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Enrique Bunbury Una gran amistad, un líder que tapa a los demás y una autodestrucción: vida y muerte de Héroes del Silencio

El grupo zaragozano tuvo una explosión de fama y una repercusión internacional inaudita en una banda española, pero las tensiones internas terminaron por finiquitar su futuro.

Imagen de los componentes de Héroes del Silencio.
Imagen de los componentes de Héroes del Silencio.

"Tengo un bajo Ibanez y un amplificador Rickenbauer". Esas fueron las palabras que Enrique pronunció ante Juan en 1984 en el Mesón del Carmen, en Zaragoza. Una carta de presentación que fue el germen de una nueva banda, una de tantas que se originan en los barrios. La oferta de Enrique era apetitosa, pocos chavales tienen un arsenal tan imponente. Ese joven llamado Enrique terminó siendo el Bunbury de pelo rizado y gafas de sol que teme más a Bill Gates que cualquier escenario. Ese Juan se convirtió en Valdivia, uno de los guitarristas más talentosos del rock español. Ambos, que ese día alternaban con cerveza, terminaron siendo la dupla creativa de Héroes del Silencio.

Así empezó la historia de cuatro amigos, Enrique, Juan, Joaquín y Pedro, que se comieron el mundo a bocados hasta que la industria y las diferencias terminaron por devorarles a ellos. Su legado queda en cuatro álbumes de estudio, un EP, tres directos y un par de canciones que aún resuenan en verbenas y karaokes. Lo más parecido a la posteridad que un músico puede aspirar a alcanzar.

"La historia de Héroes del Silencio es una historia arquetípica de tres actos de cuatro chavales y su amistad. Sueñan con ser estrellas de rock y, cuando lo consiguen, que era lo que les unía, la amistad explota y desaparece. Era amistad de verdad, no era un matrimonio de conveniencia, pero hay una autodestrucción", dice Alexis Morante, director del documental sobre la banda recién estrenado en Netlfix.

Una irrupción triunfal en la escena musical española, las giras más multitudinarias de la década de los 90 y un punto y final abrupto en mitad de una gira por EEUU y de unas negociaciones para tocar en Japón, cuando el reconocimiento global estaba justo en el siguiente escalón, uno que el cuarteto ya no quiso subir.

"Mueren en pleno éxito", recuerda Antonio Cardiel, hermano del bajista del grupo y autor de la biografía titulada Héroes de leyenda, que recorre la vida y muerte de la banda y que cuenta con testimonios exclusivos de sus fundadores, salvo de Bunbury, que declinó su participación. "Mueren en plena escalada de éxito, tenían un futuro espléndido, pero el proceso de descomposición se había ido fraguando con el tiempo y las causas se remontan años atrás", asegura.

"Enrique escribía una letra, no se hablaba y eso carcomía al propio grupo"

La rutina interna no ayudaba: "Enrique escribía una letra, no se hablaba y eso carcomía al propio grupo. Sí es verdad que hasta Senderos de gloria fue todo muy bien, pero desde El espíritu del vino empieza un lento declive que arranca cuando Juan empieza a tener problemas en las manos. Desde febrero de 1996 a octubre hacen más de noventa conciertos con un clima enrarecido, con poca comunicación. Imagínate ese clima de descomposición y seguir en la carretera. Es posible que ese proceso de discrepancias y choque de egos, de presión de la discográfica, de la prensa y del entorno porque hay facturas... Eso es común a todos los grupos", asegura el escritor.

¿Por qué se separó Héroes del Silencio?

La ruptura fue tan inesperada para los fans como agradecida para parte de sus integrantes. Una trayectoria donde la mitad de su vida fueron un grupo de amigos en un verano interminable y la otra mitad una pareja de exenamorados que no se atreve a firmar los papeles del divorcio.

"Ellos tienen, en general, recuerdos muy gratos. Desde el arranque en 1985 hasta 1993 es una risa continua. Recuerdan todo como cuatro amigos convencidos de lo que hacían, y eran una piña, pero es verdad que los primeros problemas surgen pronto, cuando Bunbury hace algunos amagos con abandonar la banda y le surgen dudas. El problema fundamental del grupo es la falta de comunicación, porque había problemas soterrados que no salen a la luz", arguye Cardiel.

