Aprovechando que The Guardian también descubrió el paraíso interior de la ciudad de Jaén, ampliamos nuestra visita disfrutando de la historia de la región desde las alturas, las que marcan las torres de sus numerosos castillos y fortalezas.
Porque Jaén es una de las regiones españolas que mejor representa la historia de la frontera en la península ibérica, cuando, durante siglos, dos pueblos pugnaron por el poder en este territorio: los cristianos del norte y los musulmanes del sur.
Estos castillos y fortalezas, que cambiaron de manos varias veces y se fueron enriqueciendo con sus diferentes moradores, eran imprescindibles para defender este territorio fronterizo. Muchos siglos más tarde, este conjunto arquitectónico constituye uno de los grandes tesoros de la provincia de Jaén: seleccionamos siete de los más relevantes.
Fortaleza de Santa Catalina (Jaén)
Nuestra ruta de batallas y castillos se debe iniciar en la capital provincial para volver a visitar una de las fortalezas más impresionantes de Jaén: es el castillo de Santa Catalina en un cerro de la estribación de la Sierra de Jabalcuz, a 820 metros de altura.
Se trata, en realidad, de un conjunto de tres fortalezas que incluye el Alcázar Viejo, el Alcázar Nuevo y el Abrehuí. El primero de ellos es de origen califal mientras que el segundo fue erigido en época cristiana, tras la conquista en 1246, articulado con el viejo mediante una gran Torre del Homenaje. Actualmente, parte de esta estructura es ocupada por un Parador Nacional.
Muy cerca de aquí se ubica la Cruz del Castillo de Santa Catalina, un icono jiennense desde el que se tiene una de las mejores perspectivas de la capital provincial y a la que se puede llegar siguiendo un delicioso sendero.
Castillo de Burgalimar (Baños de la Encina)
Dicen que sus muros de tabiyya —tapial, pared hecha con tierra amasada en un encofrado de madera— son la mejor muestra de arquitectura militar andalusí de toda Europa. Palabras mayores que quedan refrendadas con un vistazo a esta fortaleza cuyo nombre deriva del árabe Bury al-Hamma, castillo de los Baños.
Su origen este en pleno Califato Omeya de Córdoba, en el siglo X, cuando Alhakén II ordena diferentes construcciones para reforzar el camino que conducía de Sierra Morena a Córdoba. En este caso, no se repara en gastos erigiendo un conjunto monumental coronando el Cerro del Cueto, en un lugar ya poblado desde antiguo que también tuvo un precedente romano como es habitual en muchos castillos peninsulares.
En época cristiana, a partir del 1225, se añade una torre más alta que sus vecinas, la del homenaje con su frente externo redondeado, sumando 15 en total que son las que podemos ver en la actualidad.
Castillo de Canena
No es estrictamente una fortaleza, pero dadas sus particularidades debe entrar en esta selección de construcciones defensivas jiennenses. Y es que su diseñador fue Andrés de Vandelvira, viejo conocido del Renacimiento español y con gran actividad en la provincia de Jaén, tanto en la catedral de su capital como en Úbeda, siendo el principal responsable de que esta localidad sea hoy en día Patrimonio de la Humanidad.
En Canena también trabajó a las órdenes de Francisco de los Cobos, Secretario de Carlos I, y principal responsable del Renacimiento en Úbeda. Así, Vandelvira ejecuta un castillo de compacto sabor medieval en su estructura externa, hermético como el castillo de La Calahorra en Granada, pero refinado y sofisticado en su interior, especialmente en su magnífico patio central, espacio clave en las arquitecturas renacentistas. Una verdadera joya entre palmeras que es uno de los edificios más singulares de la provincia.
Castillo de Segura de la Sierra
Dos aspectos nos atraen de este castillo ubicado en el extremo nororiental de la provincia: por un lado, su asociación con las órdenes militares —en este caso la de Santiago— y, por otro, su especial vinculación con el concepto de frontera. Porque si hay un aspecto que conviene no olvidar en la historia de nuestro país es que ha sido configurada por muchas fronteras, tanto literales como metafóricas.
En este caso, el castillo de Segura de la Sierra te ofrece un panorama sobre este concepto en su Espacio Temático Territorio de Frontera, ya que este conjunto reformado por los almohades y construido sobre los restos de una atalaya romana tuvo gran relevancia en la defensa del territorio, primero por los musulmanes y después por los cristianos, estos últimos de la mano de la Orden de Santiago, una de las diversas órdenes militares que lideraron la contienda contra los vecinos del sur. Y no hay que olvidar que aquí en Segura vivió un tal Jorge Manrique, mito de los caballeros poetas hispanos.
Castillo de Alcaudete
Nos vamos al otro extremo de Jaén, al suroccidente, donde también late el carácter fronterizo, en este caso entre los cristianos y el Reino nazarí de Granada. Y, de nuevo, otra orden es protagonista en este castillo, en este caso la de Calatrava: el Centro de Interpretación de la Orden Militar de Calatrava que cobija este edificio te servirá para profundizar en la historia de estas singulares organizaciones que, durante siglos, constituyeron un verdadero poder en la sombra.
Entre los siglos XIII y XIV, la plaza de Alcaudete se convierte en vital a ambos lados de la frontera, incluso después de la batalla de las Navas de Tolosa de 1212 que supone una histórica derrota para los almohades. Son los monjes calatravos los que se encargan de edificar sobre un antiguo fortín árabe este castillo que es uno de los mejores restaurados de España.
Fortaleza de la Mota (Alcalá la Real)
Y ya que estamos en la zona, no podemos dejar de visitar la Fortaleza de la Mota, la gran fortificación del suroccidente jiennense, uno de los sistemas defensivos más importantes de la antigua al-Ándalus. Durante 150 años este lugar marcó la frontera —de nuevo, sí, la frontera— entre el Reino de Castilla y el Reino nazarí.
Y es que, desde antiguo Alcalá la Real, fue una zona de paso hacia el interior de la península y la defensa de la misma fue siempre prioridad. Pero no sería hasta 1341 cuando la ciudad capituló ante Alfonso XI, pasando a ser una pieza clave de la defensa cristiana hasta la caída del Reino nazarí. Solo en tiempos recientes se inició la restauración de este impresionante conjunto que combina un recinto exterior que defendía la primitiva medina, la alcazaba interior y el alcázar, último recinto defensivo.
Castillo de La Iruela
Terminamos nuestra ruta de capa y espada por Jaén visitando uno de los castillos más singulares de Jaén, no tanto por sus dimensiones o por su relevancia histórica, sino por su aspecto actual, en ruinas, tal y como si hubiera sido sacado de un cuadro de Friedrich.
Una visita que debe ser completada con el castillo de la Yedra, en Cazorla, a un paso de La Iruela, primitiva fortificación árabe que pasa ser renovado en época castellana a partir del siglo XIII y que custodia míticas leyendas como la de Tragantía, la princesa musulmana encerrada en las mazmorras y convertida en ser aterrador mitad humano mitad serpiente que sale todas las noches de San Juan a recorrer la noche cazorleña recordando sus terribles penurias.
