Este artículo se publicó hace 15 años.
Guerrilla en marte» ¡Liberad el planeta rojo!
En el Marte ideado por Philip K. Dick, y posteriormente moldeado en el cine por Paul Robocop Verhoeven en Desafío total (1990), las colonias humanas han desarrollado la minería hasta convertirla en el modelo de explotación principal del planeta rojo. La esclavitud es algo que se sospecha tras las largas filas de trabajadores sucios y exhaustos, como también se intuye que, en algún lugar, bajo el movimiento de tractores espaciales y excavadoras, una parte de estos humanos cabreados se están organizando como resistencia. Red Faction: Guerrilla, el último videojuego de Volition (responsable de la relativamente exitosa marca Saints Row), viene a retomar una historia similar: Marte está siendo agujereado como un queso gruyère y la fuerzas contrarias a la opresión se han reorganizado. En el centro está el libertador Alec Mason. Es decir, tú.
Tan ambicioso punto de partida no sería nada sin un buen motor que pusiera en pie y en movimiento un escenario de estas dimensiones, un planeta que parece una olla a presión. Por suerte, la principal novedad de Red Faction: Guerrilla con respecto a sus dos primeras partes (Red Faction, 2001; y Red Faction II; 2002) es que pone al servicio del jugador un mundo abierto en el que prácticamente todo es destructible, al menos las construcciones levantadas por el hombre. Edificios, garajes, vehículos, almacenes y contenedores, pueden venirse abajo a nuestro antojo mientras recorremos kilómetros de superficie roja, en coche o a pie, y vamos liberando a la población y cumpliendo objetivos estratégicos para la guerrilla.
Como título de nueva generación que recicla la libertad de un GTA (pero también elementos de Far Cry 2, Halo e incluso del bastante más profundo Mass Effect), Red Faction: Guerrilla sería algo así como un videojuego de destrucción masiva: el motor GeoMod 2.0 calcula el peso de los materiales y su grosor y nos deja a nosotros cómo tirar abajo las construcciones. Historia hay más bien poca (o más bien es irrelevante). Resultado: la destrucción es bella y es el centro de toda la acción. Es lo que hace original y divertido un desarrollo en el que prima la libertad, aunque suena inevitablemente a pastiche de cosas conocidas.
Por lo demás, Red Faction: Guerrilla, también como todo buen sandbox actual, permite la conducción de vehículos casi como atracción secundaria, para cuando nos cansemos de pegar tiros y poner bombas. Y también ofrece varios modos de multijugador para disfrutarlo en compañía de amigos. Es mucho más fácil destruirlo todo así.
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