Diego Manrique, crítico musical de El País, añade además diferencias musicales como punto de origen de las discrepancias: "Por una vez el tópico de las diferencias musicales es cierto. Bunbury escuchaba más música y más variada y el resto se había quedado a piñón fijo en el rock. Además, se parecían a algunos grupos ingleses: pueden estar odiándose y matándose pero no dirán nada cuando se reúnen a comer y mantienen la diplomacia. Recuerdo una anécdota de que Valdivia se cabreó porque le dicen que determinada letra habla de él. Es un grado máximo de desconexión, no saber el significado de las letras de las canciones de tu grupo. Además, los tres instrumentistas se acostumbraron a ceder el protagonismo y Enrique iba a 120 kilómetros por hora mientras ellos iban a velocidad de caracol. Se distanciaron en expectativas y en todo", cuenta a Público

La banda de Los 40 Principales

Algo que siempre perseguirá a Héroes del Silencio es haber sido la banda de radiofórmula comercial sin haber pasado antes por la guerrilla de los circuitos independientes. De la sala de ensayos a ser la banda de cabecera de las radios comerciales, lo que provocó muchos prejuicios y hostilidades en su contra. 

Tal y como se recoge en la biografía del grupo, la discográfica puso el dinero por medio para que Héroes del Silencio apareciera en la radio de Prisa tantas veces como fuera posible: una vez cada dos horas. "Era una banda de Los 40 Principales. Eso no quiere decir que pensáramos que eran un grupo falso o prefabricado como ellos dicen, pero esa forma en la que los metían a cucharones en todos los sitios les hacía un poco antipáticos. En esa época había una épica de los grupos que empezaban con maquetas, sonaban en Radio3 y firmaban con sellos pequeños, pero ellos iban con todo el poder de la Cadena Ser y con las multinacionales", sostiene Manrique.

Una parte que sí recoge el documental de Netflix con cierto ahínco es la dureza con la que la crítica musical trató a Héroes del Silencio. El paso del tiempo les ha reconocido como una banda de culto y para el recuerdo, pero la prensa especializada siempre fue dura con ellos. "No había una guerra abierta como ahora parece. Se recogen críticas crueles e ignorantes, pero eso les ocurría a todos", apunta Manrinque, que incluso cree que pudo ser positivo para la banda. "Había otro grupo de Zaragoza llamado Los Especialistas con los que la crítica fue absolutamente entusiasta y no se comieron un colín. Casi fue más positiva la hostilidad o la indiferencia". 

Un extraño regreso

Diez años después del abrupto final de Héroes del Silencio se produjo un reencuentro que llevó a la banda por España y América haciendo conciertos multitudinarios en un alarde de fuerza que pocas bandas de rock españolas podrían equiparar. De juntar 80.000 personas en València a dos noches en México con un total de 130.000 entradas vendidas. De ese extraño reencuentro, sorprendente después de las supuestas malas relaciones de la banda, apenas se habla tanto en el documental como en el libro. 

"En la gira de 2007 creo que querían dar fin a la vida del grupo de otra manera. Después del desastroso y último concierto de Los Ángeles –que duró apenas 20 minutos porque Enrique y Juan abandonaron el escenario– querían acabar con un broche de oro la carrera. Es lo que siempre me han contado. Las relaciones entre ellos fueron correctas pero tampoco regresaron al punto de origen de cuando eran unos chavales. Cada uno llevaba su asistente y su séquito, y tenían un contacto correctísimo, pero nada más", aporta Cardiel. 

Sin embargo, Manrique tiene otra teoría, para la que hay que ponerse en la piel del resto de integrantes de Héroes del Silencio, que cayeron en el olvido mediático mientras Bunbury seguía su exitosa carrera en solitario: "Debe de ser durísimo pasar ee estar en la cumbre a estar en Zaragoza, donde no te llame nadie y donde tu nivel de ingresos caiga, viendo a tu compañero en cierta forma triunfando. Ahí tiene que haber una mezcla de sentimientos y de furias que no nos podemos ni imaginar. Para mi gusto, está claro que la gira de reencuentro es una gira de hacer caja. Debió ser un periodo horripilante. Entiendo que procuren taparlo. Tiene mala fama lo de hacer una gira para hacer caja, pero es absolutamente legítimo y lo hace todo el mundo". 

Nadie ha vuelto a poner sobre la mesa una nueva gira de reunificación, donde todos sus miembros entonen juntos Maldito duende, Entre dos tierras o La chispa adecuada. La última gira funcionó y dejó un buen sabor de boca a su entregado público, mientras sus integrantes evocan los recuerdos con una medio sonrisa pero sin ninguna intención de un reencuentro. O tal vez les pase lo mismo que les separó, que nadie se atreve a poner sobre la mesa esa opción. Como dice su propia canción, "quizás no te llamo porque no me atrevo. Hace tiempo que ya no te veo, habremos cambiado, quizás a peor". 

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