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¿Se puede ser feminista y católica?

La marcaha antiabortista del sábado indigna a grupos de mujeres creyentes que critican el machismo de la Iglesia

MAGDA BANDERA

'La Iglesia tiene misoginia. No considera a la mujer como un sujeto moral con capacidad de decidir'. Quien hace esta afirmación es Mar Grandal, vicepresidenta de Católicas por el Derecho a Decidir (CDD).

Su agrupación reprueba en un manifiesto la marcha contra la Ley del Aborto celebrada el sábado en Madrid: 'Es inaceptable que la jerarquía católica, junto con sus voceros, salga a la calle a obstaculizar los avances en todo lo relacionado con los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Como católicas, estamos en total desacuerdo con las posturas de los movimientos antielección, mal llamados provida'.

Grandal es aún más contundente al denunciar la 'hipocresía' que esconde la palabra 'vida'. 'Estar a favor de la vida significa estar abierta a la naturaleza, al ser humano, a participar en la sociedad ¿Alguien cree que se puede estar abierta a la vida pariendo como una coneja?', pregunta.

«Jesús fue un feminista», asegura una monja dominica

Para la portavoz de CDD, el problema de la Iglesia es que en ella 'mandan los sectores más conservadores, los que jamás hacen nada por los pobres, los que si tienen un problema con un embarazo tienen dinero para solucionarlo'. Sin embargo, a pesar de la 'doble moral' que denuncia, descarta abandonar el catolicismo porque considera que el mensaje de Jesús es liberador.

'Jesús fue un feminista, porque no sólo reconoció a la mujer, sino que hizo que se la respetara y exigió su inclusión en la sociedad', asegura Sor Lucía Caram, monja dominica contemplativa. Recuerda que Jesús se acercó a una mujer que lleva años encorvada, 'tal vez signo de la marginación y malos tratos a los que era sometida, y le dijo que se pusiera derecha. No la puso derecha él, era ella quien tenía que hacerlo y lo hizo'.

Caram pide a la Iglesia 'más contundencia y, en algunos casos, menos complicidad' con los malos tratos. 'Aún está el discurso arraigado de que la mujer debe siempre ceder al hombre, sobre todo en el matrimonio. Y ahí hay mucha tela, mucho maltrato y mucha violación, que por mucho matrimonio que haya convierte a la mujer en un objeto'.

Una encíclica otorga el derecho a elegir. Incluidas las mujeres

Las católicas practicantes que trabajan por la igualdad, como el Col·lectiu Dones de lEsglésia (Colectivo de Mujeres de la Iglesia), también señalan que la jerarquía es más benevolente con los hombres y olvida su 'responsabilidad' en temas como el aborto. Muchas de ellas no entienden que se impida a las mujeres ser sacerdotes. Algo que, según sor Lucía, 'no tienen ninguna intención' de cambiar.

Coincide con Carmen Domingo. Para esta escritora atea, se puede ser feminista y católica a la vez, del mismo modo en que hay 'homosexuales católicos que quieren casarse por la Iglesia, aunque ésta ni siquiera reconozca que existen'. La autora de Conversaciones de alcoba (Edebé), obra sobre las falangistas obsesionadas por preservar el ultracatolicismo culpa a la Iglesia católica de impedir la evolución del feminismo español.

'Convirtieron a la mujer en el chivo expiatorio de todo lo malo que pasaba en la sociedad. La Iglesia es, ha sido y será machista, y ni engaña ni piensa cambiar. El problema fue que en la dñecada de 1940 en muchísimos casos fueron las mujeres quienes, siguiendo sus dictados, autolimitaron sus derechos y además ayudaron a dirigir por el 'camino recto' a muchas otras', afirma Domingo.

La discreción es uno de esos valores. Por eso, las declaraciones en TV3 de la médico y monja Teresa Forcades sobre la píldora del día después y el aborto han provocado tantas reacciones. Famosa por denunciar el tratamiento político y mediático de la gripe A, escribió el pasado viernes una tribuna en redescristianas.net en la que duda de qué debe prevalecer en caso de conflicto: el derecho a la autodeterminación de la mujer que interrumpe su embarazo o el derecho a la vida del feto.

Anteriormente, esta benedictina dijo que debía imperar la decisión de la mujer, argumentando que Dios ha puesto la vida del feto mientras no es viable en las manos de su madre y ha vinculado su vida biológica a la espiritual.

Forcades señaló la 'constancia de su obediencia al Magisterio actual', lo que vincula aceptar que para el Vaticano prime el derecho a la vida. Sin embargo, apuntaba una nueva duda al aludir a los cientos de miles de personas cuya vida depende de un trasplante renal: '¿Por qué no aprobar una ley que obligue a las personas que tengan riñones compatibles a cederlos a estos enfermos para salvar su vida?.

La Iglesia católica podría excomulgar a los donantes potenciales que rechazaran someterse a extirpación, y a todas las personas que les apoyaran'. Su propuesta caldea el debate entre los antiabortistas y los que recuerdan la encíclica Humanis Dignitatis que concede 'la libertad de conciencia y el derecho a decidir'. Incluidas las mujeres.

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