Este artículo se publicó hace 14 años.
El rol de la imaginación en la representación del movimiento, en una muestra en Londres
Jonathan Miller, premiado director de teatro y de ópera británico, ha montado en Londres una tan pequeña como fascinante exposición en torno al papel de la imaginación visual en la representación del movimiento.
Tomando como punto de partida la colección de arte de la colección Estorick, con obras como "La mano del violinista", de Giacomo Balla, Miller analiza la influencia que ejercieron sobre los futuristas italianos los descubrimientos de dos grandes pioneros de la fotografía: el inglés Eadweard Muybridge y el francés Etienne-Jules Marey (ambos 1830-1904).
El más conocido por sus imágenes del cuerpo en movimiento es el primero, que logró en 1878 en un rancho norteamericano captar las fases sucesivas del galope de un caballo mediante una secuencia de doce fotografías captadas con cámaras de alta velocidad equipadas de obturadores controlados a distancia.
La historia es conocida: Muybridge trataba de resolver así una polémica entre el ex gobernador del Estado de California Lelanad Standford, presidente de la compañía de ferrocarril Central Pacific, que mantenía que había un momento durante el galope en el que el caballo no tenía ningún casco apoyado en tierra, y James Keene, presidente de la Bolsa de San Francisco, que sostenía lo contrario.
Los experimentos de Muybridge no sólo sirvieron para dar razón al primero sino que iban a servir de base para el posterior descubrimiento del cinematógrafo además de influir de modo inmediato en la representación del movimiento en la pintura.
Como se aprecia en el cuadro de John Wootton (1648-12764) con el que comienza la exposición, titulado "Carrera de caballos en Newmarket", pero también en la reproducción de una obra de los indios Sioux, de Dakota, los artistas representaban hasta entonces a los caballos en movimiento con las patas en alto extendidas hacia delante y atrás simultáneamente, como en un tiovivo.
Las instantáneas de Muybridge demostraron con certeza que esos animales tienen en un momento del trato las cuatro patas en alto, aunque recogidas hacia dentro en lugar de extendidas, algo que, si científicamente es exacto, no da la misma impresión de dinamismo -todo hay que decirlo- que la representación tradicional.
En cualquier caso, los estudios de los movimientos de animales y de la figura humana de ese pionero iban a tener un fuerte impacto en numerosos artistas de todo el mundo: desde el francés Edgar Degas o el pintor y fotógrafo realista norteamericano Thomas Eakins hasta, ya más cerca de nosotros, Francis Bacon.
Pero, como demuestra, por otro lado, la exposición, que podrá visitarse hasta el 18 de abril, todavía mayor influencia que las imágenes de Muybridge tuvieron los experimentos paralelos de su coetáneo Marey en los futuristas italianos.
A diferencia de Muybridge, que representó las sucesivas fases del movimiento en imágenes independientes, Marey creó con ayuda de una especie de "rifle fotográfico" imágenes que lo representaban de modo simultáneo en una sola placa, generando una especie de estela rítmica como la que aparece en las pinturas de Balla o Boccioni.
Al mismo tiempo que analiza los avances técnicos de esos fotógrafos y sus continuadores como Harold Edgerton o Gjon Mili, Jonathan Miller pone de relieve algo muy importante, como es el importante papel de la imaginación visual en la construcción del movimiento, algo que han sabido explotar los artistas desde la antigüedad.
Ese trabajo de la imaginación se aprecia claramente en los experimentos del psicólogo danés Gunnar Johansson, que colocó lucecitas en las articulaciones de actores vestidos de negro en una habitación totalmente a oscuras: en cuanto aquéllos comenzaban a moverse, el espectador reconocía lo que tenía delante.
En una pantalla instalada en una de las salas de la Estorick Collection, el visitante puede ver claramente ese fenómeno: en ella aparecen diversas y sucesivas configuraciones de puntos luminosos sobre un fondo totalmente negro.
Gracias al baile de esos puntos lumínicos y con ayuda de la imaginación es posible distinguir si uno tiene delante un par de boxeadores, un maestro de esgrima o bien algún animal, como un caballo al galope o un canguro dando sus saltos característicos.
Joaquín Rábago
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