Este artículo se publicó hace 2 años.
El encarecimiento de la luz dispara la demanda de placas solares en Catalunya
En el territorio existen más de 27.000 instalaciones, de las cuales una cuarta parte se han creado este año, según el Institut Català de l'Energia.
Barcelona-
La combinación del incremento constante del precio de la luz y las ayudas implantadas por las administraciones han favorecido la demanda y la instalación de placas fotovoltaicas en los tejados de edificios, viviendas y empresas. De hecho, durante 2021, en Catalunya se duplicó la cifra de megavatios en relación con el año anterior. Además, los expertos prevén que la tendencia vaya a más. En el caso de una vivienda individual, el coste de instalar una placa solar oscila entre los 3.000 y los 5.000 euros de media, pero de ese importe la Generalitat y los ayuntamientos pueden llegar a financiar entre un 50 y un 60% del coste.
Una vez que se opta por el autoconsumo, los profesionales instaladores indican que el gasto puede amortizarse en tres o cuatro años, la mitad que antes del establecimiento del sistema de ayudas. Más allá de ese boom, los interrogantes que se mantienen sobre este método de consumo se centran en las fórmulas para acercar el punto de suministro al de producción a través de figuras permitidas por la ley como los sistemas de almacenamiento o la constitución de comunidades energéticas locales, destinadas a potenciar el autoconsumo.
Esta percepción está constatada por los datos sobre la cifra de instalaciones de autoconsumo de Catalunya, que superan las 27.000. Las estadísticas del estudio Autoconsum Fotovoltaic a Catalunya, elaborado por el Institut Català de l'Energia (Icaen), basándose en el Registro de Autoconsumo de Catalunya (RAC), muestran que solo en el primer trimestre de 2022 se han autorizado 6.404 proyectos de autoconsumo fotovoltaico.
El Icaen asegura que "la tendencia observada indica que cada vez se ponen en marcha instalaciones de autoconsumo fotovoltaico más pequeñas, es decir, con un mayor peso del autoconsumo doméstico". El 74,56% de las instalaciones de autoconsumo fotovoltaico en Catalunya tienen una potencia igual o inferior a 5 kW, lo que demuestra que la mayoría corresponde al ámbito doméstico. Otra de las variables recogidas en el estudio es la clara correlación entre las zonas de viviendas unifamiliares en un municipio y las instalaciones en función del número de habitantes.
La sensación entre instaladores y expertos energéticos es que en la actualidad el punto álgido se está dando entre los consumidores particulares en la vivienda residencial. Con toda probabilidad, el relevo lo tomará el sector industrial, que se beneficiaría de un ahorro importante frente al elevado precio de la electricidad, al tiempo que reduciría su dependencia del sistema tradicional de suministro.
El reto de la soberanía energética
Este auge en este tipo de iniciativas, espoleado por la invasión rusa de Ucrania, se ve ligeramente oscurecido por la falta de mano de obra especializada, dado el crecimiento exponencial de la demanda y las trabas burocráticas que las entidades locales imponen a la hora de dar luz verde a los proyectos. Sea por una motivación económica o por una creencia sostenible, estas situaciones hacen replantear a los expertos la necesidad y la importancia de alcanzar una soberanía energética, en la que el consumidor sea un agente activo.
En este sentido, Laura Garcia, responsable de Transición Energética del Grup Trebol Energia y miembro de la Comisión de Energía del Colegio de Ingenieros Industriales de Catalunya (EIC), comenta que "el autoconsumo es un imperativo en el ámbito doméstico y empresarial". Para ello, aboga por un cambio del modelo de generación eléctrica, otorgando más peso a las comunidades energéticas, acercando el punto de consumo al de producción.
Garcia recuerda el largo camino que aún queda por recorrer para fortalecer la presencia de las renovables en el mix energético. Actualmente, representan el 42% del total, mientras que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) prevé que un 74% de la energía consumida en el Estado debe provenir de fuentes renovables. "No solo se trata de apostar por un modelo distributivo de autoconsumo, instalando placas en los tejados, sino que deben ir hacia parques de generación y por el desarrollo de los biocombustibles como alternativas a los fósiles y que se puedan aplicar a sector como la automoción o en la industria técnica", afirma.
Las carencias normativas
La experta alude a la necesidad de desarrollar tres agentes de mercado que ya están contemplados en el Real Decreto 23/2020 de medidas en materia energética, como son los sistemas de almacenamiento, los agregadores de energía y las comunidades energéticas locales, que actualmente se basan en la normativa de autoconsumo. Laura Garcia insiste en la urgencia de "acelerar en la transición hacia las renovables, instalándolas a todos los niveles, encontrando el equilibrio con el territorio y crear un marco regulador para que estas fórmulas se adapten a la realidad, puesto que ahora se basan en un modelo con un exceso de limitaciones".
Tras el anuncio de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, de una "intervención inmediata y necesaria" para aplicar un techo al precio del gas, reformando el mercado eléctrico y estableciendo posibles planes de ahorro de electricidad, como respuesta a la subida del recibo de la luz, los especialistas instan a desacoplar el precio del gas para establecer la cotización de la electricidad e ir más allá, conformando una política energética común y comunitaria.
El conflicto por la reanudación de la construcción del gasoducto Midcat, que enfrenta al Estado español y Alemania con Francia, evidencia la falta de un modelo de soberanía energética en la Unión Europea, que acaba impactando en forma de sufrimiento del tejido empresarial y de familias vulnerables.
La estrategia ante este momento delicado en el entorno energético, según los ingenieros industriales, implica una apuesta por la generación distribuida a través de comunidades energéticas o de autoconsumo eléctrico y también con mayores plantas de generación energética, que vayan reduciendo progresivamente el peso de los grandes gigantes, como las instalaciones eléctricas, solares, eólicas o nucleares.
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