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'El consentimiento', la crónica de la connivencia de las élites francesas con la pederastia

La cineasta Vanessa Filho firma la adaptación del libro en el que Vanessa Springora relató el abuso que sufrió por parte del escritor Gabriel Matzneff cuando ella tenía 13 años y él 49. 

Kim Higelin y Jean-Paul Rouve, protagonistas de la película.
Kim Higelin y Jean-Paul Rouve, protagonistas de la película. Julie Trannoy / VerCine

En el mundo artístico y cultural de Francia "hay clanes que se permiten todo en nombre del arte". Y en nombre del arte no solo se permitió, sino que se aplaudió y celebró públicamente durante años al escritor Gabriel Matzneff y sus abusos a menores. Vanessa Springora tenía 13 años cuando él, de 49, abusó de ella física y psicológicamente.

Lo escribió todo en sus libros, lo pregonó en entrevistas en televisión y recibió incluso la admiración de sus colegas por la exhibición de lo que ellos llamaban libertad y que en realidad era la arrogante y repugnante ostentación de su pederastia.

La editora y escritora Vanessa Springora relató aquella monstruosa experiencia en el libro El consentimiento a principios de 2020. Fue un terremoto en el círculo intelectual francés que provocó incluso el cambio en la edad legal de consentimiento sexual. Ahora, la cineasta Vanessa Filho lleva al cine esta historia en una película que es la voz de la víctima, que revela la estrategia metódica y siniestra del pederasta y la vergonzosa connivencia de hombres del arte, la cultura, la política y los negocios. 

En nombre del arte

"A los artistas hombres se les otorga impunidad", sentencia la directora, que ha escrito el guion junto con la propia Vanessa Springora y que ha contado con la joven Kim Higelin y el veterano Jean-Paul Rouve en los papeles principales de la película. "El debate entre el hombre y el artista en Francia sigue existiendo, sigue existiendo el argumento sustentado en el nombre del arte. La cultura no es solo un arma de transmisión, también es un arma de destrucción", añade.

Vanessa Filho, que insiste en que su objetivo con la película era "poner en escena el retrato íntimo de esta mujer, su verdad", denuncia el silencio de los hombres de la literatura, pero también de los del cine. "Los cómplices de Matzneff siguen ahí, multiplicando el silencio. Con el estreno de la película me he dado cuenta de que sigue teniendo muchos amigos", señala la cineasta.

Algunos de los que festejaron al depredador en los años ochenta y noventa ahora dicen cosas como "pero es que no lo sabíamos" o "no nos dábamos cuenta" o "no habíamos leído los libros". "Pero todo eso es imposible. La mayoría han sido discretos y silenciosos y no se han manifestado. Y no se han arrepentido de nada", relata Filho.

Cómplices

En el cine francés "estamos viendo un nacimiento, se habla cada vez más de los abusos, pero hay muy pocos hombres que hablan y eso es importante. Las cosas se empiezan a mover, pero aún estamos muy lejos. En el nombre del arte todo vale, incluso el presidente de la  República, Emmanuel Macron, ha defendido a Gerard Depardieu, ignorando del todo el sufrimiento de las víctimas. Es una de las razones también que me empujó a hacer esta adaptación", sostiene la directora.

La actriz Laetitita Casta, en una escena de la película.
La actriz Laetitita Casta, en una escena de la película. Julie Trannoy / VerCine

Hasta qué punto la burguesía intelectual francesa arropó la pederastia a finales del siglo pasado y sigue haciéndolo actualmente queda de manifiesto en esta historia, también en el retrato que Vanessa Filho hace de la madre de la protagonista, una mujer, interpretada por Laetitia Casta, que consintió esa relación de abuso y poder.

Todo el mundo en el entorno de Vannesa Springora sabía lo que ocurría, nadie hizo nada. Manipulada, maltratada y violada por Matzneff, la joven sufrió graves problemas físicos, con fiebres reumáticas que la llevaron al hospital, sufrió depresión, fue expulsada del colegio… Una vida destrozada.

Triple depredación

"Hubo un fallo de todas las instituciones: escolar, policial, hospitalaria… Es eso lo que resulta increíble ante un militante de la pederastia que ha publicado textos en ese sentido en los que lo glorifica. La ley podría haber actuado", señaló en una entrevista Vanessa Springora tras la publicación del libro.

"Fui víctima de una triple depredación, sexual, literaria y física. A los 14 años no es normal que un hombre de 50 te espere a la salida de clase, ni encontrarte en su cama", apunta la escritora.

La directora y guionista Vanessa Filho.
La directora y guionista Vanessa Filho. Marie Rouge / Unifrance

"Muchos chicos y chicas jóvenes fueron a ver la película y cuando les oía en las redes expresarse con preocupación, con enfado, sobre lo que ya no querían aguantar, y les oía también hablar de la palabra consentimiento… cuando me di cuenta de que el consentimiento era parte de su vocabulario, eso me llenó de esperanza", dice Vanessa Filho.

Además, explica que también conoció a "padres que después de ver la película han conseguido hablar con sus hijos de la noción del consentimiento y explicarles abusos que sufrieron ellos mismos de pequeños y que no habían sabido describir. El cine provocó la posibilidad de hablar de ello". La posibilidad de hablar de los abusos desde una perspectiva completamente opuesta a la que defendían los hipócritas y engreídos señores de la cultura gala.

En el pasado "la literatura era más importante que la moral", afirmó el conocido crítico Bernard Pivot, que en una de sus entrevistas a Matzneff en el programa cultural Apostrophes preguntaba sonriente al pederasta: "¿Por qué se ha especializado en colegialas y niñitas?". Posteriormente, el periodista se ha intentado justificar sin conseguirlo, con argumentos tan deplorables como el de que "entonces no tenía las palabras que necesitaba".

La escritora canadiense Denise Bombardier sí tuvo las palabras aquel día en televisión: "El señor Matzneff nos cuenta que sodomiza a chicas de 14 y 15 años que están locas por él. Sí, sabemos que algunas chicas pueden enamorarse de un hombre que tiene una cierta aura literaria, y también sabemos que señores mayores atraen a las niñas con caramelos. Pero lo que no sabemos es cómo quedan después estas chicas. Yo creo que quedan marchitas, y la mayor parte de ellas marchitas para toda la vida. La literatura no puede servir de coartada y también tiene límites".

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