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¿El rock ha muerto? ¡Viva el rock!

Si el trap es el nuevo punk, el rock ha mutado para seguir más vivo que nunca. Bandas, mánagers y críticos musicales reivindican el género en el Día Mundial del Rock.

Cápsula, una de las recomendaciones en el Día Mundial del Rock.
Cápsula, una de las recomendaciones en el Día Mundial del Rock. Juan Pérez-Fajardo / Industrias Bala

El rock no ha muerto, pese a que lo hayan matado varias veces. La primera, por accidente, se registró el 3 de febrero de 1959, el día que murió la música, cuando Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper fallecieron al estrellarse en Iowa el avión en el que viajaban. Luego se continuaron expidiendo certificados de defunción, aunque acto seguido nuevas bandas resucitaban el género, renovándolo o apelando a la nostalgia.

"Al rock se le ha dado por muerto en muchas ocasiones y siempre ha vuelto. Sucedió con Nirvana en los noventa y con The Strokes una década después", recuerda el periodista musical David Saavedra. A la primera banda habría que sumar a ​​Soundgarden, Pearl Jam, Stone Temple Pilots o Alice in Chains, referentes del grunge. A la segunda, el revival de The Libertines, Franz Ferdinand, Kings of Leon o The Killers.

Anxela Baltar, vocal de la asociación Mujeres en la Industria Musical (MIM), está convencida de que, pese a las tendencias que han trastocado la escena, el rock mantiene las constantes vitales. "Hay esperanza, como demuestra que a los alumnos de Violeta les flipe hacer ruido con la guitarra y la batería", asegura la mitad de Bala, un dúo que, en palabras de la crítica musical Teresa Cuíñas, es "fuerza, energía, rabia, actitud y explosión creativa".

¿Pero ha perdido sangre fresca en beneficio de otros géneros como el hip hop? ¿Acaso ha habido una transfusión de plasma rebelde de la que se han beneficiado otros estilos? "Esas afirmaciones me provocan sentimientos encontrados. Se dice que el trap es el nuevo punk y puede que las generaciones más jóvenes hayan encontrado en él algo que les atrae. Una atracción que puede ser comparable a la que nosotras sentimos por el punk", añade Baltar.

Anxela Baltar y Violeta Mosquera son Bala. / FOTO: LEO LÓPEZ GARCÍA
Anxela Baltar y Violeta Mosquera son Bala. — Leo López García 

Quizás el público, reconoce, ahora esté más segmentado. Y, aunque a ella no le interese el trap, respeta a sus fans porque, de alguna manera, se siente identificada con ellos desde la distancia. "No deja de llamarme la atención como las personas que tienen más de cuarenta años lo critican sin parar, porque me recuerda a lo que me pasaba a mí cuando era una adolescente que escuchaba punk", explica la cantante y guitarrista de Bala.

Ella, quien empezó a tocar influida por Nirvana, cree que los nuevos roqueros siguen teniendo como referentes a muchos clásicos. "Las mismas bandas y estilos que nos influyeron a nosotras siguen influyendo a los más jóvenes: L7, Sonic Youth, la onda punk de Bad Religion o el stoner rock de Kyuss", enumera Anxela Baltar, quien ha publicado junto a Violeta Mosquera su tercer disco, Maleza, con el sello alemán Century Media Records.

David Saavedra reconoce que en buena parte de las radiofórmulas comerciales ya no se escucha música de guitarras y que las nuevas generaciones se sienten atraídas por "el nuevo pop, una mezcla entre trap y reguetón, el estilo hegemónico entre los jóvenes". Sin embargo, piensa que hay otros que sí conectan con un muerto muy vivo a través de emisoras como Rock FM y del cordón umbilical de la vieja guardia.

"Es una cultura que pasa de padres a hijos, de ahí que a muchos les gusten Pink Floyd, The Ramones, AC/DC o Guns N' Roses. De hecho, es significativo que en el ​​Resurrection Fest haya mogollón de chavales", razona el colaborador de Rockdelux y El País. Sin embargo, a su juicio escasean las grandes bandas internacionales de última hornada. "Pienso en unos Arctic Monkeys y, de repente, ya han pasado quince años desde que saltaron a la fama".

También le cuesta encontrar un caso evidente de popularidad en España más allá de Carolina Durante, cuyo "gran éxito" podría calificarse como "excepcional", según él. Quizás, reflexiona, han tenido que ver las "dinámicas generadas a raíz de la pandemia". El ejemplo que esgrime vale para los años anteriores: "Ahora es menos habitual que unos chavales compren instrumentos y ensayen juntos, porque resulta más fácil hacer música en una habitación con un ordenador. Por eso hay más propuestas de ese tipo que de garaje".

Las otra caras del rock

Juan Santaner siempre ha estado ahí. En 1988 montó Vancouvers, que ha vuelto a la carga, y una década más tarde, Jet Lag. Además, ha fundado promotoras, discográficas y agencias de management, como Industrias Bala, donde hoy representa a Sofía Comas, Cápsula o ​​Detergente Líquido. Puede prometer y promete que el rock no ha muerto. Simplemente, aclara, ha habido una evolución del público y del mercado.

"Cada mes escucho discos imprescindibles, compuestos por grupos que funcionan en directo. Es una estupidez decir que el rock ha muerto, porque sigue vivo y en forma, aunque antes de seguir hablando convendría establecer qué es el rock: ¿las guitarras eléctricas? Sin duda alguna, pero yo tengo una visión mucho más amplia. Para mí Sleaford Mods hacen rock, al igual que León Benavente o Derby Motoreta's", explica.

Grupos en plena forma, con éxito y que encabezan los carteles de algunos festivales. "Ahora bien, es cierto que a los roqueros de cuarenta años no van a verlos chavales de dieciocho, la edad de mi hijo, que frecuenta conciertos de trap porque eso es el punk actual. Sin embargo, Carolina Durante sí que tiene un público de su generación", matiza Juan Santaner, consciente de que los jóvenes tiran hacia el trap, la electrónica o el indie. "Porque el rock viejuno que llenaba estadios ahora da un poco de grima".

El rock trianero de Derby Motoreta's Burrito Kachimba.
El rock trianero de Derby Motoreta's Burrito Kachimba. Ángel Bernabeu / Universal Music

¿Hay entonces un relevo generacional en el rock? "Ahí está la duda. Los chavales cada vez asisten menos a los conciertos, pero los mayores sí lo siguen haciendo. En todo caso, también hay jóvenes que hacen y escuchan rock. Lo importante es que sigue habiendo público, sean mil o quinientas personas. Eso no me preocupa, como tampoco que termine convirtiéndose en un nicho, porque no tendría nada de malo", deja claro el responsable de Industrias Bala.

"Al rock siempre se le mata y siempre vuelve", zanja David Saavedra. Quizás porque nunca se ha ido. "Para muestra, Biznaga, que acaban de sacar un disco maravilloso, Bremen No Existe. O La Plata, que me tienen enganchada", recomienda Anxela Baltar en el Día Mundial del Rock. "A nivel español, son lo más top y demuestran que el espíritu del rock sigue latente". Sea cual sea su esencia —¿guitarras y rebeldía?— o su forma de materializarse.

Así, Santaner apunta que desde su agencia apuesta por francotiradores. "Como no me gusta el indie, trabajo con Doctor Explosión, Cuello, Crudo Pimento, Cápsula y otros grupos, que pueden ser más garajeros, experimentales, psicodélicos o hardcoreros. Al final, todo eso es rock, incluso un cantautor duro como Pablo Und Destruktion", concluye el músico y mánager. "Eso es lo que yo busco y creo que ahí el género está vivo".

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