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Nelly Minyersky, abogada y activista argentina

"Aprobar la ley del aborto es un paso necesario pero no suficiente, ahora hay que conseguir que se cumpla"

Nelly Myniersky
Nelly Minyersky, abogada y activista por el derecho al aborto en Argentina. Nelly Minyersky
Marisa kohan

Nelly Minyersky es una de las voces y las caras más conocidas de la lucha por los derechos de las mujeres y en particular del aborto legal, seguro y gratuito en Argentina. También formó parte de la comisión que redactó el proyecto de ley para la despenalización del aborto que estuvo a punto de ser aprobado hace dos años y que el Senado de aquel país tumbó por un corto margen de votos. En esta ocasión, fue una de las ponentes de la ley en el Congreso de los Diputados hace dos semanas. 
Este miércoles permaneció despierta y pendiente junto a cientos de miles de manifestantes de las deliberaciones y la votación del Senado, que finalmente aprobó el proyecto de ley que permitirá a las argentinas abortar de forma legal en las primeras 14 semanas de embarazo. A sus 91 años esta jurista, más conocida por el apodo de Pila, es una de las activistas más incombustibles de la campaña por el derecho al aborto y ha sido bautizada como la "reina verde" por el color del pañuelo que portan las partidarias del reconocimiento de este derecho. En 2018 su imagen dio la vuelta al mundo y ahora confiesa sentirse contenta pero aún en estado de shock. A pesar de la alegría, reconoce que el trabajo no ha acabado y que ahora viene el reto definitivo: que la ley se aplique efectivamente.

Usted que lleva décadas luchando por los derechos de las mujeres y en particular por el derecho al aborto, tanto desde el derecho como desde el activismo ¿Cómo se siente hoy?

Es un impacto muy grande. Pero tengo que reconocer que, a pesar de mi alegría porque se haya aprobado la ley, para mí en realidad fue más shock e impactante cuando hace dos años, en 2018, el texto se aprobó en [el Congreso de los] Diputados. Porque veníamos desde el 2007 presentando proyectos para la despenalización del aborto en la campaña, pero nunca habíamos alcanzado ese nivel de difusión que tuvimos. Los proyectos tenían firmas de diputados, pero no pasaban de alguna discusión en alguna comisión parlamentaria. Cuando en 2018 logramos ese millón y medio de gente en la calle y que se aprobara en Diputados, eso fue como si se hubiera abierto una compuerta. No sé como explicarlo mejor. Nos dimos cuenta que éramos más importantes de lo que nosotras mismas pensábamos.

Estábamos en otro escalón. Estos dos años transcurridos desde 2018 fueron de una tremenda apertura a la sociedad. Como decíamos entonces, y creo que teníamos razón, habíamos perdido en [la cámara de] Senadores, pero habíamos ganado en la conciencia social. Porque antes no se hablaba como se empezó a hablar a partir de ese momento en todos lados sobre el aborto.

Aprobar una ley en poco más de dos semanas es algo bastante inaudito. ¿Esto fue debido a esta presión popular que comenta?

Sí. La pandemia dio lugar a que siguiéramos haciendo actividades todo el tiempo. Hemos mantenido la atención. Cuando el presidente asumió el Gobierno prometió hacer un proceso legislativo para aprobar esta ley. Pero después apareció la pandemia, que nos dio vuelta nuestra vida. Entendimos que se postergara la presentación, hasta que llegó un momento en el que dijimos basta. El año próximo es en Argentina hay elecciones y sabemos muy bien que hay determinados temas que es muy difícil que se traten en períodos electorales.

Entonces entendíamos que si no era ahora tendríamos que esperar varios años en que se aprobara la ley. Esto nos creó mucha expectativa y malestar, pero por suerte el Gobierno consideró que la pandemia no era un obstáculo. Al revés, incluso entendió que no cumplir la promesa iba a ser más perjudicial.

Cuando se decide la presentación del proyecto de ley ya estábamos a pocos días para finalizar el año. El texto se presentó a principios de diciembre y yo hablé en la primer reunión en la cámara de Diputados el día 9 de diciembre. Que en 20 días se haya presentado el proyecto y que debatido y votado en las dos cámaras fue un hito. En 2018, cuando se presentó el proyecto de ley transcurrieron varios meses entre un tratamiento y el otro.

¿Qué cambia esta ley  en la vida de las mujeres en Argentina?

A medida que pienso y estudio el tema encuentro cada vez más aspectos nocivos de la penalización del aborto. El Derecho ha sido un brazo importante del patriarcado. Hemos ido deconstruyéndolo y logrando derechos, pero seguía y sigue a día de hoy predominando en la sociedad, incluso en las más progresistas, que de los derechos sexuales no se habla. Se habla académicamente, pero lo jóvenes y los padres recién ahora empiezan a hablar de ello y en algunos sectores más carenciados, en los que la vulneración hace que la autoestima casi no exista, pasan cosas terribles. Como que todavía muchísimas chicas que son violadas no lo cuentan porque considerarse víctimas les da vergüenza, porque enseguida van a pensar que algo hicieron ellas. Esto es fruto de los famosos estereotipos que nos han marcado a las mujeres.

El perjuicio es muy grande, porque es mucho sufrimiento y hay historias terribles. Una de ellas es la que pasó en un pueblo de la provincia de San Juan, donde a una niña de 17 años que iba camino a la escuela fue violada por unos hombres. Ella nunca se animó a contarlo. Quedó embarazada, pero tampoco lo contó y tuvo un bebé que nunca vamos a saber si nació muerto o murió al nacer por estar ella sola en una letrina. El resultado es que la joven terminó con una condena de prisión perpetua. Esto tiene que cambiar. Y creo que uno de los cambios necesarios era la despenalización

Espero que esto cambie a partir de ahora porque toda ley tiene efectos dialécticos también. Pero necesitaremos aún mucha política pública y mucho control por parte de la sociedad civil. Los que hemos apoyado esta ley tenemos la obligación de exigirle al Estado que cumpla y seguir considerándonos vigilantes de ese cumplimiento.

