Hidrogenesse: "Miramos cuánto tiempo aguantan los gatos en un coche y fuimos lo más lejos posible"
Un valle interior en Francia, donde las ciudades son un rumor lejano, es el destino habitual del dúo barcelonés, que dedica los días a buscar verduras frescas y trastos viejos.

Hay en el cielo nocturno del verano un triángulo que sirve de guía a los aficionados a la astronomía. Lo forman las tres estrellas más brillantes de sendas constelaciones (Deneb en la del Cisne, Vega en la de la Lira y Altair en la del Águila), a partir de las cuales es fácil situar el resto de formaciones cósmicas. Otra figura geométrica de tres lados se dibuja en el interior del hexagonal mapa de Francia, acotando un territorio que, debido a su escasa contaminación lumínica, es el paraíso de quienes miran al cielo de noche. Una región conocida como el Triángulo Negro, que a Hidrogenesse les descubrieron sus gatos.
Buscaban Carlos Ballesteros y Genís Segarra, pareja artística y personal que celebra este año el cuarto de siglo de su primer single con una serie de conciertos especiales, destino para unas vacaciones en las que pudieran acompañarlos sus mascotas. “Miramos cuánto aguantan los gatos en un coche, que son unas cinco o seis horas, y trazamos la circunferencia de dónde nos llevaba eso, pensando en ir lo más lejos posible”, recuerdan. Así dieron con esa “zona equidistante de las dos costas de Francia, que está tan lejos de la Costa Azul como de las Landas, por encima de Toulouse, donde hemos ido desde entonces, viviendo en diferentes pueblos en estancias de hasta dos meses”.
Ser un grupo fuera de los estándares –“no tenemos mánager ni oficina de booking”– les ha permitido irse de vacaciones en los meses estivales, al ser “más de conciertos en salas y durante el otoño y el invierno, aunque recordamos algunos en Sevilla o Granada en plena canícula, a cuarenta grados”. Como también son “animales de costumbres”, hace más de quince años que veranean en el citado valle, cambiando de localidad según “la casa o el granero que nos alquilan, en pueblos muy pequeños que no tienen ni bar, algo impensable en España”.
Largas jornadas a horas de distancia de las ciudades más cercanas, en las que el dúo se dedica al rastreo de verduras frescas y trastos viejos. “Cada mañana buscamos dónde hay mercado ese día, mercado de alimentos y mercadillos de segunda mano donde la gente vende las cosas que les sobran”, explican. “Ahora miramos en internet, pero antes teníamos que ir a la oficina turística a por información”. En esos rastros encuentran los objetos que echan en falta en las casas donde se quedan –“un trapo, una cafetera, un cuchillo panadero”– y a veces dan con hallazgos especiales. “Hay cosas que nos han servido para el grupo, ropa que hemos usado en conciertos. Por ejemplo, unas batas grises muy largas que luego descubrimos que eran el uniforme de los carteros franceses que iban en bicicleta, y que con la propia gabardina cubrían los sacos con cartas”, rememoran.
Quien siga a Hidrogenesse en Instagram, habrá visto más de una imagen de las creaciones culinarias de las que son capaces. “Al vivir y trabajar en el mismo sitio cocinamos todos los días del año, y de vacaciones hacemos lo mismo porque en esos valles no hay tantos restaurantes”. En sus estancias francesas reproducen “platos que sabemos hacer, pero con los productos de allí. Por ejemplo, un verano estábamos obsesionados con el kimchi y lo hacíamos con las coles francesas de principios de verano, que son puntiagudas. Además, usábamos las especias que encontrábamos allí, que vienen en gran medida de las antiguas colonias francesas, algo fácil porque en cualquier sitio tienes tiendas con ingredientes africanos o vietnamitas”. Reconocen que comer bien cada día, con productos frescos, es “uno de los objetivos de las vacaciones”.
¿Y por la tarde? “Esta zona es realmente un doble valle, porque hay un río grande y otro pequeño, así que puedes escoger la temperatura del agua en que bañarte”. Sea cual sea la elección, “tú estás diez minutos dentro de un río y te refresca durante horas, mucho más que el mar”. Ya atemperados se tumban a leer (Segarra lleva unos veranos encadenando obras de George Eliot) y miran a la gente: “cómo se mezclan las familias, cómo llegan los de las piraguas que van haciendo una excursión, quiénes se enfadan... nos entretiene mucho”. Y cada noche, “una película de las que tenemos recopiladas, si hay televisión bien y si no en el portátil.
También nos gusta ver la tele local, con esos canales occitanos que ni entiendes el idioma”. Unos planes que este año se tendrán que saltar, enfrascados como están en la creación de dos discos, uno propio y otro ajeno. El primero es el anunciado proyecto en el que pondrán música a poemas del reciente Premio Cervantes Álvaro Pombo, del que ya han estrenado ‘Imaginado es todo’. El segundo, el álbum debut de Martin Urrutia, jovencísimo cantante salido de Operación Triunfo. “Nos adaptamos a todas las franjas de edad, estamos tratando a la vez con una persona de ochentaiséis y con una de veinte. Y en la equidistancia de esos extremos estamos nosotros, que nos llevamos treinta y pico años con uno con otro”.
Este verano consistirá en días hábiles entre versos y sintetizadores, en los que seguirán utilizando algo que se han traído de sus escapadas: el horario. “Quizás madrugamos más allí, porque al estar en el campo hay más ruido por la mañana de pájaros y demás. Pero como trabajamos en casa podemos cumplir el horario que se nos ha pegado de Francia, donde descubrimos que comer a la una y cenar antes de las ocho nos sienta mejor. Duermes mejor, trabajas mejor por la tarde... Vivimos como franceses”.
Tendrán que esperar al próximo estío para volver a esos pueblecitos sin bares “ni panadería ni kiosko, pero con su nombre, su identidad y sus vecinos”, que Ballesteros y Segarra van conociendo bien, y que durante el mes de agosto se vivifican con personas como ellos, que han “escogido” ese lugar, y lo valoran quizás de una manera distinta a los oriundos. Para entonces tendremos dos discos más con el sello de Hidrogenesse, pareja que nos recordaba en una canción que cuando dos personas dicen la misma cosa a la vez, esas dos personas están diciendo la verdad.
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