Este artículo se publicó hace 2 años.
El "arquitecto" de la matanza de Franco que se inspiró en los nazis y la Inquisición
El fiscal Felipe Acedo Colunga ideó el "plan" para eliminar al "enemigo", como desvela el libro 'Castigar a los rojos', de Ángel Viñas, Francisco Espinosa y Guillermo Portilla
Juan Miguel Baquero
Sevilla-Actualizado a
¿Planificó el fascismo español un genocidio? El "arquitecto de la represión franquista" dice 'sí'. Que los golpistas programaron una matanza y el plan para eliminar al "enemigo" está ideado por el fiscal Felipe Acedo Colunga. Un "siniestro personaje" que tomó una doble inspiración: los nazis y la Inquisición. Así lo destapa el libro Castigar a los rojos (Editorial Crítica), de Ángel Viñas, Francisco Espinosa y Guillermo Portilla.
El mismo fiscal jefe del Ejército de Ocupación franquista deja escrito en sus memorias cómo realizar "la depuración de todos los colectivos rojos sin olvidar ninguno", según el texto. El objetivo era el "exterminio físico, moral y económico" de quienes defendieron la democracia. Y, de paso, dilapidar en la posguerra todo vínculo con la República "comunistoide".
Una idea transversal, con una represión poliédrica, que reinó durante la guerra civil y la dictadura de Francisco Franco. "Era un admirador de la Alemania nazi y era su modelo" a seguir, dice Espinosa. Un exterminador de demócratas iluminado, además, por "la tradición más grotesca de lo que podríamos caracterizar de extrema derecha española a lo largo del siglo XX", añade Viñas.
Los "ideólogos del franquismo" perfilan y activan esa guía de la represión contra los "rojos" que van a "destruir" España: "exterminio físico, privación de libertad, incautación de bienes... es su gran aportación", continúa Portilla. Toda una concepción patria del "derecho penal de autor" que Acedo Colunga "intenta llevar a la práctica", describen los autores en conversación con Público.
De nazis a Vox
Y ese legado, tocante con la "solución final" de Adolf Hitler, vincula los modernos discursos de odio y la desmemoria colectiva. "Hay una conexión entre ese universo de la anti España y el auge actual de la extrema derecha, los ejes son los mismos", en palabras del historiador Francisco Espinosa.
"Son las mismas ideas, si se leen los discursos de José Antonio Primo de Rivera se ve la huella en el relato de Vox", define Guillermo Portilla, catedrático de Derecho Penal en la Universidad de Jaén. "Los más bestias se desgañitaban contra el peligro "comunista" ya antes del establecimiento de la República", incide Ángel Viñas, catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid.
"Los argumentos –de los golpistas de 1936– parten de la supuesta ilegitimidad de la República y esa Cruzada que emprenden para purificar la patria", según Portilla. "Los políticos, publicistas, medios escritos y digitales de la extrema derecha española de nuestros días" absorben esos "mitos" y, ante todo, la bandera del franquismo: "que la guerra civil fue inevitable, un acto supremo de salvación porque España se hundía en el abismo", completa Viñas.
La propaganda creada durante el régimen de Franco está en la calle, dicen los autores. Tanto como otros temas que desempolvan en el libro, desde "la remanencia en la legislación española de fundamentos crueles y fascistas" a "las huellas del odio", apuran. O, con todo, la "necesidad de continuar defendiendo la memoria histórica". "La derecha sigue pensando lo mismo que entonces, no hay mucha variación", afina Espinosa.
Aunque el escenario es complicado, piensa. "Nunca imaginé que llegaríamos a este punto –resurgir del fascismo–, miro atrás y tengo una sensación abismal, hace unos años nadie se hubiera atrevido a hablar en el tono que lo hace esta gente, y a quienes hemos investigado estas cosas nos parece increíble, la cosa se ha complicado, existe el miedo y están muy envalentonados, hay una regresión bestial... todo esto nos lleva a un túnel del que no sabemos qué hay en la salida", confiesa el historiador.
Un plan de "exterminio"
Los rebeldes, para los golpistas, eran aquellas personas que se mantuvieron fieles a la legalidad de la Segunda República española. "Tuvieron ese retorcimiento mental", dice Francisco Espinosa. El fiscal del Ejército de Ocupación, además, "creía que los españoles que preferían la República, la democracia, habían sido engañados, salvo lo que él llamaba la parte sana de la nación", completa.
Ahí quiere meter el bisturí. Y la clave era dotar de un método "legal" al exterminio, como cuenta el libro Castigar a los rojos, con subtítulo Acedo Colunga, el gran arquitecto de la represión franquista, con prólogo de Baltasar Garzón. La estrategia de terror golpista como un diseño premeditado. "La base era reprimir primero y luego justificar", apelan.
