'Maspalomas' retrata la vuelta al armario en las residencias de mayores
La nueva película de José Mari Goenaga y Aitor Arregi, los Moriarti, llama la atención sobre estas identidades borradas y abre un debate sobre la forma en que percibimos a las personas en su vejez.

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Las personas mayores si tienen que ir a una residencia tienden a esconder su condición homosexual "probablemente para ser aceptados". Esta realidad, vinculada a una generación que ha vivido su homosexualidad casi siempre a escondidas, en una España en la que durante mucho tiempo fue delito, es un rotundo fracaso social, además de tristísimo. Maspalomas, la nueva película de José Mari Goenaga y Aitor Arregi, los Moriarti, es una llamada de atención sobre estas identidades borradas, cargada de realidad y de ternura.
La película, que ha competido por la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, es la historia de Vicente, un hombre que con 76 años y una reciente ruptura con su pareja, se ha ido con un amigo a Maspalomas (destino turístico gay), donde vive el placer de la fiesta, el sol y la sexualidad. Un accidente le obliga a volver a Euskadi, donde se reencuentra con su hija y donde tiene que ir a vivir a una residencia. Allí se ve empujado a volver al armario.

José Ramón Soroiz, espléndido, es el protagonista de Maspalomas, en la que también se encuentran Nagore Aramburu, en el papel de la hija, y un magnífico Kandido Uranga, como el compañero de habitación de la residencia.
La película quiere rendir un homenaje a las personas homosexuales de otras generaciones que se han enfrentado a problemas distintos a las generaciones actuales, pero también "hablar de una clara realidad que existe hoy en día", ha señalado Arregi.
"Son personas que lo han tenido mucho más difícil que generaciones más recientes para salir del armario y, finalmente, ¿renuncias a eso que tanto te ha costado conseguir para los últimos días de tu vida?", ha añadido Goenaga.
Desde la primera versión del guion, los directores tenían claro sobre quién hablaba esta película. "Veíamos claramente que se estaba hablando un poco de esta gente que nunca termina de salir del armario, que no ha dicho que ha salido porque constantemente tiene que estar probándose, cada vez que hay un entorno nuevo y una gente nueva", ha indicado Arregi.
Es por ello que sus directores buscan "causar un impacto" en los espectadores mostrando "una realidad que no hemos visto tanto en el cine". "La historia habla de la gente mayor homosexual, pero también del funcionamiento que podemos tener como sociedad, porque muchas veces damos por hecho que el paso del tiempo es avanzar y el avance muchas veces, como estamos viendo hoy en día, es todo lo contrario. Retrocedemos el terreno conquistado, lo perdemos, y muchas veces aceptamos esos recortes", ha señalado Arregi.
La cinta, rodada en 35mm, cuenta con dos grandes escenarios: Maspalomas, "más luminoso", y la residencia, caracterizada por una "frialdad clínica". "Pensábamos que filmando en 35 íbamos a capturar mejor ese contraste", ha dicho Arregi. "El 35 nos ayudaba mucho a dar una cierta calidez a un lugar de por sí tan frío como la residencia, tan despojado de preciosismos", ha añadido Goenaga sobre la elección de esta lente.
La residencia "donde se sitúa la historia en gran parte", en palabras de sus directores, es "una metáfora de una sociedad que homogeneiza, que no presta atención a los matices". "La residencia, en cierta forma, es ese lugar, en que vas a dejar de ser una persona con impulso sexual, donde vas a dejar de ser homosexual", ha explicado Goeanaga sobre el protagonista.
En el cine no es habitual mostrar escenas de sexo en la tercera edad, mucho menos en el caso de personajes homosexuales como ocurre en Maspalomas. "Abre una puerta no solo para dar su identidad sexual, sino también para hablar de cómo percibimos la vejez. Pensamos que porque una persona es mayor ya no tiene apetencia sexual. Son cosas totalmente heredadas, culturalmente e ideológicamente", ha reflexionado Arregi. "Queríamos mostrar un sexo bastante festivo, no caer en la sordidez, sino mostrar que él está viviendo algo que le gusta", ha subrayado Goenaga.
Los Moriarti, que también realizaron Marco (2024), han pasado narrar una historia donde la identidad es el tema central a otra donde se habla del borrado de la identidad sexual. "Yo también relaciono mucho esta película con La trinchera infinita, porque al final está hablando de una persona que tiene miedo a salir, a mostrarse. Maspalomas es como la aplicación real de aquello", ha señalado Goenaga.
El personaje que interpreta Kandido Uranga, un señor muy machista, homófobo, de derechas, da mucha humanidad a la historia y sirve para contar la historia entre personas más allá de las etiquetas. "Era un personaje que se tenía que hacer querer. Uranga hizo un trabajazo. Ya cuando le vimos en el casting, supimos que era él. Era muy importante que fuese una especie casi de arquetipo de lo conservador, de lo masculino, de lo viril, de esa fuerza como de señoro, que está íntimamente ligado al conflicto interno de nuestro personaje", ha explicado Goenaga.
En un momento en el que el mundo es invadido por una ola de fascismo y un genocidio está siendo retransmitido en directo, el arte puede ser la solución. "La creación te puede ayudar, te puede llevar a tomar conciencia de ello y a denunciar las barbaridades", ha señalado Arregi. "El cine a mí me ha ayudado a ser mejor persona, porque te abre los ojos a realidades que igual no te has planteado", ha añadido Goenaga.
"Lógicamente no vas a parar ese genocidio con una película, no somos tan inocentes, pero sí puede separar el trigo de la paja", ha zanjado Arregi.


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