta) y no solo porque este vaise y aquél vaise, e todos, todos se van.

Sobre todo, porque se dice de los gallegos y las gallegas que siempre queremos volver.

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