'Un simple accidente', una comedia humanista y clandestina de Jafar Panahi
Palma de Oro en el Festival de Cannes, el cineasta dedica esta película a las personas con las que compartió cárcel hace dos años. La historia nació al preguntarse qué harían si al salir de prisión se encontraran cara a cara con alguno de sus torturadores.

Madrid--Actualizado a
El humor está en el alma del pueblo iraní. Capaces de vivir una fatalidad terrible y unos días después encontrar el lado absurdo del asunto y reírse de ello. La risa es un medio de resistencia en Irán y el cineasta Jafar Panahi, probablemente, el disidente más famoso del país, se divierte haciendo comedia de un asunto muy serio en Un simple accidente, película con la que ha ganado la Palma de Oro en Cannes y que compitió en San Sebastián, en Perlak, por el Premio del Público.
Cine humanista y clandestino, como sus películas anteriores, esta es una historia que Panahi dedica a las personas con las que estuvo en la cárcel entre julio de 2022 y febrero de 2023. "Sentí la necesidad de hacer una película para las personas que había conocido entre rejas. Les debía esa película". Una historia que nació al preguntarse qué harían esas personas si al salir se encontraran cara a cara con alguno de sus torturadores.

Es lo que le sucede a Vahid, que una noche reconoce la voz de su carcelero. Le secuestra, pero necesita confirmar que es quien él cree que es y busca a otras mujeres y hombres para corroborarlo. Todo se convierte en una aventura entre el tráfico de la ciudad y en el desierto, a bordo de una furgoneta, con una pandilla de represaliados ahora en libertad que discuten qué hacer con ese hombre.
Una cuestión grave que no se resiente en su profundidad con el sentido del humor que la envuelve. "Cuando quieres enfrentarte a la injusticia, tienes que coger cualquier instrumento que tengas en tu mano y el humor en una película o una canción pueden ser esa herramienta. Los regímenes totalitarios combaten todas las expresiones del descontento social. En nuestra cultura iraní, la fiesta, la alegría, vivir con una buena sonrisa está tejido en nosotros y el régimen trata de eliminar esa alegría, el humor, y sustituirlas por tristeza, religión, el mal y el bien de Dios".
"Más ojos y más oídos"
Los presos del principal centro penitenciario de Teherán, cuando fue bombardeado hace unos meses por un misil israelí, no aprovecharon para salir huyendo, se quedaron a auxiliar a otros presos y a sus guardianes. Esa humanidad es la que contagian ahora los personajes de Un simple accidente, una película que representará a Francia en la carrera por el Óscar gracias a la participación en ella de Les Films Pelléas.
Con sus películas prohibidas en Irán esta posibilidad no existía, nadie las podía nominar. Hace seis años, la filial de Sony en Corea envió una carta al Ministerio de Cultura iraní: "Por favor, permitan que se proyecte la película de Panahi aquí una semana para que podamos nominarla para los Óscar". No consintieron. "Esto ahora me ayudará para que mi arte, mi trabajo tenga una perspectiva a nivel global y más gente pueda ver la película. No se trata del premio, se trata de más oídos y más ojos y mayor impacto", dice el cineasta que, a pesar de la satisfacción que esto le produce, insiste en que él lo que desea es que su cine se pueda ver en Irán.
Cambios en Irán
Por el momento y aunque la sentencia que le prohibía hacer películas, escribir, conceder entrevistas y viajar ha sido anulada, Jafar Panahi ha tenido que seguir rodando en la clandestinidad. "No me habrían dado nunca los permisos oficiales para hacer esta película", confirma. De hecho, Un simple accidente se hizo en secreto y poco antes de terminarse el rodaje, unos agentes del régimen aparecieron pidiéndole todo el material. El cineasta se negó y, afortunadamente, no pasó nada más.
"Ha habido bastantes cambios y yo los puedo reflejar en mi cine", afirma Panahi, que muestra en esta película a muchas mujeres por la calle sin el hiyab (la semana pasada el Parlamento paralizó las sanciones severas para las mujeres que no lleven velo, aunque éste sigue siendo obligatorio). Además, por primera vez, en los títulos de crédito del filme aparecen los nombres y apellidos de todos los intérpretes y de los miembros del equipo técnico. "La película nace de la sociedad, de la calle. Nadie me puede obligar a mentir, a decir que la mujer iraní es pura, beata y con velo. Sí, ha habido cambios. Eso no es una señal dentro de la película, es la realidad".
"Siento peligro"
Una realidad que el cineasta, libre hoy para viajar, ya puede comparar con la del resto del mundo. "Todos los países del mundo, todos los pueblos, culturas y naciones, siempre han tenido alguna crisis de falta de libertad. Aquí, en España, durante la época de Franco, por ejemplo, que te cogían y luego aparecías en la ría. Así que todos los espectadores pueden sentirse cerca de mi película", dice Panahi, que confiesa su conmoción ante la situación mundial hoy.
"Llevaba casi 18 años sin salir de Irán y la semana pasada, cuando me premiaron en Canadá, yo dije que sentía el peligro, mucho peligro. Siento muchísimo peligro ante lo que está sucediendo en el mundo. En algunos sitios, algún periodista me ha hecho las preguntas en voz muy baja por si alguien estaba escuchando. Me temo que lo que hemos experimentado en Irán está pasando en el mundo entero".
La respuesta, en opinión del cineasta, es la resistencia del pueblo. "En Irán, el 85% de la gente es como yo, combate al régimen, lo que pasa es que a mí es a quien se conoce, pero no soy extraordinario, toda la sociedad es así", dice Panahi, que defiende la cultura y el arte como formas de "enfrentarse a las dictaduras".
"La música, la cultura, poesía, la narración… todo esto son formas de expresión del descontento. Después del movimiento de 'Mujer, Vida, Libertad' de Mahsa Amini, aquella chica que fue asesinada en Irán, muchos cantantes de rap cambiaron su palabra e hicieron contenidos de canciones para la liberación del pueblo", y el director menciona al rapero Toomaj Salehi, a quien muchas veces han encarcelado por su mensaje y del que él mismo quiso poner una canción en la alfombra roja de un festival, "era un arma de resistencia".




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