¿La aprobación de la ley es el final del camino? ¿Ahora qué falta?

Conseguida la ley no se acaba el trabajo. Yo siempre digo que la ley es un elemento necesario, pero no suficiente. Ahora hay que conseguir que se cumpla.

Hay que tener en cuenta que en Argentina tenemos una ley de 1921 que legaliza el aborto en dos causales: por violación y por temas de salud de la madre. Pero durante décadas esa legislación no se cumplió. Sólo se comenzó a aplicar recientemente gracias al movimiento por la interrupción legal del embarazo y ahora tenemos un buen protocolo. Pero no hubiera ocurrido sin la dura pelea de médicos, educadores, abogados y de la sociedad civil. Lo mismo ocurre con la ley de cupos y con otras leyes para la igualdad, que siempre es como si les faltara algo.

Ahora tenemos una legislación muy avanzada, pero esto no quiere decir que se vaya a cumplir. La ley es un instrumento clave para luchar para que ese derecho se reconozca, pero tenemos que dedicarnos a eso: a estar muy vigilantes. Esto lentamente va a ir cambiando la ideología del sector de los antiderechos, que usan argumentos que no tienen base científica ni jurídica.

No podemos dejar todo en manos del Estado. Yo creo que en esto tenemos que cumplir las ONG, las fundaciones, la sociedad civil... A veces dentro del propio Estado quedan enquistados operadores de la salud o de la justicia que quieren imponer sus creencias. Pero en nuestra Constitución está la Convención de los Derechos del Niño y a los 11 años nos es el interés superior de una niña violada pasar un embarazo que después va a dar en adopción como si fuera todo gratuito.

¿Qué puntos destacaría de la ley y qué diferencias tiene con la que se debatió hace dos años?

El proyecto que se aprobó es muy parecido al que presentamos en 2018, pero tal vez mejor. Incluye la capacitación de profesionales, especialmente a los de la salud; la condena a los que interfieren en las puertas de un hospital haciendo misas o impidiendo el acceso a las mujeres que quieren interrumpir su embarazo. Tenemos que conseguir, como contiene la ley, que de una vez por todas se cumpla con la educación sexual integral. Ese es otro de los puntos fundamentales junto con la despenalización. Es necesario que las personas sepamos qué somos, cómo nos vamos a relacionar, cuál es nuestra sexualidad… Que no se siga avergonzando a las víctimas, porque eso ha dejado en la soledad, en la discapacidad a muchas mujeres. El texto habla de la gratuidad del servicio, tiene amplias referencias a los tratados internacionales de Derechos Humanos e introduce el aborto dentro de la estructura de las prestaciones médicas obligatorias.

Algunas de las principales diferencias del proyecto presentado por el Ejecutivo, en comparación con el texto que realizamos en la campaña, es que el texto ahora aprobado va a permitir la objeción de conciencia, cosa que nosotras no queríamos, porque éste es uno de los instrumentos que usa la derecha para no cumplir con sus obligaciones y poner frenos a la ley. En este sentido, tenemos que estar vigilantes y trabajar en la reglamentación que viene ahora para lograr que esta objeción no se convierta en un pretexto para no cumplir la ley y asegurar que siempre se privilegie el derecho de la mujer y no el del objetor.

Argentina ha tenido leyes muy pioneras en los últimos años, como la de violencia hacia la mujer, el matrimonio homosexual, la de identidad de género… ¿Por qué se ha tardado tanto en despenalizar el aborto?

¿El matrimonio igualitario que hace? Incluye a las personas dentro de una institución. No es disruptivo, porque mantiene la institución y el prestigio del matrimonio. La gente entra dentro del orden social. Con la ley de identidad de género también ocurre lo mismo. En cambio salir del esquema de mujer-reproducción es un acto muy disruptivo, revolucionario. No estás entrando en ninguno de los modelos relativamente aceptados. Con esta ley estamos destruyendo la piedra basal del patriarcado. Es así. Ese es el problema. Es mucho más revolucionario. Separa el placer, tiene que ver con mantener el dominio masculino. ¿En los países africanos con la ablación qué se busca? Que la mujer no tenga placer para que la mujer mantenga la fidelidad al hombre.

Algunos oradores en el Senado hablaban de problemas morales y religiosos hacia la ley, pero muchos hablaban de un problema de inconstitucionalidad. ¿Tiene alguna base?

No, ninguna. Mientras que estemos adheridos a los tratados internacionales de los Derechos Humanos, no. Unos de los que expusieron durante los debates fue el presidente de la Comisión de los Derechos del Niños de Naciones Unidas, que avaló nuestra interpretación sobre la constitucionalidad de la ley. Les dijo a los antiderechos que si quieren defender la anticonstitucionalidad de la ley lo que tenían que hacer es decirle al Gobierno que salga de los tratados internacionales ratificados. Que mientras esto no pase (lo que sería una vergüenza para un país como Argentina) la ley era perfectamente constitucional

¿Una vez aprobad la ley qué falta? ¿Qué queda por hacer?

El ejecutivo la tiene que promulgar y luego reglamentarla. Y en esta reglamentación es donde vamos a colaborar, porque a veces un reglamento mal hecho obstaculiza después la aplicación de la ley.



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