La estrategia de terror golpista fue un diseño premeditado
"Su idea fundamental, que alumbró toda la represión franquista de la posguerra, fue que había que castigar a los rojos no por lo que hubieran hecho, sino por lo que eran. Como los nazis castigaban a los judíos por su característica racial", explica Ángel Viñas. Por eso Colunga defiende "la tesis del caudillaje, un Estado autoritario sometido a su führer, que es el intérprete del sano sentimiento del pueblo", refrescan los escritores.
El método genocida parte "desde los clásicos postulados tradicionalistas, ultracatólicos y totalitarios" y va a ser "inflexible con los defensores de la Constitución republicana". Y la herramienta represiva: un "derecho penal de autor en estado puro", explican. Un marco "más interesado en evidenciar la supuesta peligrosidad criminal de la ideología republicana que en demostrar la existencia de actos concretos constitutivos del delito de rebelión".
Una norma trampeada, "de la voluntad", que persigue "a todo el que defendía los valores republicanos, aunque no participara directamente en una acción violenta". Un ejemplo: "A (Julián) Besteiro no se le procesaba por lo que hubiera hecho o dejado de hacer, sino estrictamente por lo que era. Se había declarado marxista ortodoxo, no revolucionario, y por ello se le debía condenar a muerte".
La "propia condición" conduce al "amargo final". Como ocurre en el Tercer Reich: "Se había condenado a los judíos a la pérdida de sus derechos civiles (...) no por lo que habían hecho o dejado de hacer sino porque eran judíos", recuerdan. Las víctimas, en España, serán "maestros, catedráticos, jueces, militares, funcionarios, y, en general, todo el que fue leal a la República", describen.
Memorias del "odio"
Felipe Acedo cultiva una doble iluminación: del Tercer Reich a la Santa Inquisición. El "arquitecto de la represión franquista" los enarbola como "estandarte del derecho penal patrio". Como una fuente de inspiración. "Busca un modelo hispano y qué mejor que la Inquisición", resume Guillermo Portilla.
La indagación sobre el "arquitecto de la represión" de Franco parte de un documento titulado Memoria del fiscal del Ejército de Ocupación, que firma el propio Acedo Colunga el 15 de enero de 1939. Un legajo que Espinosa localiza en el Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo de Sevilla.
"Lo descubrí a finales de los años 90, apareció este documento que no era para ser visto, era interno, que ya en la portada ponía reservado, era solo para el circuito relacionado con las auditorías de guerra", recuerda el historiador. Ahora, presupone, sería casi imposible. "Aquello era la muestra de la selva archivística y quizás gracias a ese estado lamentable nos dejaron ver la documentación que había, algo que luego no dejarían", precisa.
"Las memorias descubiertas por Espinosa son una maravilla", puntualiza Guillermo Portilla. "Cuando vi que comenzaba a hablar de la necesidad de una Cruzada contra las satánicas que son la República, de luchas de buenos contra malos... todo un modelo nacional socialista inspirado en los principios fundamentales del enemigo ilegítimo", apura.
El texto es "un compendio del horror penal que se aplicó con generosidad sobre aquellos que habían defendido al gobierno salido de las urnas y el orden constitucional, por parte de los vencedores del golpe de Estado que sumió a España en una dictadura de tintes fascistas", escribe el juez Baltasar Garzón en el prólogo de Castigar a los rojos.
El texto es "un compendio del horror penal" que se aplicó "sobre aquellos que habían defendido al gobierno"
"El objetivo de la Memoria no fue otro que poner al día lo que se venía practicando desde 1936 con la idea de orientar las actuaciones judiciales militares a partir de 1939, ya que, como sabemos, para los vencedores estaba claro que, aunque la guerra hubiera terminado, la campaña seguía vigente", en palabras del historiador.
Una guía de la muerte elaborada por un sujeto que, con la proclamación de la República, "ya había desarrollado una ideología que podríamos caracterizar de protofascista", según Viñas. Por un personaje "que participa en todas las cosas negras que hay en el periodo republicano hasta el golpe, desde la Sanjurjada a la represión en Asturias del 34... tenía clara su misión en la vida", dice Espinosa. "Condensa su experiencia en los consejos de guerra y su intención, que aprendan los que se inician en la Justicia Militar, y sobre todo diseñar cómo se debía hacer la represión con lo que denominaban la anti España", declara Portilla.
Las propias memorias de Felipe Acedo Colunga destapan esa batalla continuada de los vencedores contra el "enemigo". Una perturbación viva durante todo la dictadura. El fiscal jefe del Ejército de Ocupación franquista "ideó las medidas propagandísticas y penales de la posguerra", apunta Castigar a los rojos. Y su participación como "gran arquitecto de la represión" le convierte en "uno de los personajes más siniestros de la dictadura franquista".
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