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Sarkozy y la opereta del poder

El esperado 'biopic' del presidente francés se presenta en Cannes fuera de competición

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En una de las escenas más divertidas de la película, Nicolas Sarkozy se pone a gritar al descubrir que le cuelgan los pies de un taburete demasiado alto. En otra, recuerda cuál es su categoría a sus colaboradores con una de sus frases más célebres: 'Recordad que soy como un Ferrari. Si me abrís el capote, que sea con guantes blancos'. Y en una tercera ensaya un discurso ante una sala vacía, que la mañana siguiente estará llena de cientos de incondicionales. Modula su entonación, perfecciona sus énfasis, ejercita su memoria. ¿Política o espectáculo? 'Las dos cosas. Ser político implica tener talento para la interpretación', sostiene el director Xavier Durringer, responsable de La conquête (La conquista), la esperada biografía cinematográfica de Sarkozy.

Presentada ayer fuera de competición, la película describe su ascenso al poder entre 2002 y 2007. 'No hay tantas diferencias. Un político lee textos escritos por otras personas que debe aprende de memoria. Luego los recita en salas llenas de público, música e iluminación, maquillado y disfrazado de persona respetable. Si lo hace bien, le premiarán con el aplauso', explica el director a Público. Precisamente, la película fue recompensada ayer con aplausos tibios, tal vez porque no tiene suficientes méritos para recibir una ovación.

Sarkozy dice que no verá la película «para proteger su salud mental»

No se trata del retrato vitriólico que los franceses esperaban, pero tampoco es un filme desprovisto de virtudes. La principal podría ser su guión, escrito por el historiador Patrick Rotman, líder estudiantil del Mayo del 68 reconvertido en prestigioso documentalista. Precisamente, escribió el libreto para esta opereta del poder como si de un documental se tratara. 'El 90% de lo que se ve en la película sucedió políticamente', aclara el director. 'Y todas las frases que oímos han aparecido en un libro, artículo o documental. Por precisión, pero también para protegernos jurídicamente'.

La película describe el teatrillo político con comicidad innegable, que se acentúa todavía más en el caso de Sarkozy, conocido por haber puesto en escena su vida privada para convertir su destino presidencial en realidad. La conquête fue rodada prácticamente en la clandestinidad para evitar presiones del Elíseo, aunque sus responsables juran que nunca recibieron la temida llamada del presidente. 'Más que censura, hubo autocensura. Fue muy difícil conseguir el dinero para hacerla. Nadie quería tener nada que ver', afirma el director. Incluido el protagonista inicialmente previsto, François Cluzet, que se retiró pocas semanas antes del inicio del rodaje tras dos años vinculado al proyecto.

El director propuso entonces el papel a Denis Podalydès, un excelente actor teatral de la Comédie-Française, aunque no especialmente parecido a Sarkozy. Entre otras cosas, por su alopecia. 'Encargamos una peluca que imita, pelo por pelo, las ondulaciones de la cabellera del presidente', asegura el director, que dice haberse inspirado en otros biopics políticos como The Queen o Il divo. El resultado es alucinante. Podalydès calca la gestualidad espasmódica de Sarkozy y su inimitable timbre de voz. 'Su interpretación recuerda a los reyes shakesperianos ávidos de poder, como Ricardo III, pero también a ciertos personajes de cine negro', sonríe Durringer.

La cinta describe al político como un megalómano vulnerable

El presidente habría quedado menos impresionado. Hace unos días, Sarkozy aseguró que cuando conoció a Podalydès le pareció un hombre 'demasiado frágil' para interpretar el papel. 'Debe ser esa la magia del cine y el talento del actor', concluyó el presidente, asegurando que no vería la película para 'proteger su salud mental'. Pese a todo, no es el filme que todo el mundo esperaba. 'Nunca quisimos hacer una película de propaganda, ni tampoco ensuciar su imagen', asegura el guionista, que ha cosido un ingenioso patchwork de frases célebres pronunciadas por el presidente y sus mejores enemigos, Chirac y Villepin, que también aparecen en el filme.

Sarkozy adopta los rasgos del individuo hiperactivo y megalómano que ha demostrado ser en tantas ocasiones, pero también los de un hombre vulnerable, que sufre el mal de amores como cualquier hijo de vecino. 'Es la historia de un hombre que gana el poder y pierde a su mujer', concluye Rotman.

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