Uno de los caballos de batalla del turismo del siglo XXI es la reducción de su impacto negativo tanto en el medio ambiente como en el tejido socioeconómico local. Avanzar hacia un turismo sostenible en ambas facetas es una tarea conflictiva pero ineludible si se pretende romper con el turismo voraz que esquilma recursos y distorsiona territorios casi al mismo ritmo con el que sube fotos de sus «hazañas» a Instagram.
Por lo tanto, es labor de todos los viajeros contribuir a minimizar la huella que dejan en sus desplazamientos y en sus estancias en los destinos. A continuación, señalamos nueve formas de cuidar el medio ambiente en tus viajes, actitudes sencillas que te convertirán en un viajero responsable.
Di «no» al maltrato animal
Observar a animales salvajes en su hábitat natural es una de las mejores experiencias viajeras, pero si esa experiencia influye negativamente en los animales y su entorno, debemos decir no. El bienestar animal es una responsabilidad de todos, especialmente de aquellos viajeros que se desplazan a territorios donde todavía es común la explotación de los animales con fines lucrativos.
Montar en elefantes, nadar con delfines, visitar santuarios de tigres, dejarse arrastrar por perros en un trineo… Antes de participar en una de estas experiencias infórmate sobre su impacto en los animales. Solo un dato al respecto: según la ONG Elephant Family, cada año son capturadas entre 50 y 100 crías de elefante en Myanmar para alimentar la industria turística.
Reduce y recicla residuos
Al estar en permanente movimiento, y a menudo con prisas, el viajero suele priorizar su programa dejando de lado otras cuestiones que considera menores. Incluso aunque estemos acostumbrados a reducir residuos y reciclar en nuestra vida diaria, de viaje cuesta más porque en ocasiones no conocemos bien el entorno.
Pero hay que recordar que un viajero es invitado y no protagonista en el destino. Si cuando vas a casa de alguien tienes aún más cuidado de no manchar nada, lo mismo debe suceder en un viaje: que todo quede como cuando llegaste. Mucho cuidado, por ejemplo, con las aguas grises y negras si viajas en camper o caravana o con el consumo de plásticos. Por cinco minutos más que dediques a buscar el contenedor de reciclaje tu programa de viaje no se va a venir abajo.
Consume menos agua y energía
A todos nos gustan esas duchas relajantes de diez minutos tras una jornada agotadora. Pero, ¿sabías que una ducha de diez minutos suma 190 litros de agua aproximadamente? 190, se dice pronto, ¿verdad? Muchos de los destinos más frecuentados por los viajeros sufren grandes problemas con el abastecimiento de agua. Ya lo habrás leído decenas de veces en los hoteles. Pues actúa en consecuencia: gasta el agua que necesites, no más.
Y sobre el gasto energético poco te podemos decir que no sepas ya, en una época en la que la energía se ha convertido en el eje de grandes conflictos geopolíticos, casi como si viviéramos en una oscura distopía. Apaga la luz y el aire acondicionado cuando salgas de tu alojamiento: cada kilovatio cuenta.
Usa crema solar no contaminante
Las investigaciones más alarmantes sugieren que para el 2040, entre el 70% y el 90% de los arrecifes de coral habrán muerto con las consecuencias catastróficas que este hecho podría tener para el ecosistema marino. Pues bien, según la organización medioambiental Green Cross, hasta 25.000 toneladas de crema solar llega los océanos, que incluye compuestos químicos como la oxibenzona y el octilmetoxicinamato que alteran dichos ecosistemas marinos. En tu mano está usar cremas solares respetuosas con el océano.
Consume local
La concienciación acerca de nuestra «vida de consumo», como diría Zygmunt Bauman, va progresando. Ya pocos dudan a estas alturas de que la forma en la que consumimos recursos nos define, tanto a nivel individual como social. Si estamos concienciados para consumir local en nuestra vida diaria, ¿por qué no en los viajes?
El esfuerzo de buscar negocios locales y rechazar las franquicias conocidas por todos merece la pena. No solo estarás contribuyendo a la economía de la comunidad, sino que te servirá también para conocer más de cerca a la propia comunidad.
Respeta y conoce a la comunidad local
¿De verdad merece la pena cruzarse medio mundo para acabar tomando un café gigante con sobredosis de azúcar al lado de otro viajero con cara de estar solucionando el mundo con su Apple? Para eso quizás es mejor quedarse en casa, ¿no?
Uno de los aspectos que más enriquece cualquier viaje es conocer a los locales, cómo viven, cómo piensan y cómo se relacionan con su entorno y su medio ambiente. Ya seas más o menos sociable y hables más o menos bien el idioma local, no hay nada como una conversación sin prisa con un local. Son esos detalles que se recuerdan siempre, mucho más que la enésima foto del hito turístico de turno. Porque la mejor manera de respetar un territorio es conociendo cómo lo respetan sus vecinos.
Descubre lugares menos turísticos
Una de las estrategias más singulares de las instituciones públicas que buscan reducir el impacto de los viajes y las estancias en los lugares más sobreturistificados es a través de la creación de nuevos imaginarios para descentralizar el turismo de forma que los viajeros sientan la necesidad de viajar a otros lugares menos frecuentados.
Para ahorrar tiempo y dinero a las instituciones y a los expertos en marketing turístico, podríamos empezar nosotros mismos por descubrir nuevos lugares alejados del circuito habitual del turismo. Solo hace falta un mapa y un poco de investigación. Descubrir lugares menos frecuentados por el turismo masivo revierte en la economía local de esos destinos y en el cuidado de su medio ambiente. Porque todo viajero siente el anhelo de explorar territorios ignotos… aunque estén a la vuelta de casa y sean de todo menos ignotos para sus vecinos.
Viaja más cerca
A estas alturas ya te sonará eso de reducir la huella de carbono de nuestros viajes. Por ejemplo, el impacto medioambiental que tienen los viajes en avión es inmenso lo que ha llevado a algunos viajeros a rechazar esa forma de viajar a través de posturas como el flygskam. Desde luego que si pretendes viajar a Nueva Zelanda desde España sin usar avión lo tienes un poco complicado.
Pero tampoco queremos ser cínicos y acusar a un viajero que va a Nueva Zelanda de incívico por cumplir el sueño de su vida. De cualquier forma, es un hecho que la tendencia a hacer viajes a destinos más cercanos está en alza. Los dos años de pandemia lo han consolidado mostrándonos una realidad incontrovertible: hay tantos lugares cercanos sin conocer, que tal vez las Antípodas puedan esperar un poco más.
Viaja más lento
La versión más voraz del turismo es aquella en la que el viajero se convierte en un devorador de recursos y experiencias, como ganado que es conducido a los cuatro o cinco hitos de cada destino para que se saque la foto de rigor y haga sus compras de souvenirs. Pero la única manera de conocer realmente el destino —razón por la cual viajamos, ¿no?, para conocer, no solo para ver, fotografiar y decir «yo estuve allí»— es viajando lento, el ya popular slow travel.
No alquiles coche, usa el transporte público, no quieras verlo todo ni sentirlo todo, ni te sientas frustrado por no llegar a dónde han llegado otros. De lo que se trata es de vivir el destino, de conocerlo e incorporarlo a tu memoria y a tu conocimiento. Porque lo mejor de viajar no son las miles de fotos que nos traemos de vuelta, sino el conocimiento que adquirimos sobre el destino… y sobre nosotros mismos.
