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Sánchez ve en la amnistía un salvavidas para quitar el foco del 'caso Koldo' y del fracaso socialista en Galicia

El Gobierno negocia de nuevo con Junts la ley de amnistía y pretende aprobar los Presupuestos próximamente, tras el bache electoral y la salida de José Luis Ábalos. Los primeros 100 días del Ejecutivo han estado marcados por diferentes frentes. 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, durante una sesión de control al Gobierno, en el Congreso de los Diputados, a 28 de febrero de 2024
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, durante una sesión de control al Gobierno, en el Congreso de los Diputados, a 28 de febrero de 2024. Eduardo Parra / Europa Press

Que la legislatura iba a ser compleja lo sabían en Moncloa y Ferraz desde la misma noche del 23 de julio. Que Pedro Sánchez estaba decidido a afrontar los retos, también. Pero en apenas 100 días de Gobierno los frentes que se le han abierto al PSOE son múltiples sin apenas respiro entre uno y otro. El último, la salida forzada de José Luis Ábalos. Y la mayoría de ellos están sin resolver de forma definitiva. 

La derecha y extrema derecha ni siquiera han esperado a la relativamente habitual tregua de cortesía en los primeros días de cualquier Ejecutivo. Todo lo contrario. Desde el minuto uno, incluso sin estar confirmada la conformación del Gobierno, decidieron movilizar las calles por las negociaciones de los socialistas con Junts y Carles Puigdemont. 

La investidura de Sánchez salió adelante. Pero eso solo suponía el principio del camino. La ley de amnistía para los encausados del procès de Catalunya parecía la llave para asegurar la estabilidad del Gobierno durante cuatro años. Era al menos la intención de los socialistas, que negociaron de forma intensa con Junts durante muchas semanas. 

En la recta final, no obstante, la negociación encalló en medio de una ofensiva judicial que endureció la posición del partido de Puigdemont. Hasta el último minuto se intentó convencer a Junts de que aprobaran en el Parlamento una ley que ha generado mucho desgaste mediático y político en las filas socialistas. No fue posible. 

Junts y PSOE se dieron unas semanas más para negociar y desencallar este asunto. El nuevo plazo concluye el 7 de marzo. Según confirman  fuentes de Moncloa a Público, las conversaciones entre ambos partidos continúan. Y "van por buen camino", añaden sin ofrecer más detalles de cómo resolver las diferencias existentes. Pero en todo caso confían en que pueda salir adelante y cambie el foco tras los últimos tropiezos. La clave sigue siendo qué se tocará del texto para permitir a Junts decir que el PSOE se ha movido y a los socialistas decir que no se ha tocado nada sustantivo.

En todo este contexto ha jugado un papel relevante el poder judicial y sus injerencias. Los socialistas, en privado, no esconden su malestar con parte de la judicatura que se ha dedicado a tratar de enturbiar al poder legislativo. Decisiones como las del juez Manuel García Castellón sobre Tsunami Democràtic y Puigdemont o la reapertura de la conocida como "trama rusa" del independentismo catalán no han favorecido a la estrategia del Gobierno. 

Aparejado a la amnistía está la negociación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Las cuentas públicas están prorrogadas desde el 1 de enero. Desde Moncloa han insistido en rebajar la importancia de este hecho pero siempre manifestando que su intención es aprobar unos nuevos PGE. Si es posible, en abril. El PSOE tiene que negociar también con el resto de grupos parlamentarios necesarios: ERC, EH Bildu, PNV, BNG y Podemos, estos dos últimos integrados en el Grupo Mixto. 

Este último grupo ha cobrado una especial relevancia en esta legislatura. El punto clave para ello llegó a principios de diciembre, con la salida de Podemos del grupo parlamentario de Sumar que lidera Yolanda Díaz. Otro frente inesperado que tiene que afrontar Sánchez. Otro partido más con el que negociar. La fuerza morada demostró su relevancia al tumbar con su voto en contra un decreto de reforma del subsidio por desempleo. 

Galicia, corrupción y la "dolorosa" actuación con Ábalos

La última semana ha sido quizás de las más duras de Sánchez desde que llegó al Gobierno en noviembre. Comenzó con un pésimo resultado en las elecciones autonómicas de Galicia. El PSdeG se quedó muy por debajo de las expectativas y con el número más bajo de escaños de su historia. El BNG le ha comido muchísimo terreno en la oposición al PP de Alfonso Rueda

Galicia consumó la enorme pérdida de poder territorial que comenzó en mayo del pasado año. Los socialistas, y así lo reclamó Sánchez a su dirección, quieren tener liderazgos territoriales más fuertes. Incluso que puedan trascender las propias siglas del PSOE. La tendencia, no obstante, puede cambiar en el próximo ciclo electoral, especialmente con los comicios en Euskadi y Catalunya, que deberían ser buenas plazas para los socialistas. Entre medias, otra prueba de fuego que son las elecciones europeas de junio. 

Y con prácticamente sin digerir los resultado en Galicia, estalló el 'caso Koldo'. Una trama de corrupción y comisiones por la venta de mascarillas en pandemia con un nombre propio por encima de todos, el de Koldo García Izaguirre. Aparejado a él, el de Ábalos, pese a no estar investigado ni señalado. La exigencia de "responsabilidad política" y el objetivo de diferenciarse del PP en asuntos de corrupción generó que Ferraz exigiera el acta de diputado del exministro. 

La "dolorosa" situación todavía se está asimilando en el PSOE. La versión oficial de la dirección es que se ha hecho lo correcto pese a lo traumático del sacrificio de una persona de tanta relevancia como Ábalos.

Moncloa y Ferraz apuntan que no están preocupados por el papel en el futuro que pueda tener el exdiputado socialista. Ni a nivel político ni judicial. Es decir, que Ábalos, como él mismo ha señalado, va a votar junto al PSOE pese a estar en el Mixto. Y tampoco "va a tirar de la manta" con hipotéticas informaciones comprometidas. 

Mientras tanto, Ábalos ha ofrecido ya un puñado de entrevistas en medios de comunicación tras su comparecencia del martes. En ellas ha transmitido varios mensajes tranquilizadores hacia el Gobierno, al tiempo que ha apuntado

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