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Europa llama a la moderación salarial tras dar por esquivada la recesión

Las previsiones de la UE dibujan una eurozona de crecimiento lánguido en la que el gripado de las locomotoras como Alemania, Francia e Italia sitúa como tractores a países sureños como España y Grecia y a otros denostados como Irlanda y Rumanía.

La vicepresidenta del Gobierno de España y ministra de Economía y Transformación Digital, Nadia Calvino, y el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, este lunes en Bruselas.
La vicepresidenta del Gobierno de España y ministra de Economía y Transformación Digital, Nadia Calvino, y el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, este lunes en Bruselas. Johanna Geron / Reuters

¿Cambio de ciclo? Quizás no tanto como eso, pero sí un cambio de posicionamiento a la hora de enfrentar la evolución de las magnitudes macroeconómicas en plena crisis energética e inflacionista y al socaire de una guerra de Ucrania cuya intensidad vuelve a crecer en el que las llamadas a la moderación salarial y la retirada de las ayudas a los hogares, al mismo tiempo, para hacer frente a la inflación se perfilan como las principales recetas.

El Eurogrupo, el foro informal que reúne a los responsables de Economía de los 19 países de la UE que tienen el euro como moneda, cerró su reunión de este lunes con una versión oficial que comienza por una recesión que se da oficialmente por esquivada, pese a que la inflación y los elevados precios de la energía se mantienen como principales factores de riesgo, y que sigue con un repetitivo doble llamamiento a la moderación salarial y a la retirada de las ayudas a los hogares por los precios de la energía.

Y que se completa con unas previsiones económicas de invierno que certifican el gripado de las tres locomotoras, ya que ni Alemania, ni Francia ni Italia crecerán este año por encima del 1%, mientras emergen como eventuales tractores países del sur como España (1,4%) y Grecia (1,2%) junto con otros como Irlanda (4,9%) o Rumanía (2,5%), Eslovaquia (1,5%) o Bulgaria (1,4%), tradicionalmente denostados por unos frugales que llegarán a caer en retroceso como Suecia (-0,8%) o lo bordearán como Dinamarca (0,1%).

Las proyecciones macroeconómicas son estupendas para España, que sumaría a ese crecimiento del PIB otro del 2% el año próximo mientras la inflación cae al 4,4% y al 2,3% en este ejercicio y el siguiente, algo que, por aritmética, implica que el año se cerraría por debajo del 2% tras haber arrancado en el 5,8% en enero.

Esas previsiones, basadas en una recuperación del turismo y en el drenaje de los fondos europeos, contemplan un repunte "gradual" de la actividad en el primer semestre antes de cobrar "un mayor impulso en la segunda mitad del año".

"A medida que se modere la inflación, se espera que un mayor consumo privado y una mayor normalización del turismo mantengan la actividad durante todo el año", añaden los autores de esas proyecciones.

"Hemos conseguido evitar los escenarios más negativos, y la economía española será la que tenga un mayor crecimiento entre las grandes economías europeas", dijo la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, que se mostró convencida de que este año "recuperaremos el nivel de PIB previo a la pandemia", algo que ya ha ocurrido con algunos indicadores, mientras la inflación se mantiene una "senda descendente" y el mercado de trabajo "sigue creando empleo a buen ritmo".

Sin embargo, esas previsiones parecen presentar algunos puntos ciegos. "Resultan convencionales, parece que quieren lanzar un mensaje de optimismo", apunta Julio Rodríguez, de Economistas Frente a la Crisis, que muestra su extrañeza por las estimaciones de aumento del consumo con el retroceso que está registrando la tasa de ahorro.

"Parece una impresión optimizante más basada en un cuadro teórico que en el contraste de los datos reales, aunque al mismo tiempo tampoco hay datos para contrarrestarlas. Son unas estimaciones animosas y voluntaristas", añade el economista.

Eso se aprecia especialmente en los pasajes referidos a la inflación, en los que las previsiones bajistas para España conviven con un pronóstico de mantenimiento de la inflación subyacente (bienes y servicios sin alimentos frescos ni energía) en "niveles elevados en 2023, particularmente en la primera mitad del año en medio de la presión persistente, especialmente de los precios de los alimentos y los servicios, y en 2024", al mismo tiempo que "se espera que los obstáculos inflacionarios de este año se atenúen parcialmente con las medidas implementadas por al gobierno para mitigar el impacto de los altos precios de la energía".

Esas apreciaciones coinciden con una llamada a la moderación salarial. "Los efectos de segunda vuelta sobre los salarios fueron muy limitados en 2022", señalan las proyecciones, que añaden que "un ajuste más rápido de lo supuesto se traduciría en una mayor inflación subyacente durante el horizonte de proyección".

Calviño, que insistió en la necesidad de un pacto de rentas, coincidió con los técnicos comunitarios en negar que las subidas salariales estén provocando en España un efecto de segunda ronda, es decir, una espiral inflacionista como consecuencia de una mayor disponibilidad de efectivo en los hogares.

Y admitía, aunque por pasiva, que esas familias pueden comenzar a encontrarse paulatinamente con aumentos de precios provocados por el fin de las ayudas implementadas para hacer frente a la crisis energética: "Hay medidas automáticas para irlas reduciendo y retirando" conforme los precios vayan alcanzando determinados niveles".

La moderación salarial y el fin de las ayudas

La necesidad de limitar las subidas salariales y de ir atenuando esas ayudas a los hogares, en el primer caso como receta macroeconómica contra la inflación y en el segundo para embridar los desajustes presupuestarios de tres años de pandemia y guerra, fueron una constante en las intervenciones de los responsables comunitarios, que en ningún caso se refirieron a su impacto a escala microeconómica ni a nada que tuviera que ver con los beneficios empresariales, que se encuentran en niveles de récord en países como España.

Paolo Gentiloni, comisario de economía, abogaba por "eliminar las medidas más caras y mantener las eficientes y las dirigidas a las personas más necesitadas" mientras anotaba que "el crecimiento de los sueldos tiene que ser coherente con el objetivo de reducir la inflación", aunque admitía que los primeros han crecido por debajo de la segunda en general.

Mientras tanto, el presidente del Eurogrupo, Paschal Donohoe, recomendaba "seguir de cerca el aumento de los salarios para que no supongan un aumento de la inflación", aunque dejaba claro que la responsabilidad de su evolución, en todo caso, no es de la UE sino de algunos de sus ciudadanos: "Estos procesos están en manos de los trabajadores, los empleadores y sus representantes".

Y, por último, el gerente del Mecanismo Europeo de Estabilidad, señalaba como riesgos a medio plazo un crecimiento bajo, del 0,6% en el conjunto de la Unión, una deuda pública "bastante elevada" y una inflación subyacente que "todavía es alta pero no ha llegado a su máximo".

Y para enfrentar ese cuadro presentaba una receta que entraña riesgos más que probables para el grueso de unas economías familiares ya castigadas por la espiral inflacionista, y más con una previsión de subida de los energéticos para la segunda mitad de este año: "A todos los países se les insta a ir tomando medidas para eliminar las ayudas de forma gradual. Esto es necesario para que la espiral de aumento de los sueldos se mantenga bajo control".

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