Este artículo se publicó hace 4 años.
HBO España'El visitante' no atrapa rápido, pero sí despierta cierta intriga
No siempre ocurre cuando se adapta una novela de Stephen King al cine o la televisión, pero en el caso de ‘El visitante’ se puede decir que, de entrada, funciona y convence.
María José Arias
Madrid-
El visitante tiene todo lo bueno que se le puede y debe pedir a una serie con el sello de Stephen King. Un pueblo/ciudad no muy grande en el que se produce un evento inesperado y traumático desencadenante de todo, mucho misterio, personajes con su propio drama personal, cierto toque de terror y un componente sobrenatural que se presenta como “la clave”. En la que este lunes estrena HBO España se reúnen todos y cada uno de los ingredientes mencionados conjugados de una manera que encajan... Algo que no siempre sucede cuando se trata de la adaptación de una novela de King. Puede que su historia y manera de contarla no atrape desde el principio, pero sí despierta cierta intriga por saber el camino trazado hasta su resolución.
Con un primer episodio que funciona como correcta presentación, esta es, para quien no conozca la historia o no haya leído el material original en formato libro, la investigación del asesinato de un niño de once años llamado Frankie Perterson cuyo cuerpo aparece mutilado y abandonado en los bosques de Georgia. El caso, que cae en manos del detective local Ralph Anderson, parece resuelto casi desde el inicio. Al menos para los agentes, que cuentan con testigos fiables y pruebas irrefutables de que un vecino del pueblo fue quien cometió el crimen. Le vieron y, además, tienen sus huellas.
Sin embargo, él –entrenador, marido y padre de dos niñas– niega haberlo hecho. Es más, Terry Maitland (Jason Bateman) asegura que en el momento en el que se produjo el asesinato estaba a kilómetros de allí. De eso también hay pruebas. ¿Cómo es posible? ¿Cómo puede estar alguien en dos sitios a la vez? Ahí es donde reside el núcleo del misterio a resolver por El visitante, que no se esconde para capítulos posteriores dejando migas de pan tanto para el espectador como para los agentes de manera regular. Aunque lo haga a diferentes niveles.
Las reglas del juego de esta adaptación realizada por Richard Price (The Wire y The Night Of) no son las mismas para quien lo vive desde dentro que para quién está al otro lado de la pantalla, que cuenta con ventaja recibiendo más información siendo testigos de sucesos, personajes y hechos de los que los protagonistas, al menos al principio, no tienen ni idea de su existencia. Un detalle que supone un valor añadido para una trama planteada de manera eficaz en sus dos primeros episodios, los que este lunes se estrenan en HBO, dirigidos ambos por Jason Bateman.
El actor, que se ha reservado un papel crucial en la historia, es asiduo a la dirección desde hace tiempo y, además, ejerce como productor junto al verdadero protagonista, Ben Mendelsohn, quien interpreta al detective Anderson, un hombre que transmite buenas sensaciones, que sabe reconocer cuándo se equivoca y que lidia con el dolor de la pérdida de un hijo. Sobre la dirección de Bateman cabe destacar que se nota su mano en algunos de los planos y la composición de esas escenas oscuras en las que tanto se ha recreado en Ozark.
Para la entrada en acción del otro personaje principal y crucial, la detective privada Holly Gibney (Cynthia Erivo), hay que esperar hasta el tercero, ya sin Bateman y con más luz. Con su acto de presentación promete convertirse en el elemento dinamizador de la trama que ayudará a Anderson a encontrar las respuestas que busca y que tanto se le resisten. A quien sí se ve desde el inicio es a Paddy Considine (Informer) como Claude Bolton, gerente de un club de striptease local que añade sordidez a la historia y que aparece demasiado poco en los primeros episodios vistos. El elemento de terror lo pone una niña que dice ver a un hombre que le pasa mensajes. Las visiones de una niña siempre dan miedo. Eso y un alguien con capucha que esconde un rostro deforme y acecha al resto de personajes también.
A la espera de cómo se desarrolle a lo largo de sus diez episodios, por lo visto hasta ahora se puede decir que esta es una de las adaptaciones de una obra de Stephen King que entraría en el cajón de las acertadas. Haber hay muchas, pero el problema suele ser que nunca se sabe si la que se estrena será de las que aprueban o de las que suspenden sin remedio. En esta su gran apuesta, más allá del misterio a resolver y el terror que se pueda generar o no en ocasiones, se sustenta sobre esa dinámica tan asidua en las del género policíaco y/o detectivesco de convertir en tándem a dos personas que nada tienen que ver pero que están condenadas a entenderse porque se necesitan la una a la otra y la investigación así lo requiere.
A un lado se coloca el personaje de Erivo, una mujer que parece aislada del mundo que la rodea, con una ferviente pasión por la historia y los datos, lo que algunos llamarían un sexto sentido y la capacidad para ver lo que otros no quieren, pueden o niegan. Entre esos otros, el agente Anderson, un tipo más anclado a la razón y con una capacidad limitada para abrir su mente a lo imposible. Su fuerte son las pistas y seguirlas, pero si estas le llevan más allá de lo racional necesita quien le coja de la mano y le guíe. Y esa es la función de Gibney.
Además de la relación profesional y personal entre el agente de policía y la detective privada puede llegar a ser gratificante la que se establece entre la mujer del primero y la del detenido por el asesinato del niño. Esta arranca en el tercer episodio y es capaz de generar interés incluso en sus silencios. Tanto como en sus diálogos. Bien explorada puede aportar un plus a todos esos componentes enumerados al comienzo del texto.
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