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Los intrépidos corazones de los triatletas

Javier Gómez Noya y Pilar Hidalgo compiten en la elite mundial a pesar de padecer dolencias cardiacas

IGNACIO ROMO

Tiempos difíciles para la cardiología deportiva. El enigmático fallecimiento de Antonio Puerta –y el silencio oficial que rodea su autopsia– ha generado un preocupante halo de misterio en torno a la existencia de patologías cardíacas congénitas que no se pueden detectar.

Trágicamente, a Puerta (si es que al final se confirma que el corazón fue el origen de su muerte) nunca se le pudo avisar de riesgo alguno porque jamás se le detectó nada anormal en su corazón.

Javier Gómez Noya representa el caso inverso. Estamos ante un deportista al que se le han hecho infinidad de pruebas y al que se le diagnosticó a los 17 años una patología seria. Padece una valvulopatía aórtica congénita: un defecto de nacimiento en una de las válvulas de su corazón.

La válvula aórtica es una estructura a modo de puerta con tres velos que permite la salida de la sangre del corazón (ventrículo izquierdo) al resto del organismo a través de la arteria aorta. La válvula aórtica de Gómez Noya padece una insuficiencia; es decir, cuando debe cerrarse, no lo hace del todo.

Son muchos los cardiólogos que contraindican la práctica del triatlón a Gómez Noya, pero el deportista siempre ha mostrado su intención de competir conociendo el riesgo. Y el riesgo es muy sencillo: Gómez Noya va a acelerar su patología y deberá pasar por el quirófano antes de lo que le correspondería por el problema de la válvula.

El domingo, aunque no compitió en la prueba de Rodas, Gómez Noya se alzó con el triunfo en la Copa del Mundo de 2007. La última victoria del gallego, conseguida en Pekín a finales de septiembre, presagia algo grande. Ganó en el mismo circuito en el que asaltará el oro olímpico.

Lo llamativo es que este deportista compita en triatlón. Este deporte representa una auténtica “prueba de esfuerzo” para sus participantes. El doctor McArdle afirma que los triatletas son “superatletas aeróbicos”. Hoy por hoy, Gómez Noya es el mejor del mundo.

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