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El hidrógeno verde como alternativa al gas ruso: una burbuja que no calentará los hogares de Europa

Una publicación independiente de la revista científica 'Joule' estima que una caldera de hidrógeno verde es hasta cinco veces más ineficiente que una calefacción electrificada con un sistema de bomba de calor.

Una persona ajusta la temperatura de un radiador en Dortmund, Alemania.
Una persona ajusta la temperatura de un radiador en Dortmund, Alemania. Ina Fassbender / AFP

La crisis energética desatada como consecuencia de la guerra en Ucrania ha desajustado los planes de transición de Europa, que ahora busca una forma de asegurar el suministro sin tener que elevar el consumo de combustibles fósiles y calentar aún más el planeta. El hidrógeno verde, en ese contexto, se ha relanzado como una alternativa útil para reducir el consumo de gas ruso. Muchos países ya habían aprobado sus estrategias nacionales para el desarrollo de esta fuente de energía antes de la invasión, pero la coyuntura de urgencia ha precipitado el debate sobre esta tecnología. España ha apostado fuerte por ella y ve con buenos ojos construir un nuevo gasoducto, el MidCat, para bombear hidrógeno hacia Europa. No en vano, existen dudas sobre la capacidad que tiene este nuevo combustible verde para calentar los hogares de Europa y mantener con vida la maquinaria industrial del viejo continente.

Un estudio independiente publicado este martes por la revista científica Joule evidencia que la capacidad del hidrógeno para sustentar la descarbonización de Europa no es tan alta como se pretende hacer ver desde instituciones y empresas. De hecho, la publicación advierte de que, hasta la fecha, la mayor parte de los análisis realizados sobre esta fuente de energía son financiados o parten desde compañías gasistas, que ven en el hidrógeno la única alternativa para sobrevivir a un mercado que tiende a desprenderse del gas. La publicación recoge información de instituciones prestigiosas como la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) o el Instituto Potsdam para la Investigación sobre el Impacto del Cambio Climático (PIK) y centra su análisis en la idoneidad del hidrógeno para sustituir los sistemas de calefacción tradicionales

Según el texto, calentar una casa con hidrógeno verde requiere de cinco veces más electricidad que hacerlo con una bomba de calor eléctrica. Eso se debe al proceso de obtención del hidrógeno, que requiere de una electrólisis, que consiste en separar los dos componentes del agua a través de la aplicación de una descarga eléctrica con energía, que puede ser renovable si es hidrógeno verde o fósil para fabricar hidrógeno gris.

"El hidrógeno verde se encuentra actualmente en el pico de un ciclo de exageración. Si bien hay muchas aplicaciones en las que es útil, el hidrógeno solo desempeñará un papel complementario en el sistema energético. Esto es lo que muestra el análisis independiente. Sin embargo, partes de la industria han defendido su uso en áreas donde no tiene sentido porque existen otras alternativas más eficientes y económicas", explica a Público el autor de la publicación, Jan Rosenow, investigador asociado del Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford y director del Regulatory Assistance Project (RAP).

"El hidrógeno verde se encuentra actualmente en el pico de un ciclo de exageración"

Sobre la rentabilidad, la publicación recoge algunas previsiones de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) o de la Agencia Internacional de Energía, que prevén una bajada de costes de producción. Sin embargo, el autor advierte que ese descenso del precio de producción va acompañado, precisamente, de una bajada de los costes de las energías renovables, de tal forma que estas últimas seguirán siendo siempre más asequibles y, con ello, la electrificación de las calefacciones. 

Por otro lado, el análisis recalca que en la actualidad el 95% de la producción mundial de hidrógeno se realiza con fuentes fósiles, por lo que el objetivo de sustituir el gas tradicional por esta tecnología producida con energías limpias queda demasiado lejos. La mayor parte del hidrógeno verde que se produce se vuelca a los gasoductos junto a gas natural, ocupando sólo entre un 5% y un 10% de la mezcla. Sin embargo, en el caso de que se consiguiera transportar al 100%, existen dudas logísticas e "incertidumbres significativas sobre la viabilidad de convertir la red de gas a hidrógeno", recalca el texto, en referencia a la dificultad de sustituir no solo las calderas de las viviendas, sino las tuberías internas y externas de hogares y edificios. 

El papel real del hidrógeno verde

A pesar de que en la coyuntura de crisis se ha magnificado el potencial de esta fuente de energía, la descarbonización de la economía requiere de ella para llegar a todos los puntos donde la electrificación parece inviable o inasumible. "El hidrógeno verde tiene un papel importante en la transición energética", apunta Rosenow. "En primer lugar, se debe reemplazar el hidrógeno actual producido con combustibles fósiles, que genera alrededor del 2% y el 3% de las emisiones mundiales de CO2, por hidrógeno verde", apostilla.

Además, aparece cómo herramienta de cambio para la transformación de los vehículos pesados, hasta ahora difíciles de electrificar. Su uso en el transporte marítimo está ganando fuerza y también aparecen ya algunas investigaciones sobre su posible aplicación en la aviación. A ello se suman otros usos, como el almacenamiento del excedente de energía solar o la aplicación para procesos industriales de alta temperatura, como la fabricación de metales o fertilizantes. Esto es algo que ya ocurre en España, donde la planta de Puertollano, en manos de Iberdrola, produce hidrógeno verde para satisfacer la demanda de una fábrica de fertilizantes de Fertiberia. 

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