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Un estudio relaciona por primera vez la fatiga de la covid persistente con la ansiedad y la depresión

Los expertos explican que "la fatiga persistente es algo muy invalidante y limita mucho la calidad de vida de las personas".

Un hombre camina con una mascarilla en el concejo de Siero, Asturias.
Un hombre camina con una mascarilla en el concejo de Siero, Asturias. Alberto Morante / EFE

Un estudio liderado por el Instituto de Investigación del Hospital de Sant Pau y la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) relaciona por primera vez la covid persistente con ansiedad, el estrés y la depresión.

El estudio reveló que le enfermedad provoca problemas en las habilidades de atención, las funciones ejecutivas, el aprendizaje y la memoria a largo plazo. Entre el 9% y el 49% de los pacientes presentaron fatiga incluso cuatro semanas después del inicio de los síntomas y en un tercio de los pacientes el síntoma se prolongó durante un año.

"La fatiga persistente es algo muy invalidante y limita mucho la calidad de vida de las personas. Si una persona padece fatiga por covid, es importante ir más allá y ver qué otros síntomas o trastornos están asociados con esta condición", ha explicado  Marco Calabria, investigador principal del artículo, miembro del grupo Cognitive NeuroLab de la UOC y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud. Según el autor, "los clínicos deberán explorar estos aspectos para orientar las pautas terapéuticas". Lo que aún no está demostrado es que la fatiga pueda generar depresión y viceversa. 

Para el estudio, se analizó el caso de 136 pacientes de Covid-19 que presentaban déficits cognitivos tras ocho meses de haber contraído el virus. "Encontramos que la fatiga está asociada con la atención sostenida, que usamos para desempeñar una tarea durante un tiempo largo y nos mantiene concentrados, así como con las funciones ejecutivas, que nos permiten mantener la información temporalmente almacenada para poder hacer tareas como calcular o reelaborar una frase que hemos oído", ha expuesto el investigador. 

Carmen García-Sánchez, coautora de la investigación que ha sido publicada en la revista Journal of Neurology, ha afirmado que los resultados "evidencian que existe un déficit cognitivo en algunos pacientes y que la fatiga puede tener un papel importante". 

"La fatiga es un síntoma relacionado con infecciones virales y esto nos indicaba que sería un posible síntoma de la covid"

La fatiga se describe como un cansancio excesivo y debilidad física, cognitiva o muscular. Aunque se puede dibujar de una forma amplia, el conocimiento que se tiene como su mecanismo patógeno subyacente es limitado, por lo que es uno de los mayores desafíos clínicos para los investigadores y expertos. 

"La fatiga es un síntoma relacionado con infecciones virales y esto nos indicaba que sería uno de los posibles síntomas de la infección por SARS-CoV-2", ha advertido Calabria, para quien es posible que, en las primeras olas, el aislamiento contribuyera a aumentar algunos síntomas. "Pero hay algunas observaciones que nos indican que este no siempre es el caso: a muchos la fatiga les impide volver a la vida que tenían antes; otros siguen padeciendo fatiga a pesar de que hayan podido volver a las condiciones prepandemia y, en el caso de la apatía asociada con la COVID-19, pudimos comprobar que su prevalencia pasaba del 17% antes de la infección al 62 % después de la infección".

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