Este artículo se publicó hace 17 años.
El agresor de la joven ecuatoriana tiene un trastorno grave y recibió atención psiquiátrica desde niño
El agresor de una joven ecuatoriana en los Ferrocarriles de la Generalitat (FGC), Sergi Xavier M.M., sufre un trastorno mental de carácter grave y ha recibido atención psiquiátrica durante casi diez años, según ha dicho a Efe el psiquiatra Alfons Icart, perteneciente al equipo que le atendió.
Icart, director general de la Fundación Orienta, entidad que agrupa a los centros de salud mental infantil y juvenil y a los dos hospitales de Día de Sant Boi de Llobregat (Barcelona), ha señalado que este trastorno "tiene relación con la infancia tan traumática que ha padecido, al no tener madre, un padre alcohólico y criarse con una abuela con muchas limitaciones humanas".
Los trastornos se empezaron a hacer visibles de pequeño y fue la abuela del niño la que pidió una consulta médica por indicación de los equipos psicopedagógicos de su escuela.
Ha relatado que entonces "no hacía los deberes, se movía mucho y llamaba continuamente la atención, una actitud que se puede entender porque era un niño medio abandonado que quería sustituir su carencia llamando la atención, pero al que, en vez de atenderle, se le castigaba".
El experto ha declarado que el joven "ha cometido una falta, es responsable de sus actos y por ello debe haber un castigo, pero además debe haber un tratamiento contra el alcohol y contra la droga, porque no se le puede dejar en la calle para que pueda cometer otro acto parecido, y recibir un tratamiento adecuado, ya que para esto tenemos servicios de ayuda".
También ha puntualizado que en la agresión a la chica ecuatoriana, no se sabe si la agresión se produce por racismo o porque "se está agrediendo a sí mismo, en un momento de confusión por alcohol y drogas", ya que ha revelado que, cuando era pequeño, se golpeaba en ocasiones.
Icart ha explicado que la atención psiquiátrica del joven se inició en 1992 y se prolongó en 1993, pero que no se le pudo dar ningún programa terapéutico continuado porque acudía de forma muy intermitente, debido a las dificultades que tenía la familia para acompañarlo.
Asegura que se siguió atendiendo al chico durante algún tiempo más, hasta que en el año 2000, cuando contaba 14 años, estuvo en un hospital de Día de salud mental para adolescentes.
Según el psiquiatra, el tratamiento se mantuvo con muchas dificultades y se logró formar una personalidad que "más o menos puede funcionar, pero con un frágil equilibrio".
Sin contexto familiar y con drogas y alcohol, ese equilibrio se rompe, según Icart, quien explica que entonces se reactiva lo más primario, que es "lo más descontrolado".
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