Este artículo se publicó hace 14 años.
Messi conquistó al mundo; ya sólo le falta levantar la Copa
El futbolista Lionel Messi conquistó hinchas en todo el mundo, logró el reconocimiento de sus compañeros y hasta hay un chef tratando de crear el sabor de sus goles, pero aún tiene dos deudas pendientes: enamorar a los argentinos y ganar un Mundial.
El atacante sudamericano ha vivido los últimos dos años una especie de doble vida: por un lado cosecha elogios y comparaciones con los mejores jugadores de la historia por sus fantásticas demostraciones en el Barcelona, pero por el otro es criticado con dureza por sus flojos partidos con la selección argentina que conduce el ex astro Diego Maradona.
Sus actuaciones llevaron a que muchos lo pongan en el mismo nivel que leyendas como Maradona, Pelé, Franz Beckenbauer, Johan Cruyff y Alfredo Di Stefano. Los más arriesgados dicen que a sus 22 años ya es el más grande de la historia.
Lo mejor de su repertorio se vio a mediados de marzo, cuando en una semana marcó un triplete ante el Valencia y otro frente al Zaragoza en la Liga y anotó dos tantos ante el Stuttgart para que su equipo avanzara a los cuartos de final en la Liga de Campeones.
Poco después marcó cuatro goles al Arsenal en los cuartos de la Champions, en la que su equipo cayó en la semifinal ante el Inter de Milán.
"La comparación Messi-Maradona es absurda (...) Maradona era un fenómeno y hacía cosas increíbles. Messi lo hace ahora. Que disfruten con él y que le dejen en paz porque las comparaciones sólo generan divisiones", señaló Cruyff, otra leyenda del Barca.
Para el holandés, Messi a veces "acusa la presión a la que te someten por ser considerado el mejor del mundo".
El propio Messi le ha bajado el tono a la situación. "Aunque pasen millones de años, no voy a estar ni cerca de Maradona. Él es el más grande de todos los tiempos", aseguró.
Otro que cree que los calificativos son exagerados es Pelé, quien sostiene que Messi debe ganar al menos un Mundial para que se lo pueda comparara con los mejores de la historia.
Pero algunos no escatiman halagos.
"Messi es el mejor jugador del mundo y de la historia", dijo el presidente del Barca, Joan Laporta.
Su entrenador, Pep Guardiola, se mostró de acuerdo.
"Los más grandes siempre están en el meollo de la acción", dijo tras el triunfo ante Stuttgart. "(Michael) Jordan lo hizo con los Bulls, (Kobe) Bryant lo hace con los Lakers y Lio lo hace aquí (...) Él es el mejor y no lo cambiaría por nadie".
Como si las comparaciones y los halagos fueran pocos, la "Messimanía" alcanzó un lugar que nadie imaginaba: un chef se ha puesto a trabajar para descubrir el sabor de los goles del atacante argentino.
"Estamos trabajando en una idea, en poder hacer un gol de Messi. Cómo sabe un gol del argentino. Cómo poder hacer esa euforia", dijo en marzo el chef español Jordi Roca. "El dulce de leche estará seguro como ingrediente".
Messi ayudó a que en el último año el Barca ganara seis títulos: la Liga, la Copa del Rey, la Liga de Campeones, el Mundial de Clubes, la Supercopa de España y la Supercopa de Europa, un logro sin precedentes.
En el plano personal, se quedó con el Balón de Oro y fue elegido como el Jugador del año por la FIFA en 2009, un premio de los que había quedado cerca en los años previos. Semanas atrás se quedó con la Bota de Oro como máximo artillero de Europa, sumando una gran capacidad goleadora a su innegable habilidad.
Con todos estos galardones, sólo le queda algo pendiente: levantar la Copa del Mundo guiando a su selección.
La necesidad de los argentinos de encontrar en él al sucesor de Maradona no hizo más que ejercer presión sobre el futbolista que desde los 13 años juega en el Barcelona.
Parte de la prensa argentina criticó sin piedad las actuaciones de Messi, a quien muchos acusan de no esforzarse igual que en España, aunque reconoció que en la selección no cuenta con los socios ideales para desarrollar su juego.
LA PULGA
Messi comenzó a mostrar sus habilidades a los cinco años jugando con chicos mayores que él en el club Grandoli, en un barrio de su ciudad natal en Rosario. En ese club recibió el mote de "Pulga" por su baja estatura, producto de una enfermedad hormonal que afectaba su crecimiento.
Cuando tenía 11 años, el River Plate rechazó su entrada en sus divisiones inferiores a pesar de haber deslumbrado a los entrenadores durante su prueba. La razón eran los 900 dólares mensuales que costaba el tratamiento de Messi durante tres años.
Jorge Messi, padre del jugador, se marchó a la casa de unos parientes en España y el Barcelona pagó el tratamiento y lo fichó para su cantera. Tras dos años de residencia en España, obtuvo la nacionalidad.
EN LA SELECCION
En 2008 fue campeón de los Juegos Olímpicos de Pekín y segundo en la elección del Balón de Oro y de la FIFA. En 2004, rechazó representar a España y decidió jugar para Argentina. Su debut con la albiceleste fue en junio de ese año con el sub-20 en un amistoso ante Paraguay.
Un año más tarde ganó el Mundial de esa categoría en Holanda como goleador y fue elegido el mejor del torneo.
Su debut en la selección mayor el 17 de agosto del 2005 fue tormentoso. Messi entró en el minuto 63 en un amistoso con Hungría y 47 segundos más tarde fue expulsado tras pelearse con el defensor Vilmos Vanczék.
En 2006 pasó sin pena ni gloria por el Mundial de Alemania, al que llegó como una gran promesa. Debutó en el segundo partido de su país, contra Serbia y Montenegro, y marcó el 6-0 final para ser el sexto jugador más joven en anotar en un Mundial.
En 2007, realizó un excelente papel en la Copa América de Venezuela, donde Argentina perdió la final con Brasil.
En la eliminatoria a Sudáfrica, no gravitó y apenas mostró algunas pinceladas de su prodigiosa zurda. Ahora, los argentinos esperan que Messi "despierte" en Sudáfrica, para que la selección vuelva a festejar y para terminar con una búsqueda del gran ídolo que ya parece eterna.
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