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Las banderas franquistas que llegaron a la Luna

Más de tres decenas de enseñas con el águila de San Juan orbitaron el satélite entre 1968 y 1972, dentro del programa 'Apolo'

MANUEL ANSEDE

Kevin Crago, responsable de las cuentas de una multinacional de vasos de plástico para fiestas de cumpleaños, corría ayer por el pasillo de su casa de Cincinnati (EEUU) con una bandera franquista en las manos. Y no es un facha. La historia de aquella bandera arranca el 31 de enero de 1971, cuando un antiguo boyscout texano, Edgar Mitchell, se sube a una nave espacial para largarse del planeta Tierra. En su petate lleva un trozo de tela rojigualda, con el águila de San Juan y el lema Una, grande y libre.

Aquel día, en cabo Kennedy, hoy cabo Cañaveral, se encontraban los príncipes de España, Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia, presenciando el lanzamiento del Apolo 14. Los hoy reyes estaban acompañados por el actor Kirk Douglas y el astronauta Neil Armstrong, que dos años antes se había convertido en el primer ser humano que ponía un pie en la Luna. El periódico La Vanguardia Española lo contaba con el característico ardor de la época. “Por primera vez en la historia de la NASA, los observadores del centro de control y seguimiento han interrumpido su trabajo de vigilancia en pleno vuelo de un Apolo para atender algo ajeno a la función encomendada”, contaba el diario.

Un astronauta afirma que el rey Juan Carlos tiene una del 'Apolo 14'Según el periodista, a los 11 minutos y 16 segundos de que Mitchell y sus dos colegas zarparan, “los 120 hombres del centro de seguimiento de cabo Kennedy se pusieron en pie y aplaudieron a don Juan Carlos y doña Sofía”.

Cinco días más tarde, la misión llegó a la Luna. Mitchell, sexto hombre en pisar el satélite, se paseó durante nueve horas por la formación Fra Mauro, una desolada planicie de basalto en el noroeste de la cara visible de la Luna. Allí, a unos 380.000 kilómetros de la Tierra, el antiguo boyscout comenzó un viaje interior que le ha llevado a creer que los extraterrestres, algunos con formas reptilianas, están entre nosotros. Y, mientras se convertía en un lunático, su bandera franquista orbitaba la Luna, a bordo del módulo de mando Kitty Hawk.

“Durante 40 años, he guardado esta bandera en una caja fuerte, dentro de un viejo libro”, recuerda Mitchell por teléfono desde su casa de Florida, cerca de cabo Cañaveral. “Llevábamos muchas banderas, de países de todo el mundo, para cumplir con compromisos protocolarios y dárselas a reyes y presidentes. Las que nos quedamos, después de 40 años, son valiosas”, admite.

Crago, coleccionista de cacharros espaciales cuando no está echando cuentas sobre vasos de plástico, pagó el 13 de enero a Mitchell 915 dólares por su tela rojigualda, de tan sólo 10x15 centímetros, más 183 dólares de comisión a una casa de subastas, la estadounidense RR Auction. Nunca ha estado en España. Simplemente, quería un recuerdo del viaje del Apolo 14 y de Mitchell, al que conoció en una comida de Acción de Gracias.

La NASA todavía guarda al menos un par de insignias con el águila Tiene en casa docenas de autógrafos de los miembros de los dos primeros programas espaciales tripulados de EEUU, los heroicos Mercury y Gemini, y de astronautas del programa Apolo. En su casa guarda una bandera del estado de California que orbitó la Tierra a bordo del Apolo 7, el marco de una ventana de acoplamiento de dos módulos del Apolo 10, una bolsa de comida usada del Apolo 13 y carne para asar del Apolo 17. “Tengo toda mi colección en casa y estoy pensando en enmarcar la bandera española junto a una foto autografiada de Mitchell”, cuenta Crago.

Es imposible saber hasta qué punto la bandera franquista de Cincinnati es única. Entre 1969 y 1972, seis misiones Apolo lograron posarse sobre la superficie lunar. El especialista de la Oficina sobre Historia de la NASA, John Henry, ha buceado en sus archivos en busca de una respuesta. Muestra una carta fechada el 2 de julio de 1969 con instrucciones para los astronautas del Apolo 11, los primeros humanos en llegar a la Luna. Según la misiva, el equipo capitaneado por Neil Armstrong debía “llevar a la Luna y traer de vuelta a la Tierra” un paquete de banderas en miniatura, con una de cada país de la ONU y de los 50 Estados de EEUU.

“Asumo que la carta del Apolo 11 es el caso típico y se elaboró una similar para las siguientes misiones Apolo, aunque no las he encontrado en nuestros archivos”, admite Henry. Lo que sí ha hallado es el sumario del kit de vuelo oficial del programa Apolo. En este documento hay constancia de 1.000 banderas enviadas a la Luna entre el Apolo 11 y el 17. Sólo seis serían españolas.

Pocas personas en el mundo se han dedicado con ahínco a buscar estas banderas. Una de ellas es Joe Gutheinz, un histriónico cazador de rocas lunares que regenta un despacho de abogados en Friendswood, Texas. Gutheinz, exagente federal de la Oficina del Inspector General de la NASA, dirigió en 1998 la operación Eclipse Lunar, que logró recuperar una roca regalada por EEUU a Honduras y robada en la década de 1990 por un general hondureño del palacio presidencial de Tegucigalpa. Un vendedor de Miami pedía por ella cinco millones de dólares.

