Este artículo se publicó hace 15 años.
El Museo del Vino invita a conocer siglos de historia con los cinco sentidos
El Museo del Vino de Málaga invita a conocer la cultura vitivinícola de la provincia a través de un paseo por su historia, donde jugar con los cinco sentidos para descubrir, más tarde, el placer de degustar.
La zona museística, dividida en cinco partes, recorre la historia desde los fenicios y el vino de Al-Andalus, pasando por la Málaga del Siglo de Oro que resplandeció por sus viñas, hasta la llegada de la filoxera, que devastó los campos y redujo el número de hectáreas dedicadas a estos cultivos de 110.000 a 25.000.
Se narra la creación del Consejo Regulador Denominaciones de Origen "Málaga, Sierras de Málaga y Pasas de Málaga" y la relevancia de que los caldos de la provincia cuenten con un organismo que los regule, como ha explicado a Efe su presidente, Cayetano Garijo, mientras suena el tintinear de unas copas.
"Este organismo garantiza que el vino ha sido producido y elaborado en la provincia, y lo promociona una vez obtiene el certificado de Denominación de Origen".
Tras conocer la historia de los vinos malagueños, el público asiste a una explicación pormenorizada de la geografía de la provincia y la diversidad de sus comarcas productoras, como la de la Serranía de Ronda, la de la Costa del Sol, la de la zona Norte, la de los Montes y la de la Axarquía.
Sin embargo, como subraya a Efe el director del Museo, José Manuel Moreno Ferreiro, uno de los apartados más significativos es el del cultivo de la vid, donde se indica el ingenio de los agricultores para hacer frente al brote de la filoxera y los injertos como prevención y solución.
"Este parásito llegó desde América sin haber dañado una sola viña de allí", explica Moreno Ferreiro, que prosigue e indica que la solución llegó, precisamente, de mano de la planta americana. "Cada ejemplar de vid europea se injerta en una americana y crece sobre ella quedando inmune".
Después de la descripción del ciclo de cultivo, llega la vendimia, que demuestra el trabajo bien hecho, lo que en cada bodega culmina en fiesta. Se lleva a cabo entre los meses de agosto y octubre, y comienza con el asoleo, "colocar los racimos de uva al sol para que se azucaren", precisa José Manuel Moreno.
"Y llega el pisado o molturado", narra el director del Museo del Vino de Málaga, que explica la consecución del mosto y su posterior conversión en vino tras el proceso de la fermentación, es decir, transformar el azúcar en alcohol.
Tras descubrir los aparatos y utensilios que participan en el proceso que convierte la uva en vino, los visitantes se encuentran con los colores y texturas de los caldos de la provincia: naturalmente dulces, de licor, tinto, rosado y blanco. Se puede, a su vez, palpar la madera del alcornoque...y se pasa del tacto al olfato, donde disfrutar y reconocer el aroma de cada variedad.
La última de las partes del museo es la del embotellado y el arte pictórico representado en las etiquetas. De este modo, la vista se pasea por cientos de dibujos, recogidos en marcas, que hacen honor a la monarquía, la república, las fiestas, las misas o las guerras. "Vinos para todos, por dentro y por fuera", sentencia Moreno Ferreiro.
Y llega la hora del gusto. La visita al Museo del Vino, situado en la plaza de Viñeros -frente a la cofradía que lleva este nombre- culmina, cómo no, con la degustación de los caldos de la provincia, orgía de sabores que el público tiende a recordar como una de las señas de identidad de la Málaga de Picasso.
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