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Del 'puto flipe' al 'hasta nunqui': el nuevo argot milenial está 'to guapo'

La generación nacida entre los años 80 del siglo XX y la primera década del 2000 ha ido urdiendo su propia jerga a base de humor, innovación, recursos de otras clases sociales y, cómo no, anglicismos.

Humor y reciclaje, algunas de las claves de la jerga milenial.- PIXABAY

Determinar el origen de ciertas palabras y usos no siempre es sencillo. Se suele decir que las carga el diablo, aunque a veces también las carga el humor, la ironía o la nostalgia. Es muy probable que le hayan despachado de alguna conversación con un concluyente hasta nunqui, o que por sus veleidades tóxicas alguien le convierta –sin usted pretenderlo– en lacasito o mecedora. El repertorio de voces y expresiones es mazo cambiante y depende, en gran medida, de cómo le pete a una generación en concreto.

La coyuntura convierte a los milenial en los principales surtidores de este tipo de palabrejas que, recién paridas o heredadas de otras generaciones, proceden a nombrar de otro modo lo de siempre. “Se podría decir que el argot actual se caracteriza por ser muy innovador y humorístico, está muy influenciado por el inglés, recupera cultismos e introduce recursos de otras clases sociales”, explica Elena Cianca, lexicógrafa de la Real Academia de la Lengua.

Destaca, dentro de ese batiburrillo hecho de locuciones que de un día para otro parecen copar la jerga cotidiana, la utilización del puto. Ya no sólo como adjetivo antepuesto a un sustantivo –el puto amo, da puto asco–, sino cuando el puto –ufano él– pasa a encarnar al propio adverbio –me puto flipa, me puto encanta–. Una modalidad que, convienen los expertos, por su carácter anómalo podría simbolizar los desmanes lingüísticos de la generación nacida entre los años 80 del siglo XX y la primera década del 2000.

“Es una construcción muy llamativa, extraña a nivel sintáctico, no es propia del castellano y es más que probable que proceda de la utilización del fuck en lengua en inglesa”, apunta Emilio Gavilanes, también lexicógrafo y autor junto a Elena de un breve glosario de voces y expresiones del argot juvenil. “Su uso resulta extraño no sólo cuando se utiliza como adverbio, sino también cuando hace las veces de intensificador, puesto que uno nunca espera que para decir algo positivo se utilice la palabra puto”.

Junto al polivalente puto, destaca también como rasgo generacional la implementación de modos de pronunciación que podrían considerarse propios de personas incultas. Hablamos, por ejemplo, de la supresión de elementos del discurso –está to buena, está to guapo–. “Son recursos que utilizan no por pertenencia, sino como rebeldía o provocación”, matiza Elena. Se trata, a fin de cuentas, de jugar con el sistema lingüístico, de moldearlo a su antojo con el fin de oponerse a la norma aceptada. Bajo esa misma premisa echan mano también de términos que en su día pertenecieron a registros cultos o elevados como el en verdad o el obviamente.

Humor y reciclaje

Y luego está la comedia, el chascarrillo y la rima. El argot milenial recurre con cierta asiduidad al recurso humorístico, algo que se ha hecho siempre pero que quizá en esta generación, tal y como apuntan los académicos, se intensifica. También el reciclaje de determinados vocablos y expresiones provenientes de otras épocas, hablamos de grandes éxitos como marrón, movida o tronco que, por algún misterio, no fueron relegadas al olvido como queli (casa), buga (coche) o abrirse (irse).

“Ahora movida significa tema o asunto, nada que ver con el significado que tenía en los 80. Esto es algo muy común; hay palabras que triunfaron en su día y de repente vuelven a surgir, otras que nunca se fueron y algunas que ya apenas se utilizan”, explica la lexicógrafa. Es el caso, por ejemplo, de tresillo o loro (radiocasete), dos palabros cuyo significante muchos milenial desconocerán.

En el margen opuesto encontramos las asimiladas; palabras tan en boga que han pasado a la lengua general y su utilización no sólo corre a cargo de los más jóvenes. A nadie, o casi nadie, se le escapa el significado de postureo, meme, selfi, viejuno Términos que, muy habitualmente, apelan a una realidad nueva vinculada a la tecnología y al uso que hacemos de ella.

Mención aparte merecen variaciones cursi-cariñosas del tipo besis, guapi, holi y okis, o vincular un determinado gesto o actuación a personajes públicos por todos conocidos como hacerse un Rajoy o un Aguirre. “Son auténticos hallazgos creativos que permiten al hablante incluir al otro, proporcionan una gran complicidad con el interlocutor…”, remata Gavilanes.

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