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Echenique: el piloto vuelve a casa tras el combate convertido en militante

El dirigente de Podemos anuncia que deja la primera línea política y que solicitará su reincorporación al CSIC.

El portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, durante una rueda de prensa en Madrid, a 28 de febrero de 2023.
El dirigente de Podemos Pablo Echenique en una imagen de archivo. Jesús Hellín / Europa Press

Pablo Echenique era el broche de aquella fauna del 15M que irrumpió en la política institucional en 2015. En el Congreso, en los ayuntamientos y en las televisiones, las corbatas y americanas se escandalizaban ante las coletas, las rastas y las camisetas reivindicativas que portaban estos extraños personajes que hablaban de asaltar los cielos, de los de abajo y los de arriba.

Un científico con gafas redondas y en una silla de ruedas eléctrica era el colofón de la mofa, pero también la expresión del temor que algunos sintieron cuando la política de la calle derribó, a golpe de votos, el muro que la separaba de la institucionalidad; si alguien como él podía entrar en este selecto club de representantes públicos, ¿qué sería lo siguiente?

La cosa no terminó ahí. Resulta que el científico del CSIC hacía mucho ruido e incomodaba hasta límites desconocidos a propios y extraños. En Podemos le quieren y respetan, entre otras cosas, porque han hecho de "las verdades como puños" sus tablas de la ley, pero en más de una ocasión en la formación morada se ha escuchado (casi siempre con tono jocoso) un "por favor, que alguien le quite el Twitter a Echenique".

El todavía diputado y portavoz de Unidas Podemos en el Congreso siempre entendió la política más desde una óptica militante que representativa. Él mismo se define en sus memorias (Memorias de un piloto de combate, Arpa) como "un idiota político" hasta los 30 años; se apuntó a Ciudadanos atraído por unos mensajes que en el fondo (eso lo descubriría luego) estaban vacíos de contenido, y vio la luz cuando fue testigo de la presentación del manifiesto Mover ficha: convertir la indignación en cambio político, presentado en sociedad en enero de 2014 en el madrileño Teatro del Barrio.

Esa declaración de intenciones cristalizó pocos meses después en Podemos. Echenique asistió en Zaragoza a uno de los mítines que Pablo Iglesias y otros dirigentes de este movimiento, como el anticapitalista Miguel Urbán, dieron por todo el Estado para comenzar a levantar su estructura política. "Sé de ciencia y sé de discapacidad. Usadme", le escribió a Urbán, y comenzó el viaje que lo convertiría en un militante entregado a una causa que lo trascendía en todos los sentidos.

Enfrentamiento con Iglesias en Vistalegre I

Fue eurodiputado (la primera representación institucional de Podemos fueron los cinco del Parlamento Europeo, entre los que se encontraba Echenique y el propio Pablo Iglesias) y se enfrentó al reto de volar en avión de manera frecuente en un medio de transporte poco adaptado para personas con discapacidad (el personal del avión lo llevaba en brazos hasta el asiento y su silla, casi una parte esencial de su cuerpo, volaba con el equipaje y corría el riesgo de extraviarse en los no tan poco frecuentes entuertos de las aerolíneas).

Su espíritu militante le llevó a enfrentarse a Pablo Iglesias en la asamblea fundacional de Podemos (Vistalegre I) aupado por los anticapitalistas, que vieron en él un perfil idóneo para hacerse con el liderazgo del partido. Lo hizo y dio lo mejor de sí, y en sus memorias relata que nunca se sintió tan arropado, cuidado y atendido por una prensa que lo rodeaba de micrófonos siempre que tenía ocasión. 

Perdió y su derrota fue el primer paso hacia el núcleo duro de un Iglesias que en 2016 le encargó la tarea de ser el secretario de Organización del partido tras el "jaque" e intento de "mate" del sector errejonista, cuya primera consecuencia fue la destitución de Sergio Pascual.

Las de la Organización son las riendas más incómodas de un partido en plena guerra interna, y Echenique las cogió para empezar a construir su figura como piloto de combate. Su posición dentro del partido y su cercanía a Iglesias le valió las críticas de un sector errejonista que nunca lo consideró neutral, y las personas que lo vivieron todavía recuerdan la construcción de su figura como la del malvado científico que diseñaba sistemas de votación en primarias para favorecer al sector del que formaba parte. 

También fue portavoz del partido y su cara en los momentos menos amables, otra cicatriz más de la transfiguración en el militante que, en palabras de Iglesias, "debe estar allí donde es más útil". Formó parte de la negociación del Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos y fue uno de los artífices de la entrada de la izquierda alternativa en el Ejecutivo, una posición que no todos compartían en el espacio.

Pelea por hacer plenamente accesible el Congreso

Su último cargo fue el de portavoz en el Congreso de los Diputados y fue la tijera que cortó el telón que cubría la escasa e insuficiente adaptación de los edificios institucionales a las personas con discapacidad. Sus intervenciones en el Pleno las hacía en el denominado foso, donde trabajan habitualmente las taquígrafas, porque su silla no cabe en el hueco reservado para los escaños.

Solicitó formalmente en varias ocasiones una reforma, pero el peso de la historia del decimonónico e intocable edificio pudo con la vergüenza que supone que un grupo parlamentario tenga que pensarse dos veces si se puede permitir tener un portavoz que se desplace en silla de ruedas.

Como en Twitter, sus intervenciones parlamentarias y sus ruedas de prensa fueron duras, ácidas y contundentes cuando creía que la ocasión lo merecía. En la primera intervención de Yolanda Díaz como líder de la izquierda alternativa ante el grupo parlamentario de Unidas Podemos, la ministra de Trabajo pidió acabar con el "ruido" y con la "política de Twitter", y a muchos se les vino la figura del portavoz a la cabeza.

Emocionó a Pablo Iglesias y le empujó, sin saberlo, a disputarse con Isabel Díaz Ayuso la Comunidad de Madrid en 2021. El entonces líder de Podemos buscaba un candidato competitivo tras la inhabilitación judicial de Isa Serra, pero ninguno quiso aceptar este encargo (las previsiones de la izquierda no eran nada halagüeñas en esta región y había un riesgo importante de "quemarse" sin obtener ningún rédito a cambio).

Iglesias e Irene Montero pensaron incluso en acabar con todo, en irse y poner fin al proyecto que los había metido en el Gobierno de España. Echenique lo llamó por teléfono y le dijo "me presento yo si hace falta", y encendió de nuevo la llama militante en un Pablo Iglesias que perdió por un momento la fe.

Fuera de las listas de Sumar tras nueve años en política

El portavoz no entró, como muchas otras figuras, en las listas electorales de Sumar al 23J, y dejará de ser diputado. Este miércoles ha anunciado que deja la política y vuelve a su puesto en el CSIC, tras nueve años en la política institucional ocupando distintos cargos orgánicos y parlamentarios en España y en Europa. 

"Esto no va de mí. Un proyecto político transformador solo puede serlo si los demás, y no uno mismo, son la brújula. Estoy orgulloso de haber hecho mucho ruido estos años porque sé que frente al discurso de extremo centro el ruido es la única manera que tenemos los de abajo para que se nos escuche y podamos conseguir derechos", dijo en su última intervención parlamentaria.

El piloto vuelve a casa tras el combate convertido en el militante polémico y ruidoso capaz de despertar el mayor de los rechazos pero también de emocionar con su lealtad inquebrantable.

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