Un cazador de rocas lunares dice que los Franco quisieron vender unaGutheinz, que suele ir ataviado con gorra de béisbol y gafas de sol, desenmascaró la trama y dejó al mercado negro tiritando de miedo. Desde aquel golpe, ha desplegado una red de 1.000 de sus estudiantes de la Universidad de Phoenix para rastrear rocas lunares por todo el mundo. Han localizado 77.

“Hay dos banderas especialmente importantes, las del Apolo 11 y el Apolo 17. Ambas son más valiosas porque se entregaron en placas que incluían muestras lunares regaladas al pueblo de España”, explica Gutheinz. La piedra del Apolo 17, procedente del volcánico valle lunar Taurus-Littrow, fue entregada al almirante Luis Carrero Blanco, presidente del Gobierno en la segunda mitad de 1973. Ahora se exhibe, con una bandera franquista que voló a la Luna, en el Museo Naval de Madrid.

La piedra del Apolo 11, con su respectiva enseña, acabó en las manos de Francisco Franco, y, al cabo de los años, según declaró a El Mundo en 2009 el nieto del dictador, Francisco Franco Martínez Bordiú, la familia la perdió. “Tengo entendido que esta roca, con su bandera, pudo ponerse en venta en Suiza”, lanza Gutheinz. Allí se pierde el último rastro.

Las banderas que orbitaron la Luna dentro del kit oficial en las misiones Apolo 12 y Apolo 15 estarían todavía en poder de la NASA, con otros cientos de banderas de otros países. La del Apolo 14, según recuerda a duras penas el astronauta Edgar Mitchell, “fue entregada al príncipe Juan Carlos”.

Sin embargo, el inventario de estandartes se complica, como subraya uno de los mayores expertos en objetos enviados al espacio, Larry McGlynn, responsable del proyecto Lunar Archives. Durante años, este coleccionista ha entrevistado a personal de la NASA y a varios astronautas del programa Apolo para tener “una idea clara” de la cantidad de banderas que han orbitado la Luna.

El problema es que, además del paquete oficial de la NASA que viajaba en cada misión para lisonjear a la vuelta a los dirigentes mundiales, los astronautas llevaban un paquete personal de banderas en miniatura. Este kit, de manera estándar, incluía las divisas de los 110 países de la ONU, 25 de EEUU y una de cada uno de sus 50 estados. Algunas podían estar repetidas. “Y, además, para complicar más el asunto, cada astronauta podría personalizar el número de cada bandera dentro de su kit personal”, detalla McGlynn.

Algunos miembros del programa Apolo decidieron dejar fuera enseñas de muchos países y estados para meter más banderas de EEUU. Un astronauta, incluso, le contó a McGlynn que solo subió banderas de EEUU porque pocos coleccionistas querían insignias extranjeras. Hoy, un astronauta puede sacar más de 2.000 dólares por bandera.

La NASA no tiene ningún registro de estas enseñas que transportaron a título personal los astronautas. Cuatro décadas después, los que quedan vivos tampoco se acuerdan exactamente de qué se llevaron y a quién se lo regalaron o vendieron. McGlynn, no obstante, calcula que “36 banderas españolas orbitaron la Luna”, cuatro por misión Apolo. Seis viajes alunizaron y otros tres anteriores –Apolo 8, 9 y 10– merodearon el satélite.

¿Dónde están aquellas banderas? “Muchas se han perdido”, lamenta el experto en subastas espaciales de RR Auction, Bobby Livingston. “La única bandera española que he visto a subasta es la de Mit-

chell”, explica. Su casa de pujas ha visto pasar de todo, desde un calendario de Playboy que llegó a la Luna en 1969 en el Apolo 12 a un paquete con cuatro cigarrillos que viajó en la cápsula Sigma 7 fuera del planeta en 1962. Pero sólo una bandera de España.

El físico Luis Ruiz de Gopegui, que era director de la estación de la NASA en Fresnedillas de la Oliva (Madrid) cuando Neil Armstrong pisó la Luna, “nunca” ha visto una, sólo en fotografías. “No sabía que tantas banderas españolas habían estado en la Luna”, admite.

Sin embargo, como participante en el programa Apolo, Ruiz de Gopegui recibió varias fotografías de las enseñas con una nota que explica que alcanzaron la órbita lunar. El físico, de 82 años, donó varios de estos documentos al proyecto para crear el primer Museo Español del Espacio, impulsado por el coleccionista Óscar Augusto Rodrí­guez Baquero. “Mi mujer decía que tenía demasiados cacharros en casa”, bromea Ruiz de Gopegui.

El plan para erigir el museo arrancó en 1997, pero todavía no tiene sede. Su promotor busca una entidad que le ceda un espacio para exhibir su colección, que cuenta con una bandera de EEUU que viajó a bordo del transbordador espacial Columbia en 1981. No tiene ninguna enseña española. Rodrí­guez Baquero solo ha oído hablar de una, que formaría parte de una colección privada, la de Jordi Gasull. El resto parece haberse quedado en la Luna.

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