Público
Público

'No sabes lo que me cuesta escribir esto' La lucha de Olivia Rueda contra el 'tigre' que le arrebató el habla

La escritora cuenta en su libro 'No sabes lo que me cuesta escribir esto' como tras una operación por una malformación arteriovenosa en el cerebro perdió el lenguaje.

Libros y cuadernos./Pixabay

ALEJANDRO TENA

Decía Wittgenstein que los límites del lenguaje marcan las fronteras de nuestras vidas. Bajo esa idea del filósofo alemán, se podría afirmar que las palabras nos facilitan la existencia al encadenarse unas tras otras y nos permiten dar sentido a las realidades que nos rodean. Esto es, en definitiva, una práctica que nuestro cerebro realiza en milésimas de segundo cada vez que se activa el habla o la escritura.

Ahora, imaginen no poder hablar. Imaginen tener que volver a aprender desde cero todos los rincones del lenguaje.

Así es la historia de Olivia RuedaNo sabes lo que me cuesta escribir esto (Blackie Books, 2018)—, una narración en primera persona sobre su periplo para recuperar sus capacidades comunicativas. No es un libro de superación y mucho menos de autoayuda, es un relato humano que recoge las querencias, las dolencias, las iras, los miedos y, en definitiva, las fases sentimentales por las que pasa un enfermo de afasia (trastorno del lenguaje que se caracteriza por la incapacidad o la dificultad de comunicarse mediante el habla, la escritura o la mímica y se debe a lesiones cerebrales).

Portada del libro 'No sabes lo que me cuesta escribir esto' de Olivia Rueda./ Blackie Books

Portada del libro 'No sabes lo que me cuesta escribir esto' de Olivia Rueda./ Blackie Books

Hace nueve años Olivia sufrió un ataque epiléptico. Pero, no fue una simple crisis. Los médicos detectaron que su cerebro estaba al límite tras encontrar una malformación arteriovenosa. Un problema que como ella cuenta "no se soluciona con un ibuprofeno".

Desde ese momento, tendrá que luchar a diario contra el tigre que acecha en las sombras de su cerebro. Así describe Olivia su enfermedad: un tigre con el que llevaba viviendo, sin saberlo, toda su vida, que terminó despertando del letargo a los cuarenta años. De una forma entretenida y cargada de sentimientos, la escritora describe la crudeza de escoger entre las diferentes soluciones médicas.

Tras innumerables visitas a consultas, entrevistas con especialistas y consejos de doctores distantes, Rueda decide someterse a un proceso de embolización —ocluir de manera voluntaria vasos sanguíneos—. No obstante, el libro pone el foco en la necesidad de una medicina humana y cercana, y reclama esa mano en el hombro que haga más llevadero el anuncio de un diagnóstico negativo.

Pero da igual lo que el paciente escoja. Tampoco importa mucho pensar que hubiera ocurrido si hubiera decidido "dejar estar" al tigre, con la esperanza de que no vuelva a despertar. Tanto es así, que en una de las operaciones Olivia sufrió un derrame. Cuando despertó, su mente era incapaz de hablar y escribir. Lo entendía todo, pero no podía expresarse.

"El lenguaje te puede oprimir o liberar", escribe en una de las notas de su diario.

"No sabes lo que me ha costado escribir esto. Tanto que no puedo volver a leer algunas partes"

Es cuando la adversidad, en forma de barrera lingüística, lleva a Olivia —convertida en una afásica—a tener que luchar. Los miedos no se disipan, se mutan por otros, el periodo de recuperación se vuelve lento y la vida cambia por completo. Así, la nueva Olivia comienza a coleccionar una ristra de recuerdos agridulces que decoran nuevas rutinas: centros de rehabilitación, charlas con el logopeda, ejercicios prácticos, abrazos, risas, palabras reaprendidas...

Siendo seres sociales, la comunicación se presta como uno de los ejes más importantes para el desarrollo del día a día. Pero no sólo es importante por su esencia social, porque el lenguaje, sin saberlo, también nos define. Los tacos, las muletillas, los balbuceos o la energía de la voz son espejos que reflejan una personalidad y una forma de ser. Y esto, en definitiva queda plasmado en el trabajo de Olivia.

Como ella misma advierte, no es un libro plagado de subordinadas. Tampoco tiene oraciones enrevesadas y palabras distantes del lenguaje cotidiano. Sin embargo, es un libro capaz de emocionar y que, por cómo está contado, se otorga la capacidad de poner al lector en la piel y las angustias de quién escribe.

"No sabes lo que me ha costado escribir esto. Tanto que no puedo volver a leer algunas partes", zanja la autora.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?